El odio mortal de Beate Zschäpe
11 de julio de 2018Pantalón negro, camiseta negra y blazer negro - Beate Zschäpe está vestida de negro, pero no solo ella. A su lado, en el banquillo de los acusados, están dos de sus ayudantes terroristas. Ellos también usan negro. Del lado de la audiencia: neonazis, extremistas derecha y partidarios de los acusados, que también visten de negro. Su mensaje al Estado alemán es claro: rechazan a este tribunal y al Estado y a sus representantes. No importa cuán crueles fueron los actos. No importa cuál sea el veredicto: la solidaridad está por delante.
Prisión de por vida para Zschäpe
Más de 200 personas se reúnen por última vez en este tribunal de Múnich: acusados, fiscales, familiares de víctimas, un ejército de abogados, periodistas y observadores. Se siente la tensión. El veredicto es el punto culminante, tras varios años de reconstrucción y procesamiento legal de uno de los asesinatos más brutales de la historia alemana en la posguerra. Nueve inmigrantes y una mujer policía fueron asesinados. Hubo ataques con explosivos y atracos. Beate Zschäpe y los miembros del grupo autodenominado "Clandestinidad Nacionalsocialista" (NSU) inundaron Alemania del terror de extrema derecha hasta que fueron descubiertos en 2011. Nadie los había frenado. Recién el suicidio de los aliados de Zschäpe, Uwe Mundlos y Uwe Böhnhardt después de un asalto fallido a un banco. puso fin a los crímenes. Ella fue acusada como la última cómplice viviente, junto con cuatro supuestos ayudantes.
En el día número 438 del juicio, cuando el juez Manfred Götzl ingresa al tribunal por última vez, el salón se pone de pie. Solo algunas de las camisas negras se quedan sentadas. Götzl las ignora. De inmediato comienza con el veredicto: cadena perpetua para Beate Zschäpe. En vista de la gravedad de la culpa, no aplica liberación anticipada. La mujer de 43 años escucha el veredicto, aparentemente impasible. LA sentencia aún no está en vigor.
Para sustentar el fallo, Götzl enumera cada acto individual. La brutalidad de los perpetradores aturde nuevamente incluso a los experimentados reporteros de la corte: un disparo en la cabeza desde corta distancia, disparo en el pecho, nueve disparos en la cabeza, las víctimas quedaron acorraladas, se refugiaron en sus locales o tras sus escritorios; narra el magistrado. El motivo de los victimarios: racismo. Odian a las personas que no cumplen con lo que ellos consideran "alemán". Querían inundar de miedo e incertidumbre a los inmigrantes, dice Götzl. Mientras tanto, los extremistas de derecha susurran entre los espectadores. Cada tanto se ríen con ironía y otros se duermen.
El calvario para los que se quedaron
Para las familias de las víctimas es difícil soportar escuchar la repetición de los detalles de la muerte de un hijo, un padre o un hermano. Muchos luchan contra sus lágrimas para guardar la serenidad.
El proceso no trae ningún alivio. Beate Zschäpe es declarada culpable, pero ella no ha hecho nada para aclarar los asesinatos. Cada vez que intervino fue una bofetada para las víctimas.
El escándalo de los neonazis en el tribunal
Antes de cerrar el juicio se arma un escándalo. Uno de los compañeros más cercanos de Zschäpe puede abandonar la corte en libertad. André E. permaneció en la clandestinidad durante años. Leal a Zschäpe, la cubrió y la apoyó; en su cuerpo, tatuó su odio: "Die Jew Die", "Muere judío muere". André se convirtió en un héroe de la escena ultraderechista, porque se negó a cooperar en este proceso. Prefirió ir a la cárcel, antes que traicionar a sus camaradas. André E. fue sentenciado a dos años y medio de prisión, y no obstante quedó en libertad. La detención preventiva ya no es proporcionada, argumenta el juez Manfred Götzl.
Tras el anuncio de su liberación, estallan en júbilo sus seguidores en el tribunal. El juez los amonesta. El odio del pasado vuelve a percibirse.
Cuando el juez cierra el caso, Beate Zschäpe recoge sus cosas, sonríe y habla con sus abogados. Algunos de sus defensores se toman fotos con ella. Zschäpe desaparece. Muchos asistentes parecen satisfechos por haber estado presentes este día en la corte. Fuera de la entrada está Ayse Yozgat con su esposo Ismael. Su hijo Halit fue asesinado por Beate Zschäpe y los terroristas de derecha hace doce años. Para ellos, su hijo fue asesinado ayer.
Author: Hans Pfeifer, Múnich. (Pana/Er)
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