Las cajas del "Chapo": campaña en tiempos del coronavirus
20 de abril de 2020El nombre para el producto fue rápido de encontrar: "La caja del Chapo". Así es como los medios mexicanos bautizaron las cajas con comida y artículos de higiene que la hija del capo de la droga más conocido del país, Joaquín "El Chapo" Guzmán, repartió entre la gente con un gran impacto publicitario. En plena crisis provocada por el nuevo coronavirus SARS-CoV-2, esta ayuda fue para los necesitados, especialmente los ancianos, explicó Alejandrina Guzmán, una de las hijas del jefe del Cártel de Sinaloa, encarcelado en Estados Unidos. Guzmán, dueña de la marca de ropa "El Chapo 701", hizo que sus ayudantes la filmaran empacando papel higiénico y arroz en cajas de cartón con el logo de la marca. Luego los ayudantes empezaron con la distribución, y poco tiempo después los videos y las imágenes de esta campaña circularon en las redes sociales.
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Guzmán se sumaba así a la tendencia: desde "Los Viagras" hasta "El Cártel del Golfo", las bandas criminales de México han entregado despensas con productos de primera necesidad en los últimos días con frecuencia y con un gran impacto mediático.
Estrategia de propaganda
Ante esto, las autoridades estatales no han podido actuar. El reparto de las cajas ha sido realizada por civiles desarmados, dijo el alcalde de San Luis Potosí, Xavier Nava, donde el Cártel Jalisco Nueva Generación distribuyó ayuda. Por lo tanto, no tenía ningún recurso legal. ¿Pero qué hay detrás de esta campaña? "No hay crisis humanitaria aguda o escasez de alimentos en México. Los cárteles están aprovechando la situación para consolidar su base social", dice Falko Ernst, del Comité de Crisis de DW. Las cajas con comida, en este momento, serían más apropiadas que la violencia. "Los recursos de los cárteles son actualmente escasos y la guerra es costosa".
El periodista y experto en narcotráfico José Reveles ve aquí también una "estrategia de propaganda para mostrar presencia". La violencia y la caridad son dos caras de la misma moneda, dice, lo que implica demandas territoriales hechas tanto contra el Estado como contra los cárteles hostiles.
El crimen organizado se beneficia del hecho de que el Gobierno mexicano tiene programas sociales ineficientes, irregulares y politizados. "Esto es preocupante. Si el Estado no toma medidas, México pronto tendrá un problema de seguridad aún mayor", advierte Ernst. Incluso antes de la pandemia, México iba hacia un nuevo récord en crímenes violentos. Con 2.585 asesinatos, marzo fue el mes más violento desde que se tienen registros.
Por ello, el experto Mauricio Merino, del Centro de Investigación y Docencias Económicas (CIDE), aconsejó al presidente, Andrés Manuel López Obrador (AMLO), que suspenda sus proyectos insignia, como una refinería y un tren turístico en el sur de México, y, a cambio, pague una pensión básica a 68 millones de pobres durante seis meses. Pero el jefe de Estado no quiere saber nada sobre el tema. El ámbito de la seguridad en la crisis del coronavirus no ha sido nombrado en sus discursos matutinos. Este sería, precisamente, el momento adecuado para una nueva estrategia.
Los cárteles, también afectados
Sin embargo, COVID-19 también está causando problemas a los cárteles: muchas rutas de narcotráfico están bloqueadas, tanto las de cocaína de América del Sur como la de los químicos chinos para drogas sintéticas, coinciden Reveles y Ernst. La extorsión en materia de protección y la trata de personas también han disminuido debido al estancamiento económico y los cierres de fronteras. Por lo tanto, algunos grupos ya no pueden pagar a sus sicarios. Pero, según Reveles, en particular los cárteles más grandes tienen suficientes reservas para durar algunos meses más -y tal vez, incluso, para absorber grupos más pequeños. "Este sería un escenario favorable para el Estado, si se enfocan en el lavado de dinero y secan así las finanzas de los grandes", dice Reveles. Hasta ahora, Reveles solo ve pasos muy tímidos del Gobierno en esa dirección.
Según Ernst, no se espera una nueva centralización del narcotráfico como hace 20 años, cuando el negocio estaba en manos de unos pocos capos bajo el ojo vigilante del Partido Revolucionario Institucional (PRI). "La fragmentación del crimen, en general, es demasiado grande", asegura Ernst y cree que existe el riesgo de que los pequeños subcontratistas criminales se dediquen al secuestro, la delincuencia callejera y el contrabando de gasolina. En un mediano plazo, las cifras de violencia en México podrían cambiar muy rápidamente. (CT/VT)
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