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David Cameron, abandonado por la suerte

Barbara Wesel desde Londres (ERC/ERS)24 de junio de 2016

Asumiendo las consecuencias del brexit, el primer ministro David Cameron anunció su dimisión y despejó el camino para la sucesión, tanto en la jefatura del partido conservador británico como en la del Gobierno.

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Imagen: picture-alliance/abaca

David Cameron hizo lo único que podía hacer en su situación y tiró la toalla con mucha dignidad. No obstante, el aplomo que aprendió a exhibir en costosas escuelas privadas y universidades no lo va a ayudar más allá de este viernes (24.6.2016), cuando anunció que dimitiría en octubre. La carrera política de este joven primer ministro –que tomó el timón del partido conservador británico con la promesa de modernizarlo y darle un barniz más liberal–ya está acabada. A Cameron siempre se le consideró como un político de mano firme, un hombre con destreza y fortuna. Pero en la noche de este 23 de junio, la suerte lo abandonó de manera espectacular.

Al hacer pública su renuncia, Cameron desató una tormenta cuyos vientos más fuertes se sentirán más adelante: tácitamente se dio por iniciada la lucha por la presidencia del partido conservador y por el cargo de primer ministro. Eso permite anticipar un período de incertidumbre y discordias en todo el ámbito de la política nacional. Y es que también en el seno del Partido Laborista se están afilando los cuchillos: su jefe, Jeremy Corbyn, ya ha sido criticado por el desgano con que articuló su discurso proeuropeo y culpado virtualmente por el hecho de que sus electores no hayan votado masivamente por la permanencia de Gran Bretaña en la UE.

El despertar de Cameron

El ganador aparente del referendo fue Boris Johnson, cuya ambición desmedida lo llevó a unirse a los promotores del brexit Después de todo, eso era lo único que podía hacer para sacar a Cameron del camino y heredar la jefatura del Gobierno. Johnson alcanzó su objetivo, pero aún está por verse si él realmente tiene a la mayoría del partido conservador comiendo en la palma de su mano. Su campaña populista no sólo le granjeó amigos. Si los conservadores lo erigen en jefe del partido, habrán pasado de un político moderado de centro a uno de derecha que tiene debilidad por eslóganes fáciles y un gran desprecio por los hechos.

De ahí que ese fracaso llamado brexit sea tan amargo para Cameron. Durante la noche en que se contaron los votos a favor y en contra de permanecer en la UE, una pesadilla se hizo muy concreta para él: la conciencia de que fue él mismo quien conjuró al demonio que ahora lo espanta. De Cameron se dirá lo que sea, pero está claro que él no quería pasar a los anales de la historia como el primer ministro británico que sacó a su país del bloque comunitario. Quienes le demuestran compasión al personaje en estas horas negras entienden, sin embargo, que él cometió el error más grande de su vida, conociendo los riesgos.

Barbara Wesel desde Londres