Comodidad made in Germany
2 de febrero de 2004“Los pies duelen en la cara”, como bien dice el refrán. El caminar cómodo no es precisamente una premisa de la moda, que, por el contrario, dicta formas y diseños en la industria del zapato, muchas veces imposibles de llevar sin darse un golpe, o, por lo menos, terminar con dolor de espalda. El lado ecológico y saludable de la historia del calzado en Alemania comenzó a escribirse a principios del siglo pasado, cuando Konrad Birkenstock creó el alma de las sandalias que llevan su nombre, es decir, la plantilla de corcho. Su sucesor, Karl, siguió desarrollándola hasta convertirla en el calzado más llevado por los jóvenes, no sólo en Alemania, sino en el mundo entero. Mientras en Alemania todavía se las asocia con movimientos ecológicos, hippies y medicina alternativa, en el extranjero se ha convertido en un símbolo de la moda juvenil actual.
¿Por qué no Heidi?
Recientemente, y gracias a un inteligente impulso de mecadeo, la popularidad de las sandalias ha dado otra vuelta de tuerca cuando la modelo Heidi Klum aceptó hacerse cargo del diseño de tres variantes de sandalias Birkenstock que llevan su nombre: la “Colección Heidi Klum”. Estas sandalias dan muestras de una gran creatividad, al igual que otros modelos como las “Papillio”, con reminiscencias asiáticas. Sin embargo, la garantía del éxito sigue siendo la clásica “Boston” para “pies anchos y caminar cómodo”. En su fabricación se utiliza la corteza del alcornoque, que se obtiene cada nueve años. Luego de que esta corteza se alisa y se corta en lonjas, de las que se sacan los corchos para botella, se obtiene un granulado con el material restante, que, al mezclarse con látex natural, se hornea y se transforma en las plantillas de las sandalias más cómodas del mundo.
Exitosa empresa familiar
La empresa, de carácter familiar en sus orígenes, tiene su sede central en Vettelschloß, una comunidad de alrededor de 3.600 habitantes situada en Renania-Palatinado, al sur de Alemania, y la producción se reparte entre diez filiales. Papá Birkenstock (Karl) es el típico patriarca conservador, de perfil bajo, que lleva claramente las riendas, mientras sus tres hijos se ocupan del negocio. Esta es la receta del éxito de la marca, cuyas transacciones llegan, según apreciaciones de entendidos, a los 500 millones de euros. La filosofía empresaria es el amor por el detalle, que crea modelos únicos, apoyándose en una familia que es ejemplo de tenacidad en estos tiempos difíciles. “Ese es el camino que nos lleva al éxito”, dice Bernd Hillen, gerente de compras de Birkenstock, y a nadie sorprende entonces que 12 millones de sandalias hayan salido del depósito en el año 2003.
Marca internacional “made in Germany”
Se trata de un empresa que opera a nivel internacional, en EEUU (Nueva York), Japón (Tokio), Australia (Melbourne), y, gracias a negociaciones recientes, hasta en las Islas Fidji. Esto muestra que la necesidad de sentirse cómodo al caminar no conoce fronteras. Desde el encargo de los clientes hasta la salida del producto, pasando por el empaque, Birkenstock crece a lo largo y a lo ancho. En lo que respecta a su cartera de clientes, cuenta con programadores que han desarrollado un software especial, que permite a la empresa y a comerciantes realizar sus operaciones con más eficiencia. Además, las computadoras de las diez filiales de producción alemanas están conectadas en red. En lo que respecta a su posicionamiento internacional, Bernd Hillen afirma que “en todos lados se comercia la marca Birkenstock, pero la producción y la logística están y permanecerán en Alemania”. Un buen augurio para la industria alemana en tiempos difíciles.