Daniel Barenboim celebra su 65 aniversario
15 de noviembre de 2007
“El conflicto no tiene solución militar, hay que escuchar al prójimo”, llegó a decir alguna vez Daniel Barenboim sobre el conflicto entre palestinos e israelíes, “dos pueblos cuyo destino es inseparable”. Barenboim es admirado y respetado no sólo por su papel desde el podio como director, sino también por sus valientes iniciativas. En 1999, junto con el escritor y músico palestino Edward Said, fundó la Orquesta West-Eastern Divan, integrada por músicos judíos, cristianos, palestinos y árabes provenientes de Israel, Palestina, Egipto, Siria, Jordania, España y el Líbano. Ni los obstáculos burocráticos ni los prejuicios le han hecho desviar su objetivo de promover la reconciliación entre dos pueblos que parecen condenados a vivir enemistados.
Fundación Barenboim-Said
En julio de 2004 creó la Fundación Barenboim-Said, hogar de la orquesta que además promueve otros importantes proyectos musicales. “Desde entonces Andalucía se ha convertido en una referencia para todos los jóvenes israelíes y árabes que se dan cita todos los veranos aquí en Sevilla y comparten la pasión por la música”, afirma la directora de la fundación Muriel Páez, en conversación con DW-WORLD. Uno de los proyectos más conmovedores es el jardín de infancia musical nombrado tras el fallecido Edward Said, en el que participan unos 26 niños de Ramalá y de campos de refugiados cercanos que tienen entre 3 y 5 años de edad. La fundación cuenta con un presupuesto anual de unos 3,5 millones de euros que es financiada por la Junta de Andalucía y numerosos donativos institucionales y particulares.
El hijo de emigrantes rusos de origen judío nació en 1942 en Buenos Aires. A los 7 años ya era considerado un niño prodigio por su talento para tocar el piano. Barenboim comenzó su carrera en Israel, en donde tomó cursos de dirección, que prosiguieron en Austria. En la década de los 60 vivió en Londres y París trabajando como pianista y director, cuando estuvo casado con la cellista Jacquelin du Pré. Desde su debut en la Filarmónica de Londres en 1967 su carrera como director fue ascendente, pero también como pianista, como lo muestran las numerosas grabaciones de obras de Beethoven, Mozart, Bach, Chopin y Brahms. Durante 18 años dirigió el Festival wagneriano de Bayreuth y en 1991 asumió la dirección de la Orquesta Sinfónica de Chicago.
Dirigente vitalicio
A partir de 1992 comenzó a trabajar al frente de la Orquesta Estatal de Berlín (Berliner Staatskapelle), una formación de una gran tradición y renombre que lo designó en el 2000 dirigente vitalicio. Son los músicos de la orquesta quienes apoyan al director en sus proyectos, como el de llevar una formación musical a los territorios palestinos, en jardines infantiles y en la formación de una joven orquesta palestina.
Muriel Páez recuerda como hace dos años, en el momento más crítico del conflicto entre el Líbano e Israel, los chicos de la Orquesta West –Eastern Divan tuvieron que hacer un gran esfuerzo. “Hubo un momento en que se pusieron de acuerdo para hacer una declaración conjunta manifestando su horror por las víctimas civiles. Fue tenso pero muy hermoso ver cómo solucionaron sus diferencias de criterios”, afirma.
Otra actuación audaz del director de orquesta fue llevar a Israel en el 2001 la ópera Tristán e Isolde, de Richard Wagner. El compositor alemán es considerado anti-semita y es un tabú en Israel, sus obras no pueden ser interpretadas en público. En agosto del 2005 la Orquesta West-Eastern Divan dio un concierto legendario en Ramalá, que fue transmitido en vivo al mundo entero. “Era un proyecto prácticamente imposible. Para llegar a Ramalá hubo que conseguir pasaportes diplomáticos del Estado español ya que muchos miembros de la orquesta no podían entrar a Israel con su pasaporte sirio o libanés”, afirma Páez. Después del concierto todo mundo se abrazaba y se besaba, recuerda la directora de la fundación. “Habíamos conseguido un sueño de Barenboim y de toda la orquesta”.