Con el cultivo de vino ecológico hacia el éxito
26 de julio de 2009Desde la cima de la montaña se tiene una vista fantástica: al norte, en dirección al Rin y a la región de Hunsrück, y al oeste sobre la planicie de Rheinhessen en dirección a la capital del estado federado de Renania-Palatinado, Maguncia. Aquí, en Renania-Palatinado, se cultivan dos terceras partes de los vinos alemanes debido a su clima suave.
Sobre la montaña de Langenlonsheim, un lugar en el cual el hombre cultiva la vid desde hace siglos, tiene su sede la finca vitivinícola "Im Zwölberich". Hartmut Heintz y su familia cuidan de 21 hectáreas de viñedos.
300 años de tradición viticultora
Lo que en el año 1711 empezó como una explotación agraria mixta con cultivo de cereales, ganadería y vino solamente para el autoabastecimiento, ha evolucionado hoy hacia una propiedad vitivinícola orientada al futuro. Como ensartadas en una cadena se estrechan las cepas contra la pendiente –en total una buena docena de tipos de vid-. Las líneas están separadas por unos tres metros de distancia, el doble que en las fincas de los alrededores. Así reciben las plantas más luz y aire, y de esta manera se puede impedir mejor la propagación de moho, explica Hartmut Heintz.
Cultivo al estilo biológico-dinámico
Porque el bio-viticultor rechaza el empleo de remedios químicos para la protección de las plantas. Él produce su vino tan naturalmente como es posible. "Nuestra meta fue siempre que las superficies agrícolas mejoren su rentabilidad de una manera natural. Hay otras posibilidades para aumentar la vitalidad del terreno y producir el auténtico sabor del vino". De ahí que Heintz apueste para el cuidado de las viñas por un cultivo biológico-dinámico, por una mezcla preparada por él mismo de hierbas y minerales y por una observación exacta.
El viñedo incendiado
Ya su padre había empezado con la viticultura ecológica, lo que en un primer momento le supuso ser considerado un hombre "exótico" en un pueblo cuyas tradiciones agrícolas se remontan a varios siglos de antigüedad: "Cuando aquí alguien hace algo diferente, eso conduce a la incomprensión y al acoso. Así, alguien cortó las vides de mi padre y una vez incendió una parte del viñedo".
Hoy no habría ningún problema, afirma Heintz. Al contrario: con la fuerte demanda de productos biológicos, su negocio evoluciona bien. Heintz suministra a unos 8.000 clientes privados en todo el mundo y en muchas tiendas naturistas en Alemania se pueden encontrar sus vinos. Una buena parte de ellos han sido premiados.
Cambio estructural en la agricultura
Por el contrario, le preocupa el futuro. Porque la agricultura y, con ella, también la viticultura, se encuentran ante un cambio estructural: "en Rheinhessen, muchas explotaciones pequeñas ya se han unido a grupos más grandes". En muchas familias de viticultores la sucesión está vacante, porque mucha gente joven emigra a la ciudad y se dedica a otros oficios.
Hartmut Heintz espera, sin embargo, que su hijo de 22 años o su hija de 20 se incorporen a la empresa. Pero también reflexiona sobre otras formas a través de las cuales el negocio pueda continuar: "por ejemplo, un viticultor podría posibilitar a alguien de la ciudad sumarse a la explotación".