Crece el miedo a un accidente nuclear en Europa
23 de enero de 2017"Podríamos tener la misma situación que se vivió en Fukushima. Es probable", dice Josie Bockholt. Por eso protesta contra el reactor nuclear belga de Tihange. Bockholt vive en Aquisgrán, a 60 kilómetros de Tihange. En el núcleo del reactor fueron descubiertas miles de pequeñas fisuras, que se suman a las permanentes fallas que una y otra vez se toman los titulares de la prensa.
La chica no está sola con su preocupación. En Aquisgrán hubo una protesta transversal contra la planta de energía. Los 250 mil habitantes de la ciudad, cientos de comunas aledañas y los estados federados de Renania del Norte-Westfalia y Renania-Palatinado exigen el cierre de esa vieja unidad e incluso acudieron en conjunto a los tribunales de Justicia.
Si hubiera un accidente atómico en Tihange, también se verían afectadas Alemania y Holanda. Si las condiciones climáticas fueran desfavorables, Aquisgrán quedaría totalmente contaminada. "Existe una probabilidad del 10 por ciento de que Aquisgrán quede inhabitable", advirtió Wolfgang Renneberg, exdirector de Seguridad Nuclear del Ministerio Federal de Medio Ambiente durante el lanzamiento de un estudio de riesgo encargado por Aquisgrán.
Ruleta rusa
"Que los reactores chatarra belgas sigan funcionando es una ruleta rusa", dice Oliver Krischer, de la fracción de Los Verdes en el Bundestag y diputado de la región de Düren, entre Aquisgrán y Colonia. La ministra federal de Medio Ambiente, Barbara Hendricks (SPD), alcanzó en diciembre un acuerdo sobre seguridad nuclear con las autoridades belgas. Ahora debe formarse una comisión que analice la seguridad de las centrales e intercambie información entre ambos países. "Con estas comisiones no conseguimos más seguridad, pero sí información", dijo Hendricks sobre el acuerdo.
La misma ministra ha exigido el cierre de los polémicos reactores belgas de Tihange y Doel, pero se ha encontrado con un muro: el control y la responsabilidad por la seguridad y funcionamiento de las centrales compete solo a las autoridades belgas. El 50 por ciento de la energía en Bélgica es nuclear y cerrar los reactores sería un enorme problema para el país.
Reactores viejos son un peligro
En la Unión Europea y Suiza hay 132 reactores operando, casi la mitad de ellos (58) en Francia. Las plantas tienen una vida útil de hasta 35 años y hoy tienen, en promedio, 32 años de antigüedad.
Además de su vejez, la fatiga de material y la acumulación de fallas, hay otros aspectos que preocupan a expertos y ciudadanos: falta de piezas de reemplazo, operación bajo condiciones de seguridad reducidas y laxitud en los controles. "Los gobiernos hacen la vista gorda y solo se preocupan del suministro energético en el corto plazo", advierte Susanne Neubronner, de Greenpeace. "Esto es una bomba de tiempo y un peligro latente para millones de europeos", agrega.
¿Se toma Francia esto en serio?
En el ojo del huracán se encuentran también los reactores franceses en Fessenheim, cerca de la frontera con Alemania, a 25 kilómetros de Friburgo. Opositores a la energía atómica, la región de Friburgo y el Ministerio Federal del Medio Ambiente exigen el pronto cierre de este reactor, cuyas permanentes fallas también han generado titulares en la prensa.
El presidente François Hollande prometió, tras su llegada al poder, cerrar el reactor a fines de 2016, una fecha que ha sido postergada en varias ocasiones. La última vez que el tema se habló se dijo que sería en 2018.
Este martes 24 de enero, la junta del grupo energético francés EDF podría finalmente tomar una decisión al respecto. Según un reporte del periódico galo Le Monde, el gobierno de Francia quiere pagar alrededor de 400 millones de euros por el desmantelamiento. Muchas personas, también en Alemania, estarían aliviadas con el cierre de la planta. Debido al viento oeste dominante en la región, serían ellas los principales afectados por un accidente.
Pero dentro de la firma la idea del cierre genera controversia. Se teme que dé una mala señal a la industria nuclear francesa. EDF y la empresa AREVA están sumidas en una profunda crisis financiera. También las fallas y los escándalos minan la confianza en el futuro de una industria atómica que alguna vez fue muy poderosa.