Comienza la batalla final por el clima en el G-8
6 de junio de 2007Optimistas de profesión y hábiles en el manejo de las formas, Angela Merkel y George W. Bush pusieron la mejor de sus caras tras la conversación de 75 minutos que sostuvieron antes del inicio oficial de la cumbre del G-8. Ante la prensa, la canciller alemana calificó la reunión de "positiva y exitosa". Pero ¿qué significa eso en concreto? ¿Lograron los gobernantes acercar sus posiciones en lo tocante a la lucha contra el calentamiento global, considerado el punto más relevante y difícil de la reunión de las principales potencias industrializadas? Merkel se limitó a indicar que había constatado con el presidente estadounidense "un alto grado de coincidencias", pero que en algunos aspectos hay que seguir trabajando.
Bush, más allá de Kyoto
Tales declaraciones han dado pie a interpretaciones diferentes. Mientras algunos vieron alivio en el rostro de Merkel y consideran que su encuentro con Bush fue un "esperanzador punto de partida" para la cumbre, otros creyeron percibir en el rostro de la gobernante alemana una seriedad que delataba decepción. Ciertamente, los agradecimientos del presidente estadounidense por haber asumido el liderazgo y su promesa de colaborar en la consecución de los "grandes objetivos", no son suficientes para una Angela Merkel que se proponía convertir al G-8 en precursor de la lucha contra el cambio climático, como ya lo había logrado en buena medida en el seno de la Unión Europea.
Analizando las palabras de Bush, llamó la atención que se refiriera explícitamente a la intención de trabajar en pos de acuerdos para la época posterior al protocolo de Kyoto, que expira el año 2012. En principio, tal idea es positiva. Sin embargo, los defensores del medio ambiente se mantienen escépticos frente al jefe de un gobierno que no ha ratificado dicho protocolo y aún hoy se resiste a adoptar compromisos concretos para reducir las emisiones de CO2.
La medida del éxito o el fracaso
En opinión de Greenpeace, será precisamente el establecimiento de ese tipo de acuerdos concretos, o su ausencia en el documento final de la cumbre del G-8, lo que marcará el éxito o el fracaso de Angela Merkel en Heiligendamm. Tobías Münchmeyer, de la organización ecologista, opinó que "ahora comienza en serio el tira y afloja en torno al clima" y exhortó a las potencias industrializadas a acordar ahora una reducción del 30% de los gases de efecto invernadero, con o sin Estados Unidos.
También desde la esfera política se plantean demandas de acuerdos concretos y vinculantes. Porque, como dijo el ministro alemán del Medio Ambiente, Sigmar Gabriel, con meras muestras de cordialidad y comprensión "no se ayuda a la causa del clima".