Confinamiento en India: venta directa en la agricultura
27 de mayo de 2020Kannaiyan Subramaniam es agricultor. Su tierra se encuentra en la frontera entre los estados de Karnataka y Tamil Nadu, en el sur de India. Subramaniam se estaba preparando para cosechar 1,5 hectáreas de coles cuando el gobierno indio impuso un confinamiento en todo el país en respuesta a la pandemia de coronavirus.
En cuestión de horas, las tiendas cerraron y se establecieron controles de carretera. Se dijo a la gente que se quedara en casa. A los trabajadores entrenados para recoger coles se les prohibió viajar a la granja de Subramaniam durante tres semanas, retrasando la cosecha y, con ello, la venta de sus coles.
"El gobierno no nos ha ayudado, y eso ha golpeado duramente a los pequeños agricultores”, critica Subramaniam en entrevista con DW. "He sufrido grandes pérdidas y he tenido que asumir muchas deudas. Ha sido una cosecha muy buena, pero hay que poder distribuirla a la gente”.
Normalmente, los comerciantes vienen a la granja de Subramaniam para comprar su cosecha, empaquetarla y distribuirla a los minoristas y mercados mayoristas. Pero con los mercados cerrados, así como restaurantes, hoteles y tiendas, la demanda cayó. El cliente habitual de Subramaniam solo compró la mitad de su cosecha de 100 toneladas de coles, y le pagó también la mitad del precio habitual por kilo. Un cuarto de la cosecha se perdió y se pudrió en el campo.
La Asociación de Hortelanos de la India estima que el 30 por ciento de los cultivos listos para la cosecha se pudrieron durante el confinamiento. Según el economista Sudha Narayanan, del Instituto Indira Gandhi de Investigación para el Desarrollo, en las granjas indias normalmente se pierde entre el cinco y el diez por ciento de la cosecha.
Sin embargo, algunos agricultores y consumidores han encontrado formas de salvar sus cultivos y mantener así el flujo de suministros.
Redes sociales como mercados
Chandra Gowda cultiva uvas a las afueras del norte de Bengaluru (también conocido como Bangalore). Este año, la cosecha fue buena, pero tras decretarse el confinamiento, solo pudo vender sus uvas por un sexto del precio habitual. Gowda no pudo negociar. Necesitaba espacio en el campo para la cosecha de la próxima temporada. No encontró ningún comprador para 10 toneladas de sus uvas negras, que finalmente tuvo que descartar para compostaje.
Para salvar el resto de su cosecha, Gowda publicó un post en una página de Facebook llamada "Farm to Fork Bangalore” (Bangalore, de la granja al tenedor). Una semana más tarde, vendió 400 kilos de fruta alquilando una furgoneta, conduciendo a la ciudad y entregando su mercancía directamente al consumidor final. Gowda ha tenido que pedir un préstamo este año para mantener a su familia, que consta de siete miembros. Pero el hecho de poder negociar un buen precio por su cosecha mediante la venta directa, lo ha animado a repetir la experiencia el año que viene.
"Con la venta directa puedo obtener la ganancia al momento” señala Gowda a DW. "De lo contrario, tengo que atenerme al precio ofrecido por el intermediario. Y no pagan inmediatamente en efectivo. Puede tardar hasta dos meses conseguir el dinero”, explica.
"Farm to Fork Bangalore” es una de las muchas organizaciones sin fines de lucro que han respondido a la pandemia, conectando a los agricultores y consumidores a través de las redes sociales.
Ruchit Garg, director de una empresa de finanzas agrícolas, lanzó la iniciativa "Harvesting Farmer Network” (Red de agricultores cosechadrores) en Twitter, el 12 de abril de este año, después de ver a los agricultores descartando frutas y verduras frescas al borde de la carretera. Desde entonces, se han ofertado más de 1.600 toneladas de productos frescos de miles de agricultores. Cada tuit contiene el nombre del agricultor y su número de contacto, así como el tipo de cultivo, la cantidad y la ubicación, de modo que los clientes pueden ponerse en contacto directamente.
Consumidores involucrados
Las iniciativas también provienen de los propios consumidores. Menos de una semana después del cierre del país por la cuarentena, los agricultores locales se pusieron en contacto con la Asociación para el Bienestar Social de los Residentes de Sarjapur, en Bangalore. Tenían dificultades para vender sus productos. La asociación determinó el interés de sus miembros y ayudó a los agricultores a obtener permisos de la Policía para transportar las mercancías. Al día siguiente los agricultores entregaron tomates, patatas, berenjenas y verduras de hoja a las casas de Sarjapur.
Con máscaras faciales y distanciamiento entre ellos, los vecinos hicieron largas colas para comprar los productos frescos, mientras que muchos minoristas locales estaban cerrados, o tenían pocas existencias. Incluso ahora, que ha empezado la desescalada y las tiendas están mejor abastecidas, la furgoneta de los agricultores sigue haciendo su ronda.
Shilpa Polavarapu compró cinco kilos de mangos de otro programa similar en Bengaluru por 85 rupias el kilo, el equivalente a un euro, aproximadamente. La semana anterior, había pagado 99 rupias por un kilo a través de una empresa de alimentos en internet, y finalmente tuvo que tirar todo el envío porque los mangos no maduraron. "Los mangos de los agricultores eran mejores y más baratos”, afirma Polavarapu a DW.
Estas experiencias positivas de venta directa de los agricultores a los consumidores podrían ayudar a reducir el desperdicio de alimentos a largo plazo.
"El confinamiento ha obligado a los consumidores a comportarse de manera diferente”, cuenta Garg a DW. "Los consumidores son cada vez más conscientes de los problemas que enfrentan los agricultores y el esfuerzo que requiere el cultivo de alimentos. Si los clientes saben lo que es necesario para poner comida en su plato, apreciarán más los productos y lo verán desde otra perspectiva”, explica.
Repensando las cadenas de suministro
Tuitear sobre la cosecha, no será probablemente una solución a largo plazo. Pero si algunos programas de venta directa se organizan mejor y crean páginas web especializadas, el modelo podría continuar después de que se levante completamente el bloqueo, junto con un regreso a las cadenas tradicionales de venta al por menor y mercados mayoristas, predice Narayanan.
Sin embargo, la venta directa es un gran desafío para muchos agricultores. La ubicación es clave. "Para los agricultores con productos perecederos, los centros urbanos son como imanes porque los consumidores están dispuestos a pagar un alto precio”, dice Narayanan a DW. "Pero no todos los agricultores han podido aprovechar esta oportunidad. Necesitan proximidad a las ciudades y un medio de transporte”.
Los campos de coles de Subramaniam están a 100 kilómetros del centro de la ciudad más cercana. Consiguió vender unas 15 toneladas de su cosecha a través de pequeñas ventas generadas por la publicación en Twitter. Además, vendió otras diez toneladas a una start-up que pretende conseguir mejores precios para los agricultores indios y reducir las pérdidas alimentarias. Dice que la experiencia le ha llevado a replantearse las cadenas de suministro.
"No soy un hombre de negocios, pero me gustaría pasar de la mera producción de cultivos a la comercialización”, dice Subramaniam. "Ya he hablado con algunos amigos para crear un colectivo de pequeños agricultores. Esto nos permitirá unir fuerzas con las empresas que se abastecen de los agricultores y llegan directamente a los consumidores. Quiero proteger a los campesinos de la explotación de los mercados mayoristas tradicionales”, concluye.
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