Cómo internet da alas a los terroristas de ultraderecha
21 de febrero de 2020Racismo puro y duro. Esa era la ideología que propagaba en internet Tobias R. antes del ataque terrorista de Hanau. En su manifiesto y videos de internet abundan las teorías de la conspiración, que es evidente que el atacante encontró e internet y posteriormente hizo suyas. Así, el terrorista forma parte del grupo de atacantes solitarios para quienes la red se convierte en un factor que acelera su radicalización.
La Oficina Federal para la Protección de la Constitución escribió en un análisis de principios de 2019 que la escena de los lobos solitarios de ultraderecha es difícil de abarcar. Muchos se radicalizan al margen de agrupaciones conocidas. Es por ello que el verano pasado esta agencia de inteligencia creó una unidad de "reconocimiento explorativo” de las redes sociales. El riesgo de radicalización a través de actividades ultraderechistas en internet parece ser alto.
La extrema derecha descubrió internet pronto
Esa fue la conclusión a la que llegó la Fundación Amadeu Antonio, con sede en Berlín, que se dedica a combatir el extremismo derechista. Tras un monitoreo de dos años, su director de estudios, Miro Dittrich, dijo: "A través de una red de oferta densamente ramificada, se dirigen a los grupos objetivo y les muestran un mundo digital alternativo”.
Desde el comienzo de internet, los grupos ultraderechistas habrían aprendido a través de ensayo y error qué temas y modos de presentarlos atrapan a la gente, y cuáles no. Las nuevas plataformas habrían sido probadas inmediatamente. Además, también habrían ganado dinero; por ejemplo, a través de publicidad de YouTube, donativos o crowdfunding (micromecenazgo). La darknet o internet oscuro, lugares digitales en los que los usuarios interactúan al margen de la esfera pública, habría cobrado cada vez más relevancia.
En cada plataforma hay diferentes factores que facilitan la radicalización, describe la fundación en su estudio. Por ejemplo, en el caso de YouTube, pese a que la empresa intente hacerles frente cambiando su algoritmo, la función de reproducción automática tiende a sugerir videos cada vez más drásticos.
En el servicio de mensajería instantánea Telegram, los chats grupales tienen un máximo de 200.000 miembros, mientras que en WhatsApp este límite se sitúa en los 256. Ello aumenta el alcance. Además, un radar permite buscar a otros usuarios situados en el entorno real, físico, lo cual ofrece una buena posibilidad para vincularse a gente afín.
En Instagram, se emplean determinados hashtags (etiquetas) para que los mensajes lleguen a las pantallas de multitud de usuarios. Sobre todo el Movimiento Identitario intenta mostrar el día a día de un ultraderechista como un modo de vía "completamente normal” mediantes fotos de fiestas o actividades deportivas. Además, se crean sus propias plataformas en las que no se aceptan las voces díscolas. La dimensión identitaria es importante aquí. Muchos de ellos se describirían como "cruzados” que pretenden salvar al "mundo occidental”.
A través de este mundo tan bien conectado pueden extenderse fácilmente estas narrativas tóxicas, como la de la extinción de los alemanes. Cuantos más mensajes apunten en esta dirección, mayor es el sentimiento de amenaza. Con el tiempo, las soluciones esperadas son cada vez más extremas. Al final, esto lleva a un sentimiento de "desesperación”.
Algo típico de internet sería también la internacionalización de esta escena. Así, en estos círculos se suele hablar inglés, según los descubrimientos de la fundación. Los atacantes se nombran entre sí, aprenden unos de otros y se motivan mutuamente. Por eso es habitual, desde el atentado cometido por Anders Brevik en 2011, dejar un manifiesto. El ataque de Christchurch hizo escuela con los elementos en directo. "El objetivo no es, por tanto, en primer lugar matar a gente, sino sobre todo alcanzar reconocimiento mediático y digital”. En este sentido, aunque los atacantes sean descritos como "lobos solitarios”, están muy bien conectados en su batalla contra la sociedad. (eal/dzc)
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