Cucarachas y robots: El diálogo increíble
18 de octubre de 2006La comunicación entre las cucarachas y los seres humanos es algo que se da por descartado. ¿Acaso ha visto usted a uno de estos insectos discutiendo sus gustos literarios con la vendedora de legumbres, o comentando el partido dde fútbol con el policía de la esquina? Seguramente que no, como tampoco parecería lógico asumir que las cucarachas pueden establecer formas de interacción con los robots.
Pero científicos europeos, desafiando a la lógica más pura, se han empeñado en demostrar que entre las cucarachas y selectos especímenes de la robótica pueden existir algunas dinámicas para reconocer y reaccionar antes ciertas características de unas y los otros. Quienes han visto los experimentos afirman que se trata de un cuadro un tanto grotesco: cucarachas repulsivas que se agrupan, para luego amotinarse contra las máquinas que se les aproximan.
El encuentro
Los científicos tienen una versión más amable de los hechos: afirman que, en algún punto, las cucarachas alcanzan a reconocer a los robots, mientras que éstos "sienten" la tumultuaria presencia de los insectos. "Es como una pista de circo experimental, en la que ambas especies conviven", señala Jean-Luis Deneubourg, de la Universidad Libre de Bruselas.
"Los insectos poseen un cerebro sumamente elemental. Ello los lleva a presentar comportamientos colectivos bastante acentuados", dice Deneubourg. Uno de los principios básicos de la comunicación entre las cucarachas se da a través de códigos olfativos: los insectos marcan sus recorridos con sustancias denominadas feromonas, y así "informan" a sus semejantes sobre su ubicación. De ahí, les es posible localizar puntos donde otras cucarachas han encontrado suficiente alimento.
Cuando una cucaracha reconoce la ubicación de otra, se produce un fenómeno tipo "bola de nieve": el asunto se convierte en materia de asamblea y, conociendo a las cucarachas, se diría que hasta de rumba. Lo mismo sucede con las señales de luz, a las cuales estos insectos son muy sensibles. Como se sabe, las cucarachas detestan los sitios luminosos, y buscan con insistencia, casi siempre en grupo, la oscuridad.
¿Y los robots? Éstos cuentan con sensores infrarrojos y pequeñísimas cámaras con las cuales se reconocen y, por ende, se diferencian de las cucarachas. Los sensores ubican zonas luminosas y oscuras, y erigen minúsculas paredes. Al mismo tiempo, registran los movimientos de las cucarachas, e intercambian la información entre sí, usando un sistema de comunicación.
Juntas, hasta la muerte
Entonces la dinámica comienza. Deneubourg y sus colegas instalan pequeños parasoles en la pista, y allí se juntan, por instinto, las cucarachas. Los robots se aproximan al contingente de insectos, y se produce la interacción. "Es fascinante ver cómo las cucarachas aceptan a los robots como si fueran de su propia especie, y cómo ambas especies construyen una especie de conocimiento colectivo", dice el científico. Incluso, las cucarachas, que en materia de relaciones biológicas parecen ser bastante ingenuas, se dejan disuadir para trasladarse junto con los robots a zonas luminosas de las que en otra circunstancia huirían.
Duenebourg y su equipo pretenden hacer pruebas de campo, para ver si el experimento tiene alguna aplicación práctica, específicamente con la finalidad de acabar con plagas de insectos. Éstos serían conducidos por robots a zonas específicas, donde podrían ser eliminados en grupo, fácilmente. El acercamiento entre máquinas y seres vivos conduciría a la postre a una traición que para las cucarachas, y para otros insectos, resultaría trágica y mortal.