"Como en un país ocupado"
5 de octubre de 2016Jim Chilton tiene 77 años. Le toma menos de un minuto arrastrarse bajo el cerco de alambre y traspasar así la frontera entre México y Estados Unidos. Siempre lleva un Colt al cinto.
Miles de personas atraviesan cada año sus tierras. No hay información fiable sobre la cifra. Dejan a su paso toneladas de desechos de plástico, que causan la muerte de las vacas que los comen. Cortan las alambradas y ocasionan así más pérdidas, ya que las reses escapan. "Actualmente, una de las principales ocupaciones de mis cowboys consiste en reparar las alambradas”, cuenta Chilton.
Cada vez son menos las personas que cruzan la frontera en busca de una vida mejor, y más los traficantes de drogas, al servicio del Cartel de Sinaloa, una de las organizaciones criminales más brutales del mundo.
Demasiado peligro
"Para los migrantes corrientes que buscan trabajo se ha vuelto demasiado peligroso atravesar la frontera”, porque también ellos son obligados a transportar drogas, explica Jim Chilton, y muestra fotos de arbustos de los que cuelga ropa interior femenina. Dice que "son los trofeos que cuelgan los criminales después de haber violado a sus víctimas” y se lamenta de lo que ocurre en sus terrenos y en Estados Unidos.
Desde 1987 trabaja con cuatro empleados su hacienda de 20.000 hectáreas en la región fronteriza de Arizona, dedicada a la ganadería. Tenía casi 50 años cuando decidió dejar la vida que llevaba en el mundo de la política y la banca, para continuar la tradición familiar y criar ganado. Eligió esta hacienda a 110 kilómetros de Tucson principalmente porque hay allí muchos manantiales. En ese entonces no le preocupaba la cercanía de la frontera con México, ni que sus tierras colindaran incluso con ella a lo largo de 8 kilómetros.
"Desde el comienzo hubo mexicanos que cruzaban la frontera para trabajar en Estados Unidos. Eso nunca nos molestó. Cuando nos topábamos con alguno, le dábamos agua y le indicábamos dónde encontrarla al atravesar nuestros terrenos”, cuenta. Y, al igual que su mujer, repite continuamente: "Nadie debe morir en nuestras tierras”.
Control fronterizo
Desde hace años, Chilton y sus vecinos luchan por un control fronterizo eficiente. "Lo demandábamos mucho antes de que Donald Trump hablara de un muro”, aclara. Pero muchos han perdido la esperanza de que algo cambie.
Algunos de sus amigos han vendido sus haciendas por la mitad de su valor real, contentos de encontrar un comprador. En la mayoría de los casos las adquiere el Estado, porque los particulares no quieren asumir el riesgo.
Enfrentarse a la mafia del narcotráfico puede resultar mortal. Dos amigos del estanciero fueron asesinados a balazos tras haber dado aviso de que encontraron drogas. Chilton relata que él mismo tuvo que abandonar un tiempo su hacienda después de haberse topado con un grupo de contrabandistas y dar cuenta de las drogas que dejaron al escapar: "Nunca he tenido que usar mi arma, pero sé por qué siempre llevo al menos una conmigo”.
"Mejor equipados que los guardias”
La zona es accidentada. Numerosas quebradas ofrecen escondite a los contrabandistas con sus grandes mochilas cargadas de marihuana, cocaína o heroína. Además, el Cartel de Sinaloa ha instalado vigilantes muy bien equipados, que dan aviso a los traficantes. Chilton cuenta que una vez se topó por casualidad con uno, que perdió su teléfono satelital en la huida. Y afirma que el aparato "costaba más de 2.500 dólares; esa gente está mejor equipada que nuestros guardias estatales de fronteras”.
Según Chilton, el Cartel de Sinaloa ha asumido el control total dela zona. "Me siento como en in país ocupado”, dice el hacendado, que por años fue un fiel demócrata. Al salir de la universidad, incluso trabajó para el senador demócrata Carl Hayden. Pero este año dará su voto a Trump: "No encontramos bien todo lo que dice y hace, pero él se ocupará de nosotros. La Washington de Hillary Clinton nos abandonó hace tiempo”.
Autora: Ines Pohl