Cubanos varados: ¿cualquier cosa menos volver a Cuba?
31 de enero de 2017En Nuevo Laredo, localidad mexicana fronteriza con Estados Unidos, se ha interrumpido la travesía de casi 400 cubanos en las últimas dos semanas. Entre ellos está Carlos García, un informático habanero de 29 años −junto a su esposa Gleysis Johnson, con seis meses de embarazo, y a cargo de otras madres con niños y personas mayores. O Jannio Grasset Granado, un guantanamero que sigue pendiente de su esposa, aún detenida en Tapachula, fronteriza con Guatemala.
La mayoría, se apuesta día tras día en la acera junto al Puente Internacional Nr. 1, por el que −antes del 12 de enero− "era normal entrar y pedir el parole" o "entrada bajo palabra", cuenta Jovann Silva Delgado, abogado cubano emigrado a Estados Unidos hace cuatro años. Jovann vive y trabaja como banquero en Dallas, Texas. Pero estuvo hace una semana en Nuevo Laredo.
Llevó ropa y algo de dinero recaudado en la plataforma de financiamiento colectivo GoFundMe. Los distribuyó entre madres y padres de más de una decena de niños pequeños de entre 6 meses y 13 años, embarazadas, personas mayores y dos refugios −Casa del Migrante AMAR y Casa del Migrante Nazareth− que acogen cubanos.
En Tapachula hay unos 800 varados, estima, desde el albergue Jesús el Buen Pastor, Yosvani Álvarez Moré, maestro de cocina de 45 años, que proviene de la provincia Ciego de Ávila y –antes de iniciar la travesía− residió un tiempo en Chile, donde han quedado su esposa y dos hijos.
En tránsito por Centro y Suramérica (México, Guatemala, Honduras, Costa Rica, Panamá, Colombia, Ecuador, Venezuela, Guyana, Surinam) o el Caribe (Bahamas, Islas Caimán, Trinidad y Tobago) quedan otros cientos. La mayoría se alberga en refugios, hoteles baratos o apartamentos rentados (sobre todo embarazadas y madres con niños, que han recibido donaciones de familiares, amigos o desconocidos solidarios, residentes en Estados Unidos).
Aunque la atención mediática se concentra en México, el portal Diario de Cuba (DDC), con una amplia cobertura, se centra en la frontera colombo-panameña, "donde la situación es de crisis humanitaria", asegura su director, Pablo Díaz Espí. Cáritas Panamá atiende a migrantes cubanos "desde hace meses”, precisa su jefa de redacción, Mirta Fernández. La semana pasada eran 280, pero las cifras varían, hay gente en la selva, en puntos fronterizos o deportados a Colombia sin trámites, reporta el corresponsal de DDC.
Solidaridad
"Yo, mi hijo y mi mamá cruzamos la frontera justamente por esta época, entre el 20 y el 23 de enero de 2014. Pasamos por Nuevo Laredo", cuenta Dayani Lozano, una conocida cantante cubana que hoy trabaja como funcionaria de obras públicas en la ciudad de Miami. "Cuando oí las noticias pensé: Dios mío, con el frío que hace en esta época, esa gente que no tiene nada, que ha vendido todo, ¿cómo va a regresar?".
"Pensábamos recolectar un poco de ropa y comida, llenar nuestros carros e ir para allá, o dárselos a una Iglesia, que pudiera repartirlos mejor", dice. Pero la respuesta al llamado que lanzó vía Facebook −junto a su esposo Ciro Benemelis, bajista cubano del cantante Álvaro Torres, y a un amigo− superó sus expectativas.
La Iglesia no apareció. Y aparecieron muchos cubanos con comida, ropa, medicinas, camas inflables, tiendas de campaña. Algunos decían "estamos acabados de llegar, no tenemos nada, pero ellos necesitan más". A sugerencia de una periodista, iniciaron la campaña "SOS Cubanos" en la plataforma de financiación colectiva GoFundMe. Les bloquearon temporalmente los fondos recaudados (que hoy superan los 7.000 dólares), para investigar "algún reclamo de fraude o similar", cuenta Ciro Benemelis.
Tuvieron que rentar almacenes. Averiguaron cómo pasar la donación a través de la frontera. Desbloquearon lo recaudado (que aún debe llegar a sus manos en los próximos días). Hicieron contacto con varados en Nuevo Laredo y Tapachula, con pastores, con un médico que ha albergado cubanos en su consultorio.
Desembolsaron dinero de sus bolsillos. Consiguieron transportes autorizados a cruzar la frontera. Pasaron ropa usada en pequeñas cantidades, para evadir una regulación contra la transmisión de enfermedades por esta vía. Pusieron a los migrantes en contacto con abogados. Y "SOS Cubanos" no ha sido una excepción.
