¿Convención de Ginebra en Guantánamo?
12 de julio de 2006
El diario muniqués Süddeutsche Zeitung se refiere a las protestas por la visita de Bush a la patria chica de Merkel: "En Alemania nunca se había rechazado tan vehementemente a un presidente estadounidense como a George Bush. Esto tiene muy poco que ver con un presunto antiamericanismo. Bush es rechazado como persona porque personifica la guerra contra Irak: las mentiras con que se inició, el sufrimiento que causa con la guerra que aún perdura, las violaciones del Derecho Internacional y los errores en relacionados con ella. La antipatía por Bush no se dirige contra los Estados Unidos sino concretamente contra su actual presidente y contra su forma de ver el mundo, contra la 'ideología' difundida y practicada por el Gobierno de Bush".
Gobierno polaco como elefante en tienda de porcelana
El diario económico Handelsblatt, de Düsseldorf sobre la pareja de gemelos en el Gobierno polaco y su controvertido estilo: "En cuestiones de política exterior el primer ministro polaco Jaroslaw Kaczynski se comporta como un elefante en una tienda de porcelana. Sólo que no se da cuenta que la porcelana que rompe es la polaca. La política exterior del actual gobierno conservador nacionalista se destaca por su carencia de concepto y experiencia".
Maestros de la tortura y la retórica
El diario español El País, de Madrid sobre el fallo de la Corte Suprema estadounidense que declara a Guantánamo ilegal y obliga a aplicar la Convención de Ginebra: "El Gobierno de George W. Bush ha violado sistemáticamente el derecho militar estadounidense y las cuatro convenciones de Ginebra (1864, 1906, 1929 y 1949), que regulan el trato a los prisioneros de guerra, desde que la Casa Blanca obtuviera poderes especiales para combatir el terrorismo a raíz del 11-S. "Todos los detenidos han sido tratados de manera humanitaria, pero queremos hacer las cosas bien", ha declarado el portavoz del presidente Bush. Tal aserto es inexacto como se ha visto tras las denuncias de abusos cometidos por militares americanos no sólo en Guantánamo, sino también en Abu Ghraib, así como en los presuntos casos de tortura de personas trasladadas en los vuelos irregulares de la CIA.
La Administración de Bush sostenía hasta el fallo dictado por el Supremo el pasado mes que los militantes de Al Qaeda y otros sospechosos de terrorismo debían ser considerados como "combatientes ilegales" y por consiguiente, aun cuando en espíritu el presidente asegurase que su Gobierno acataba la Convención de Ginebra, no les reconocía ninguna protección al no ser soldados de ningún país ni llevar uniforme.
El Pentágono y la Casa Blanca se extralimitaron con el establecimiento de esos tribunales de excepción, en violación del artículo 3 ginebrino, y, además, sin tener la plena autorización del Congreso sobre esa cuestión. Tanto el presidente Bush como el secretario de Defensa Rumsfeld desoyeron en su día los consejos de los abogados militares que advirtieron de que podían estar incumpliendo la ley. El Supremo así lo dictaminó y ahora se ven obligados a cambiar de ruta".