‘‘Corea del Norte seguirá siendo impredecible“
28 de diciembre de 2011Sr. Eschborn, desde hace días los medios de prensa de Corea muestran a personas de luto, llorando. ¿Cuán auténtico es ese duelo?
Eschborn: Creo que al respecto cada cual puede pensar lo que quiera… Sería un error creer que todo es un montaje, pero ciertamente hay mucho de pose. La mayoría de las imágenes proviene de Pyongyang, la ciudad ejemplar de Corea del Norte, como Berlín lo fue para la RDA. Por eso, se puede partir de la base de que allí mucho está arreglado. La televisión estatal mostró unos días después de la muerte de Kim Jong Il también imágenes de las provincias. Seguramente allí tardaron algo más en llegar las noticias porque, debido a la escasez de energía, no en todas partes se capta siempre la señal de televisión. Por eso, las tomas de personas llorando en las provincias tardan un poco más. Pero debemos cuidarnos de suponer que el régimen no cuenta con una aprobación en la población mucho mayor de la que quisiéramos creer.
¿Por qué?
La gente está ampliamente aislada del mundo exterior. Sólo pocos tienen acceso a los medios de comunicación occidentales. Y a través de la continua propaganda y de esa ideología, posiblemente la gente joven, que dispone de poca experiencia, sea muy poco crítica con respecto a estos hechos. No debemos abordar el asunto con nuestros parámetros de juicio occidentales, sino partir de la base de que la gran masa es gente que no conoce otra cosa que lo que se le presenta.
El traspaso del poder al hijo más joven de Kim Jong Il tras su muerte parece haberse consumado sin fricciones. ¿Le sorprende eso?
No sé si se pueda decir que se ha consumado sin fricciones. Una vez más debo decir que sabemos demasiado poco. Sabemos sólo lo que quieren que sepamos. Vemos que el Gran Sucesor, como se lo llama, está en primera línea y asume tareas de representación. Pero en los medios occidentales hemos oído decir que su tía –la hermana menor de Kim Jong Il- y su marido ahora posiblemente acompañen en el próximo tiempo al sucesor, como mentores familiares, porque es realmente muy joven. En Corea, tanto en la del Norte como en la del Sur, la sociedad está muy dominada por las generaciones mayores. Y me puedo imaginar que para un líder político es una desventaja ser demasiado joven, y que así lo ven también las élites nordcoreanas.
¿Qué consecuencias podría tener el que Kim Jong-Un no tenga todas las riendas en la mano, o por lo menos no solo, sino que haya otras figuras tras él?
Creo que la consecuencia más importante será que el carácter impredecible (del régimen de Pyongyang) no se reducirá como en realidad se hubiera esperado si Kim Jong Il siguiera con vida. El proceder de Corea del Norte seguirá siendo tan impredecible como hasta ahora, tanto en lo que respecta al gran marco internacional como a Corea del Sur. No hay que hacerse ilusiones. Es posible que el joven Kim se vea también bajo la presión de tener que legitimar su poder ante la élite del régimen y que vuelva a recurrir al viejo método de la provocación militar. Habrá que esperar los próximos 12 meses. En Corea del sur habrá elecciones parlamentarias en abril y presidenciales en diciembre, y yo creo que Corea del Norte va a tratar de ejercer influencia mediante la propaganda o la provocación militar, o ambas cosas.
Corea del Norte tiene una dictadura muy severa. ¿Cuán probable es a su juicio que Kim Jong-Un permita al menos incipientes reformas? ¿Hay indicios que justifiquen alguna esperanza?
Por lo pronto, no quisiera establecer una relación entre su juventud y una orientación pro-occidental o apertura para llevar a cabo reformas. Considero que en este caso ello no se justifica. Naturalmente hay expectativas con respecto a la nueva cúpula, eso está claro. Quiero decirlo de forma positiva: hay mucho campo para hacer mejoras en lo tocante al abastecimiento y al estándar de vida. Los dirigentes lo saben, pero disponen también de una amplia gama de recursos para atenuar expectativas demasiado altas. No obstante, corresponde a su propio interés legitimar su poder haciendo todo lo posible por mejorar las condiciones de vida. Y no hay que olvidar una cosa: también allí hay gente, personas jóvenes, que debido a circunstancias laborales ha pasado temporadas en el extranjero y en Occidente, que sabe cómo se ve el mundo fuera de Corea del Norte y que piensa que las cosas no pueden seguir así en su país. Se trata a menudo de personas que trabajan en comercio exterior y que pueden imaginar que su país se abra a Occidente, por ejemplo a través de la vía comercial.
¿Con qué probabilidades de éxito?
En este momento, muy pocas, ya que existen sanciones internacionales. Y, mientras no se avance en la desnuclearización del país, no veo mucho margen por ahora.
Autor: Dirk-Oliver Heckmann (DLF) /Emilia Rojas
Editor: José Ospina Valencia