Cumbre de la OTAN: buen final para Alemania
29 de noviembre de 2006
Los soldados alemanes están de vacaciones militares en el norte de Afganistán, era la dura acusación con la que se abría la cumbre de la OTAN en Riga, Letonia. Sobre todo, estadounidenses, británicos, daneses y canadienses esperaban acorralar así a Berlín y lograr arrancar un compromiso al Gobierno alemán. Es decir, lograr arrancar al Gobierno alemán un par de soldados que posicionar en el sur del país, donde la ISAF, la tropa internacional para Afganistán, se enfrenta con talibanes y traficantes de droga en una oleada de violencia cuyo fin no se vislumbra.
Merkel llegó a Riga asegurando que la Bundeswehr se quedaría donde está. Y se marcha de Riga con la Bundeswehr donde estaba cuando empezó la cumbre: en el norte. El único compromiso arrancado al Gobierno alemán ha sido el de que, en caso de emergencia, Berlín pondrá sus soldados a disposición de la ISAF. Y ayer por la noche, tras la cena que reunió a los representantes de los 26 Estados miembros de la Alianza, el capitán general de la OTAN, James Jones, dijo estar muy satisfecho con la labor realizada por los alemanes en el país asiático.
No sólo los soldados cuentan
Hace tiempo que los expertos hablan de un Afganistán muy lejos de la pacificación. Hace tiempo que se advierte del peligro de una guerra sin final en el país. Hace tiempo que se asegura que la OTAN se juega su futuro en Afganistán. Hace tiempo que se reclama de Alemania, uno de los países con más peso dentro de la Alianza Atlántica, más implicación. Hace tiempo que Alemania se niega a moverse del norte. Hace tiempo que el Gobierno alemán defiende la idea de que lo militar en solitario no puede resolver el conflicto con éxito.
Las conclusiones de Riga se acercaron mucho a lo que desde hace tiempo sostienen los germanos. No es sólo que la Bundeswehr vaya a quedarse en el norte. Los miembros de la Alianza han reconocido la necesidad de emprender, paralelamente a la lucha militar, acciones en el terreno civil. Reconstruir el transporte interno, mejorar el sistema judicial, reestablecer las comunicaciones, formar un cuerpo efectivo de policía, combatir a los traficantes de droga, son algunas de las labores pendientes para sacar a Afganistán del caos de cinco años de guerra.
Para ello, en Riga los miembros de la OTAN se comprometieron a crear un “grupo de contacto” encargado de estas funciones, en el que Alemania deberá de jugar un papel destacado.
Más movimiento
Como las de Alemania, las tropas de Francia, Italia y España están también estacionadas en zonas “light” de Afganistán: prácticamente cualquier sitio alejado del conflictivo sur. En la cumbre de la OTAN, estos tres países se comprometieron igualmente a permitir a la ISAF echar mano de sus soldados en “caso de emergencia”.
El “caso de emergencia” será, según la Alianza, determinado por el comandante de la ISAF y no podrá ser en ningún caso puesto en tela de juicio. Los alemanes, sin embargo, aseguran que examinarán toda petición que llegue por parte de la ISAF e intentarán responder a la misma en la medida en que sus efectivos en el país lo permitan. “En ningún caso pondremos por ello en peligro nuestra misión en el norte del país”, se afirma desde círculos diplomáticos.
El secretario general de la OTAN, Jaap de Hoop Scheffer, se congratulaba ayer por la noche de que, de los 32.000 soldados que la Alianza tiene en Afganistán, 26.000 de ellos podrán tras los últimos acuerdos moverse con mayor libertad y contarán con menos restricciones por parte de sus gobiernos a la hora de participar en acciones militares.
Más allá de Afganistán
Afganistán fue el tema principal y más absorbente de la cumbre. Pero más allá de Afganistán, el encuentro en Riga trajo otros resultados. Uno de los que más feliz ha hecho a de Hoop Scheffer ha sido el poder anunciar que, definitivamente, la Fuerza de Respuesta Rápida de la OTAN está plenamente operativa. Este comando de 25.000 soldados se destinará a combatir el terrorismo y a prestar ayuda humanitaria en caso de catástrofe natural, y estará listo para actuar en un plazo máximo de cinco días.
Además, en la cumbre se dio luz verde a la entrada de Serbia, Bosnia-Herzegovina y Montenegro en la Alianza para la Paz, un paso importante si se tiene en cuenta el papel destacado, y todavía inacabado, de la OTAN en los Balcanes, aparte del aislamiento en el que se encuentra sumida en estos momentos Serbia y el estancamiento de las negociaciones entre estos Estados y la Unión Europea con vistas a un posible ingreso en la Comunidad.