"A la ayuda se sumó el dueño de un restaurante de comida cubana en Las Vegas, que paró su restaurante para colectar toda esa ayuda y reunió muchísimas más cosas que nosotros", ilustra Dayani. "Otros muchachos en Arizona reunieron tres camiones de comida. En Tampa, en Laredo, hubo también gente que aportó muchísimo", sigue. El Team Ávila se movilizó desde Houston. "Pero esa ayuda personal, de ciudadanos particulares, tiene un límite. Va a llegar el momento en que va a escasear."
Perspectivas
Desesperados, la mayoría de los varados, no importa dónde, apuesta a "ganar tiempo", y espera casi un milagro: que −pese a su retórica antiinmigrante− el nuevo presidente estadounidense, Donald Trump, "que aún lleva muy pocos días en el Gobierno como para hablar de los cubanos, se manifieste sobre lo que va a hacer con nosotros", dice Yosvani Álvarez Moré, desde Tapachula.
Entretanto, dos peticiones en la plataforma pública We the People, de la Casa Blanca, aspiran a que se haga una excepción con los cubanos que dejaron la isla antes del 12 de enero y han quedado en un "limbo" en México o que se restaure la política de "pies secos /pies mojados". Pero la plataforma gubernamental no registra las firmas que los cubanos han introducido en la web, se quejan firmantes en Facebook. De las 100.000 firmas necesarias para obtener respuesta (positiva, negativa o evasiva), cada petición registra apenas una. Hay "problemas técnicos", aseguran que responden las autoridades por vía telefónica.
A estos cubanos les queda solo una alternativa legal para entrar a Estados Unidos: el estatus de asilado, explica desde Dallas Jovann Silva Delgado, que intentó asesorar a los migrantes. Para eso, necesitan ser entrevistados por las autoridades estadounidenses y demostrar su "miedo creíble" de regresar a Cuba y ser perseguidos por razones políticas. Pero, en Nuevo Laredo, no los dejan ni acercarse a solicitar el trámite o los amenazan con detenerlos dos años, cuentan los migrantes.
En México, la Comisión Mexicana de Ayuda a Refugiados (COMAR), junto al Instituto Nacional de Migración (INM), les está ofreciendo a los varados la posibilidad de iniciar allí un proceso de refugio. "Tienen un plazo de 30 días", advierte en los medios el padre Giovanni Bizotto, director de la Casa del Migrante Nazareth, de Nuevo Laredo.
Otra posibilidad sería "la regularización por vía humanitaria, si prueban haber sido víctimas de amenaza, secuestro, extorsión o robo en su tránsito por el país", agrega Jovann. Muchos "están rechazando esas ayudas porque tienen la esperanza de que los acepten en EE. UU.”, confirma Dayani Lozano. Aunque Bizotto, que dice haber "estudiado bien la Ley”, asegura que acogerse a la regularización en México, no les impediría, posteriormente, marcharse a otro país.
"Que yo sepa, nadie se ha acogido al refugio" en Tapachula, afirma Yosvani. Apuestan por obtener el "oficio de salida", un salvoconducto de 20 días que el INM ofrece a extranjeros sin "reconocimiento de nacionalidad de las autoridades de sus países”, para "regularizar su situación migratoria en México o salir del país". La meta es llegar a Nuevo Laredo, pues "en caso de que estando en la frontera se te acabe el tiempo, están dando 20 días más hábiles", le han dicho a Yosvani.
Riesgos y esperanzas
Según un boletín del INM, en las últimas dos semanas, 161 cubanos (42 mujeres y 119 hombres) han sido deportados a la isla desde la "estación Migratoria Siglo XXI", en Tapachula. Entre ellos, Francisco D. Roque Ibarra, un trabajador agrícola de 40 años, de Sancti Spiritus. Tras cuatro meses de travesía, estafas y asaltos, las autoridades le negaron el salvoconducto para llegar a Nuevo Laredo. En su lugar, lo subieron a un avión federal, averiguó SOS Cubanos, a petición de un familiar.
Pero, en los últimos días, "al menos dos personas han desistido de la travesía, se han ido a entregar a la ‘prisión Siglo XXI' para que los deporten, y nos los han querido aceptar", relata Yosvani. Como sea, "la mayoría piensa que volver a Cuba nunca sería una opción, porque el Gobierno cubano, aunque diga que no, siempre toma represalias con cualquier persona que haya abandonado el país", asegura.
En últimas, ponen su esperanza en "la ONU", "los derechos humanos", y hasta "en Canadá", cuyo primer ministro –les han dicho− anunció que acogerá . "Casarse o tener un hijo" en México, "buscar un tercer país", "cualquier cosa menos volver a Cuba", insiste Yosvani, "porque el país no da solución a los problemas económicos de la gente y no hay libertad de expresión".