Conferencia en Ginebra: difícil reencuentro de Rusia y Georgia
19 de noviembre de 2008El enfrentamiento entre Rusia y Georgia en la región caucásica duró sólo unos días, pero sus consecuencias se extienden hasta hoy. Las relaciones entre los dos países vecinos han quedado en suspenso, y los diplomáticos no descartan que el conflicto por las dos regiones independentistas, Abjazia y Osetia del Sur, pueda volver a estallar.
Precisamente eso es lo que la Unión Europea y las Naciones Unidas tratan de evitar: los organismos han asumido el papel de mediadores e invitado a rusos y georgianos a plantear en Ginebra sus posturas, con la esperanza de encontrar puntos comunes a partir de los cuales se pueda hilar un diálogo. La primera iniciativa de este tipo acabó el pasado octubre en fracaso, lo que sienta un difícil precedente para los esfuerzos actuales.
Sobre la integridad territorial
“Nos hemos visto obligados a reconocer a dos nuevos actores en el sistema internacional, Abjazia y Osetia del Sur, y mantenemos nuestra decisión. Ésta es definitiva y e imposible de cambiar”, ha dejado claro el presidente ruso, Dmitri Medvedev, por si quedaba alguna duda de lo mucho que se aferra Rusia al discutido reconocimiento.
Para las negociaciones de Ginebra, dicho reconocimiento va a ser problemático. Tan inamovible como se considera del lado ruso la independencia de las dos regiones, se cataloga de indiscutible por parte georgiana la defensa de la integridad territorial del país.
“Rusia respeta la integridad territorial de Georgia: una integridad territorial relacionada con el reconocimiento previo de Abjazia y Osetia del sur como actores independientes del derecho internacional”, mantiene Medvedev su retórica habitual, y el Gobierno en Tbilisi se conciencia progresivamente de lo limitado que está su margen de acción: “no podemos hacer nada más que mantener la calma y la esperanza de que Rusia recupere en algún momento la cordura”, dice la ministra georgiana de Exteriores en funciones, Nino Kalandadze.
En busca del culpable
Otro de los grandes obstáculos al entendimiento entre ambas partes es la cuestión de quién fue culpable de esta guerra. Rusia se presenta como la defensora de minorías étnicas, de ascendencia rusa, amenazadas por el centralismo violento de Tbilisi. Georgia se describe como un país agredido por los delirios imperiales del viejo poder moscovita.
“Las negociaciones las llevamos a cabo con Rusia porque para nosotros existe un solo enemigo, y ese enemigo es Rusia. Los separatistas están siendo instigados por los rusos. En Abjazia y Osetia del Sur gobiernan representares de Rusia sin que el pueblo los haya elegido o haya señalizado de algún modo que quiera ser gobernado por ellos”, asegura Kalandadze.
En Moscú, por supuesto, no están de acuerdo con la interpretación que de la presencia rusa en la zona hace la ministra. Los gobiernos de ambas regiones caucásicas son independientes.
Y reclamar a toda costa que observadores europeos y de la OTAN sustituyan a los soldados del Kremlin en Abjazia y Osetia del Sur es, según Konstantin Kossatschov, presidente de la comisión de asuntos exteriores de la Duma, defender “una postura desproporcionadamente radical”.
“Rusia quiere alcanzar un compromiso para que se legalice el estatus de sus tropas en el Cáucaso. El diálogo nos interesa sólo porque nos interesa alcanzar ese objetivo”, constata Alexej Vendiktov, jefe de redacción de la radio independiente Echo Moskvy.