Contra todo pronóstico, los refugiados regresan a Alepo
27 de febrero de 2016El cruce de la frontera de Öncüpınar, entre Turquía y Siria, está, sin lugar a dudas, tranquilo. Mientras decenas de miles de refugiados esperan a menos de un kilómetro con la esperanza de cruzarlo, las autoridades turcas insistieron firmemente que, aunque la escalada de combates en el campo que ha desplazado millares la frontera, permanezca cerrada.
En este momento, el cruce está marcado por una inquietante y engañosa sensación de calma, interrumpida solo por un camión de ayuda ocasional o ambulancia.
Al lado de la puerta principal hay una entrada más pequeña, más insulsa. Algunas personas se encuentran esperando de pie. Algunos de los hombres de pie fuman cigarrillos, mientras otros se sientan de cansancio, sobre montones de maletas. Las mujeres esperan separadamente a unos cuantos metros de distancia, buscando el cobijo del tiempo. Las madres amamantan a sus hijos e intentan calmar a sus bebés cuando lloran.
Esta es la hilera de personas, que a pesar de la violencia que les espera en el otro lado, están esperando cruzar para regresar a Siria.
Regresar
“Tengo que regresar”, dice a DW Abdullah, un curtido hombre sirio. “Mi familia está en el interior afrontando una situación tan difícil. No puedo estar lejos de ellos más tiempo”.
Hace un mes, Abdullah huyó de los ataques aéreos rusos en el norte del distrito de Alepo de Al-Bab por la entonces relativa seguridad de la ciudad de Azaz, a pocos kilómetros de la frontera con Turquía. Sin embargo, cuando las Unidades de Protección del Pueblo Kurdo (YPG) avanzaron, con la esperanza de capitalizar el control de la debilitada oposición, la ciudad se convirtió pronto en el epicentro de una guerra de varios frentes de las fuerzas locales, regionales e internacionales.
Preocupado por su propia seguridad, Abdullah se contrabandeó a si mismo a través de la frontera turca para escapar de una vez por todas de la violencia y buscar trabajo.
“Llegar aquí fue una travesía difícil”, dice. “Muchas veces intenté ir desde el mismo punto ilegal, pero no fui capaz de hacerlo”.
Una vez que cruzó con éxito, pronto hizo patente que, aunque había dejado atrás la violencia y sobrevivido a la travesía hasta aquí, la vida como refugiado no iba a ser fácil. Mientras que se le había dicho que podría recibir su ikimlik (o tarjeta de identificación de refugiado), después de una semana, no fue hasta después de llegar que supo que al menos se demorará un mes. Como la situación en el interior de Siria empeoró, decidió regresar y apoyar a su mujer y sus cinco hijas que se habían quedado en Alepo.
“Tengo miedo que les pueda pasa algo”, dijo, haciendo una pausa un momento para sacar un pañuelo de su bolsillo, con lágrimas en los ojos.
Además de las bombas de dispersión del régimen sirio y de los ataques aéreos rusos que caen indiscriminadamente a los civiles sin importar cuán cerca o lejos estén de las líneas del frente, las oportunidades económicas dentro de Alepo se están reduciendo, lo que hace cada vez sea más difícil vivir el día a día. Con la última línea de suministro seguro en las zonas controladas por los rebeldes de la corte de la ciudad, la ciudad está efectivamente bajo un asedio parcial, haciendo cada vez más difícil entregar suministros a los que se quedaron atrapados en el interior. Como la situación empeora, muchos están temiendo que se produzca una situación similar a la de Yarmouk o Madaya donde un asedio total del gobierno corta completamentela ciudad de cualquier ayuda, en especial la alimentación, provocando que la población civil se muera de hambre.
“No sé que puedo hacer para ayudar a mi familia”, continúa Abdullah, tranquilizándose a sí mismo. “Pero de todas maneras quiero estar ahí”.
La escalada de violencia
Desde principios de febrero, el régimen sirio lanzó una gran ofensiva sobre las aéreas sostenidas por la oposición en la provincia de Alepo en Siria, una región estratégicamente importante que fue un bastión de la oposición y que simboliza el éxito de la revolución. Sin embargo, como la mayoría de las recientes ofensivas de recaptura respaldadas por los rusos en los alrededores de las ciudades, muchos tienen miedo que Alepo caiga bajo el control del régimen, cambiando las corrientes de la guerra – quizás permanentemente- en su favor.
“La mayoría de nuestros combates son contra el EI, pero recientemente las fuerzas kurdas también han estado presionando contra nosotros”, dijo a DW, un combatiente del Ejército Libre de Siria, autodenominado Abu Muhidden, que espera en la frontera.
“En este momento, la mayoría de los refugiados tuvieron que huir por los ataques aéreos rusos”, continúa. “La tecnología está mucho más avanzada que el régimen, haciéndolos más mortales”.
Actualmente, Rusia está llevando a cabo un promedio de 60 ataques aéreos en Siria por día. Solo en el último mes, al menos 500 personas, incluyendo 89 civiles, fueron asesinadas presuntamente por los ataques aéreos rusos. “Los ataques aéreos [rusos] también atacaron nuestras brigadas, lo que también nos dificulta luchar”, añade. Mientras los Estados Unidos y Rusia negociaron una tregua que entró en efecto este sábado (27.02.2016), Abu Muhidden dice que es improbable- y que no afectará a la estrategia de lucha de su brigada. “Es una guerra”, se ríe amargadamente, encogiéndose de hombros con lo que ve como lo último en una serie de promesas poco probables de la comunidad internacional. “Tenemos que estar preparados para lo peor”.