Cortocircuito en la planta atómica de Krümmel
8 de julio de 2009Un desperfecto en una planta atómica es siempre una mala noticia. Pero el cortocircuito que se registró el sábado 4 de julio de 2009 en el transformador de la central nuclear de Krümmel, en el norte de Alemania, no podría haber tenido lugar en peor momento. La falla y el consecuente apagado de la planta ocurrieron pocos días después de una intensiva reparación que había durado dos años, y menos de un trimestre antes de las elecciones generales.
Peter Harry Carstensen, primer ministro de Schleswig-Holstein y miembro del partido Unión Cristiano-Demócrata , ya advirtió que a Krümmel sólo se le dará una oportunidad más para arrancar exitosamente. De ahí que las empresas generadoras de energía atómica Vatenfall y E.ON – dueñas de la central en cuestión – estén haciendo esfuerzos extraordinarios por reparar su estropeada imagen y dejar bien parada a la industria que representan.
¿Sólo un susto?
“Desde un punto de vista técnico no pasó mucho; los sistemas de seguridad funcionaron sin problema alguno durante el apagado de la planta. Fue nuestro retraso en informar a la autoridad supervisora sobre lo ocurrido lo que, a mi parecer, generó tanto disgusto”, señala Ivo Banek, Gerente de Comunicación de Vatenfall Europe en Hamburgo, en entrevista con la emisora Deutschlandfunk.
Sin embargo, la irregular notificación de emergencia es sólo una de las razones por las que la confianza de la comunidad y del estamento político regional en plantas nucleares como las de Krümmel se ha visto quebrantada. Esta es la segunda vez que tiene lugar un cortocircuito en el transformador de la planta y la segunda vez que los voceros de Vatenfall ignoran los canales preestablecidos para informar a las autoridades y a la ciudadanía sobre sucesos de interés público.
Adicionalmente, Ivo Banek indicó que, durante las labores de reparación que se desarrollaron en la central atómica de Krümmel entre junio de 2007 y junio de 2009, se olvidó por completo instalar un centro de vigilancia que habría tenido como función minimizar las probabilidades de percances o averías en el funcionamiento de la planta. ¿Cómo pudo olvidarse algo tan importante?
Omisiones peligrosas
“Eso nos preguntamos nosotros ahora”, contesta Banek, añadiendo que, tras investigar las causas del cortocircuito del pasado 4 de julio de 2009, se percataron de que nunca llegaron a montar el aludido centro de vigilancia que se deseaba instalar. “Aparentemente, en la central atómica no se hizo seguimiento alguno para constatar que esa instalación se hiciera, a pesar de que no era una operación complicada, técnicamente hablando”.
La planta nuclear de Krümmel –que funciona desde 1983 en Geesthacht, Schleswig-Holstein, cerca de Hamburgo– fue cerrada el 28 de junio de 2007, cuando un cortocircuito hizo que el transformador de la misma se incendiara. Los apagones que se produjeron en las poblaciones más próximas y una política comunicacional mal administrada llevaron al despido de varios empleados y a la renuncia de varios ejecutivos de Vatenfall.
Tropezando dos veces con la misma piedra
En aquel momento, tanto los políticos posicionados en contra del uso de energía nuclear como aquellos a favor, criticaron severamente a Vatenfall por la ineficiencia de sus relaciones públicas y su atrofiada noción de responsabilidad social. Por eso extraña que una constelación de factores muy similar a la de hace dos años vuelva a poner en entredicho a la misma empresa.
“Hemos tomado una decisión muy importante en lo que a los transformadores se refiere”, comenta Banek a Deutschlandfunk. “No vamos a intentar reparar los transformadores actuales para continuar trabajando con ellos, sino que vamos a sustituirlos por unos nuevos”. ¿Y si vuelven a surgir problemas técnicos como los que han paralizado a la planta atómica en estos dos años? “Después veremos cómo seguimos adelante con Krümmel”.
Autor: Evan Romero
Editora: Emilia Rojas