Conmemoración en el Bundestag
27 de enero de 2015En una sesión solemne, con motivo del septuagésimo aniversario de la liberación del campo de concentración y exterminio de Auschwitz, el presidente alemán exhortó a oponerse a toda forma de segregación y violencia y a ofrecer un refugio seguro “a aquellos que llegan huyendo de la persecución, la guerra y el terrorismo”. Gauck apuntó que la expresión “¡Nunca más!” es un imperativo moral y una brújula interna que no ha perdido validez en vista de los crímenes contra la humanidad que vuelven a perpetrarse una y otra vez. Pero también planteó la interrogante de si se hace lo suficiente para evitar tales crímenes, castigarlos y ponerles coto.
En su discurso, el presidente Gauck abordó en extenso la evolución que ha tenido en Alemania la forma de recordar los asesinatos en masa cometidos en los campos de concentración. Describió la negación inicial de parte de los alemanes occidentales, en la época del milagro económico, y el tardío surgimiento de la empatía con las víctimas. Gauck describió a la RDA como un país en que se reconocieron esos horrores, se desplazó a las víctimas a segundo plano y se dio primacía a los combatientes de la resistencia contra los nazis. Eso solo cambió tras la reunificación de Alemania. Hoy, Auschwitz está indisolublemente ligado a la historia alemana, afirmó el presidente, subrayando: “No hay una identidad alemana que excluya a Auschwitz”.
Industria alemana de la muerte
El 27 de enero de 1945, soldados soviéticos liberaron el campo de exterminio ubicado en las cercanías de la localidad de Oswiecim (Auschwitz), en la Polonia ocupada entonces por los nazis. El Tercer Reich enviaron allí a más de 1.300.000 personas, en su mayoría judíos, pero también polacos, sinti, romaníes, prisioneros de guerra soviéticos y disidentes políticos. Más de un millón de seres humanos fueron asesinados en esa maquinaria industrial de la muerte.
Unos cuantos miles de miembros de las SS y la Gestapo velaron por el asesinato eficiente, la humillación y el sufrimiento de las víctimas. Auschwitz se convirtió en sinónimo de genocidio. Desde 1979, el lugar forma parte del patrimonio cultural de la humanidad, por designio de la UNESCO. En Alemania, el día de la liberación de este campo de exterminio se conmemora desde 1996.
No basta recordar
El presidente alemán advirtió del peligro de que estas conmemoraciones puedan llegar a convertirse en un ritual. “No nos libran de volvernos indiferentes aquí y ahora”, dijo Gauck, agregando que el deber moral no se cumple con solo recordar. “De ese recuerdo se desprende una tarea que nos insta a defender y resguardar los rasgos de humanidad”, indicó, aludiendo también a las actuales discusiones sobre la integración de solicitantes de asilo e inmigrantes.
Antes del discurso de Gauck, el presidente del Parlamento Federal, Norbert Lammert, dirigió la palabra a los numerosos asistentes, entre los que se contaron autoridades políticas, representantes de comunidades religiosas y sobrevivientes de Auschwitz. Lammert describió a Auschwitz como un lugar en que se hace posible captar emocionalmente lo que no se puede entender con la razón. Se mostró confiado en cuanto a la continuidad de la labor de mantener vivo el recuerdo, indicando: “Está surgiendo una generación de testigos de los testigos”. Y puntualizó también que el procesamiento moral de lo ocurrido no tiene fin.