Cusco revelado: tres miradas a la ciudad imperial
16 de septiembre de 2017El investigador Andrés Garay, de la Universidad de Piura, no podía creer lo que veían sus ojos cuando en la Fototeca del Instituto Ibero-Americano (IAI) en Berlín encontró un conjunto de fotografías del peruano Max T. Vargas. "Él era el fotógrafo más importante del sur peruano a comienzos del siglo XX y su archivo de negativos está desaparecido, perdido. En Berlín se encuentra la colección más numerosa de su obra de vistas y ciudades del sur peruano, lo que es una gran noticia que nos ayuda a entenderlo mejor”, destaca Garay.
¿Cómo llegaron estas fotos a Alemania? En sus viajes, investigadores alemanes adquirieron fotos de Vargas y posteriormente las entregaron, junto con sus legados, al IAI. Uno de ellos fue el arqueólogo Max Uhle, quien pasó alrededor de 1905 por el estudio de Vargas en Arequipa para comprar material fotográfico para su trabajo. Uhle fue un gran estudioso del mundo andino y llegó a ser director del Museo de Arqueología del Perú.
La Fototeca del IAI también conserva otro importante material originado en el país sudamericano. Se trata de imágenes del Cusco, sus alrededores y Machu Picchu de la década del ´20, del gran fotógrafo peruano Martín Chambi, quien fuera discípulo de Max T. Vargas. Las imágenes fueron compradas por el etnólogo alemán Walter Lehmann.
Así, por caminos diferentes, llegaron estas tres miradas sobre la capital del imperio inca, de tres momentos distintos, al IAI en Berlín. En su investigación, Andrés Garay las reunió en el libro "Cusco revelado. Fotografías de Max T. Vargas, Max Uhle y Martín Chambi”, una co-edición entre la Universidad de Piura, Perú, y el Instituto Ibero-Americano.
Fotografía documental, arte y ciencia
"Para cualquier persona que lo visite o vea imágenes, el Cusco es realmente conmovedor, asombroso. Uno se queda perplejo con la experiencia de estar ahí y estos tres fotógrafos, a su modo, también dejaron esa impronta en sus imágenes”, destaca Andrés Garay.
Antes de estas fotos, las imágenes de referencia eran los grabados de los viajeros. "La fotografía constata las riquezas del Cusco, sus alrededores, el Valle Sagrado y Machu Picchu, y fomenta la toma de conciencia del potencial que tenían como huella de civilización antigua”, indica.
La publicación de Garay contiene muchas imágenes de Max T. Vargas que no habían sido publicadas. Él estuvo en 1897 en el Cusco, donde ofreció su servicio de retratos y fotografió las maravillas del lugar. Sus registros de ruinas arqueológicas comenzaron a circular como postales y paisajes, llegando a un público más masivo y contribuyendo a construir un imaginario de la cultura cusqueña e incaica.
"Es muy valioso dar a conocer la riqueza de estas imágenes y esas miradas. En el caso de Max T. Vargas, como el archivo de sus placas de vidrio está perdido, lo único con lo cual podemos apreciar hoy esta magnífica mirada que solamente él tuvo es a partir de las copias”, afirma Annika Buchholz, antropóloga de la Universidad Humboldt y autora de uno de los capítulos del libro.
Revelaciones fotográficas
El libro revela la evolución de la fotografía documental, así como sus aportes tempranos "Ya las fotografías de Max T. Vargas buscaban recuperar esa memoria visual acerca de ruinas incaicas y preincaicas. Había interés de arqueólogos y antropólogos por estudiar esos lugares remotos y también tempranamente interés de comercializar estas imágenes en tarjetas postales”, explica Annika Buchholz.
En cuanto a Max Uhle, sus registros fueron una forma de observar las costumbres, ya sea en el uso de objetos en la agricultura, ceremonias o ritos religiosos, buscando una conexión con lo que descubría en sus excavaciones o veía en las construcciones incaicas. "Uhle siempre observaba la población indígena como una clave para llegar al pasado y entenderlo mejor”, afirma la antropóloga.
"Max T. Vargas había descubierto el potencial del Cusco. Max Uhle se acercó a la ciudad con una mirada científica, pero también encantado con ella, y en su obra da cuenta del impacto de las construcciones incaicas y la convivencia con la arquitectura colonial. Y con Chambi hay una evolución a una fotografía documental moderna. Él retoma este ímpetu por documentar los vestigios de las civilizaciones antiguas, refina la estética fotográfica y la lleva a unos niveles de interpretación muy sutiles”, sostiene Andrés Garay.
Con cámara a Machu Picchu
En esos años, la geografía del Perú hacía muy complicados los traslados. "Llegar al Cusco era toda una odisea”, relata Andrés Garay. Todavía lo era cuando el fotógrafo Martín Chambi se instaló en esta ciudad en 1920. En 1911, el explorador estadounidense Hiram Bingham había descubierto Machu Picchu, pero hasta entonces no había más imágenes que las que éste había divulgado.
Chambi viajó dos veces a la ciudadela, en 1924 y 1928. Fueron travesías arriesgadas, en medio de una zona de muy difícil acceso. Consciente del poder divulgativo de la fotografía y buscando potenciar las riquezas del lugar, hizo postales y colaboró con medios impresos nacionales e internacionales. "Chambi coloca las imágenes de Machu Picchu como emblemas de identidad nacional peruana -destaca Garay-. Son imágenes que sirven a un arqueólogo y a un cientifico, pero que también evocan a un nivel plástico y estético que sobrecoge”.
Estas imágenes de Chambi, junto con las de Vargas y Uhle, ahora salen a la luz en el libro "Cusco revelado”. La publicación, que incluye 110 fotos y artículos de expertos peruanos y alemanes, fue presentada en la Feria Internacional de Galerías de Fotografía Lima Photo.