Del G-8 al G-20
26 de junio de 2010Este 25 de junio, en lo profundo de los bosques canadienses, comenzó la cumbre del Grupo de los Ocho (G-8), preludio de la reunión del Grupo de los Veinte (G-20) que empezaría poco después, cuando en Europa estaba por salir el sol dominical. Los ocho países industrializados con mayor poder económico, militar y político en el mundo –Alemania, Canadá, Estados Unidos, Francia, Italia, Japón, Reino Unido y Rusia– se encontraron en Huntsville para exponer sus posiciones de cara a la crisis financiera global antes de abrir el debate y discutir en Toronto con los miembros que completan el G-20: Arabia Saudita, Argentina, Australia, Brasil, China, India, Indonesia, México, Corea, Sudáfrica, Turquía y la Unión Europea (UE) como bloque.
Muchos se preguntarán a qué viene el secreteo del G-8 en la víspera de la cumbre del G-20, ¿acaso no comparten todos el mismo interés en llegar a un acuerdo para responder sincronizadamente a esta coyuntura? Del interés común en poner fin a la recesión y sobreponerse de sus efectos no cabe duda, pero sigue habiendo discrepancias fundamentales por superar en torno a qué estrategia aplicar para alcanzar el objetivo deseado. ¿Qué hacer cuando las arcas estatales están casi vacías y a las economías mundiales les tiemblan las piernas? ¿Ahorrar férreamente para evitar que la situación empeore, como recomiendan los europeos, o inyectarle recursos a la economía aunque sea a costa de un nuevo endeudamiento de los Estados, como propone Estados Unidos?
¿Promesas, promesas?
Este es un dilema serio que carece de respuesta, aún después de culminada la reunión del G-8. “En este contexto no se está hablando de ahorrar como si de una panacea se tratara, sino de un ahorro inteligente que al mismo tiempo garantice la seguridad de las estructuras financieras a futuro, y eso es lo que he venido a dejar claro”, explicaba la canciller alemana, Angela Merkel, consciente de que el Gobierno de Estados Unidos no comparte su fe en el ahorro estricto como salida a la crisis. Por fortuna, el enfrentamiento que se temía tendría lugar entre Merkel y el presidente estadounidense no se consumó; pero Barack Obama se apresta a seguir promoviendo su idea –endeudamiento estatal precedido por mayor control de los mercados financieros– en la cita del G-20 en Toronto.
Obama tiene a su favor el hecho de haber presentado disposición para ponerle el cascabel al gato en la reunión del G-8: una comisión integrada por miembros de ambas cámaras del congreso estadounidense formuló un proyecto de ley mediante el cual se procura facilitar el control del mercado financiero, estableciendo normas más rígidas para las instituciones financieras y atribuyéndole mayor poder a las instancias supervisoras. “Nosotros conseguiremos que nuestro sistema financiero sea más transparente sacando a la luz el tipo de transacciones complejas que propiciaron esta crisis”, anunció Obama, agregando que su administración también se aseguraría de evitar que los bancos protegidos por el Estado puedan participar en negocios riesgosos.
Comprometiendo a los bancos
Otro punto de la agenda en donde sigue dominando el desacuerdo es la manera más efectiva de involucrar a los bancos en el pago de los costos dejados por la crisis. Los europeos sugieren que los bancos se comprometan a hacer pagos periódicos, pero es poco probable que la idea sea apoyada por una mayoría en Toronto. La propuesta de pechar los negocios financieros con impuestos especiales tampoco será puesta a votación en la urbe canadiense. “Nosotros vamos a promover esta idea intensamente”, dijo Angela Merkel, aludiendo a la necesidad de una nueva arquitectura para el mercado financiero, “pero debemos ser realistas y aceptar que no sólo los países industrializados se han mostrado escépticos, sino también los países emergentes”.
Autor: Henrik Böhme / Evan Romero-Castillo
Editor: José Ospina Valencia