Comercio con China: libre, pero no tanto
29 de junio de 2012Después de una larga cena en la Casa Rosada, la anfitriona rebosaba de optimismo, animada por el comentario de su invitado: si las futuras relaciones comerciales entre China y Argentina llegan a fracasar, no será porque sus líderes no se conocen personalmente, le dijo el hombre fuerte de Pekín, Wen Jiabao, a Cristina Fernández de Kirchner (juntos en la foto). El primer ministro chino tuvo la cortesía de no mencionarle que los verdaderos obstáculos para el intercambio sino-argentino estaban a un tiro de piedra del palacio presidencial, en el puerto de Buenos Aires.
Los buques provenientes del país asiático lanzan sus anclas en aguas porteñas, pero no pueden descargar la mercancía que llevan debido a las rudas limitaciones que la nación suramericana le impone a los importadores. Poco antes de que Wen Jiabao viajara a Argentina, una funcionaria de alto rango del Ministerio de Comercio chino hizo público su disgusto de cara a las restricciones en una entrevista con el diario argentino Clarín: “Eso propicia un ambiente de negocios inestable y perjudica al empresariado chino, que ya se está quejando”.
La funcionaria agregó que las limitaciones en cuestión “violaban las reglas de la Organización Mundial de Comercio”. No obstante, el primer ministro chino puede darse el lujo de sopesar la situación con relativa calma. Después de todo, los suramericanos están ávidos de hacer grandes negocios con China; el gigante asiático ya es el principal socio comercial de Brasil y Chile, y el segundo más importante de Argentina. El intercambio de mercancía y capital se intensifica rápidamente, y los implicados quieren que esa tendencia se mantenga.
El auge del intercambio
Wen Jiabao está interesado en que el volumen de transacciones comerciales con el Mercado Común del Sur (Mercosur) se duplique de aquí al año 2016. Ya en 2011, China le compraba 51.000 millones de dólares en mercancía a los Estados miembros de esa unión aduanera –Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay– y les vendía productos en cantidades cuyo valor ascendía a 48.000 millones de dólares; en ambos casos, el intercambio creció en un tercio, en comparación con las transacciones del año 2010
Cuando recomendó la suscripción de un Tratado de Libre Comercio entre China y el Mercosur, el jefe de Gobierno chino atizó la euforia de los mandatarios de ese bloque. La presidenta argentina admitió que ese pacto sería una oportunidad histórica para su país. A los ojos de Fernández de Kirchner, a las tambaleantes economías de Estados Unidos y la Unión Europea no les quedan soluciones estables que ofrecer, mientras que China abre la posibilidad de nuevas cooperaciones.
Su homóloga brasileña, Dilma Rousseff, comparte esa impresión: “Considerando las dimensiones de esta crisis, que durará un buen tiempo, es importante que el Mercosur y China profundicen sus nexos para que no tengan dificultades similares”. Con talante pragmático, el director de la Cámara de Comercio, Cultura y Producción Argentina Asiática trajo a colación que para China sería más fácil hacer negocios con un bloque de Estados que representa a 200 millones de personas, que hacerlo con cada país por separado.
En la mira de los chinos
Desde luego, detrás de este entusiasmo se esconde también el cálculo: hasta ahora, China compra principalmente materias primas, productos alimenticios y soja. Una zona de libre comercio conjunta podría traer consigo un incremento de inversiones y de tecnología china en suelo suramericano; cosa que le daría impulso a la industria local y, con el tiempo, le permitiría a los Estados del Mercosur convertirse en algo más que exportadores de materia prima.
Argentina ve a China como un socio poderoso para su sector petrolero: la empresa petrolera YPF, que acaba de ser estatizada bajo circunstancias escandalosas, necesita dinero y técnica para poder explotar las nuevas reservas de crudo. Y Uruguay ha invitado a los chinos a participar en el proyecto de construcción más grande en la historia de esa nación: el presidente José Mujica quiere persuadir a los asiáticos de intervenir en la costosa erección de un puerto de altamar en el Atlántico, señalando los hallazgos de crudo y gas en las costas.
Sin embargo, las puertas que conducirían a un Tratado de Libre Comercio no se han abierto todavía; por ahora, los obstáculos para ello los están poniendo los propios países del Mercosur. En lugar de renunciar a sus políticas proteccionistas, Argentina y Brasil decretaron medidas recientemente para frenar la inundación de sus mercados con mercancía china. Al mismo tiempo, Mercosur le prohibió a Uruguay establecer Tratados de Libre Comercio con terceros. Y el hecho de que Paraguay no tenga relaciones diplomáticas con la República Popular de China, sino con Taiwán, no hará las cosas más fáciles.
El periódico argentino La Nación se mofa del Mercosur diciendo que un proyecto de esa magnitud no se ha cristalizado ni siquiera con la Unión Europea, que está mucho más cerca de Suramérica en términos geográficos, históricos y culturales. Pero, por lo menos, los chinos y los suramericanos ya se han conocido. El próximo paso necesario para propiciar una sociedad comercial será discutido en la cumbre de Mercosur este viernes (29.6.2012); reunión en donde, por cierto, no estará Paraguay, que quedó excluida del foro debido a su crisis política.
Autor: Marc Koch (ERC)
Editora: Emilia Rojas Sasse