Colombia: ¿Acuerdo de paz?
10 de marzo de 2016"El 23 de marzo fue una fecha simbólica que puso el presidente Juan Manuel Santos la única vez que fue a la Habana en septiembre pasado. Más o menos fue obligado por Raúl Castro a darse la mano con (Rodrigo Londoño Echeverri) 'Timochenko', jefe de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia, FARC", recapitula el analista y periodista colombiano Omar Rincón, en conversación con DW.
El director de comunicación para América Latina de la Fundación Friedrich Ebert recuerda que ese día ambas partes dijeron que se comprometían en seis meses, lo que sería el 23 de marzo, a firmar un tratado de paz. El presidente Santos anunció la víspera (09.03.2016) que no firmará un mal acuerdo con las FARC por cumplir con un plazo. La canciller colombiana Ángela Holguín había anunciado unos días antes que era factible la firma de tal acuerdo después de más de tres años de negociaciones.
“Ante la expectativa que hay la canciller Holguín dijo que el 23 de marzo habrá noticia. La mejor sería que firmaran y que comenzara la etapa de legitimación de esos acuerdos. Si no se anuncia un acuerdo de paz, se dice que se anunciaría un cese bilateral del fuego, que quiere decir en este momento un cese del fuego por parte de las FARC, que dejó de hacer atentados permanentes“.
Pese a los altibajos en las negociaciones en La Habana, se han logrado consensos en una reforma agraria, en la lucha contra el narcotráfico, la participación política de los guerrilleros desmovilizados, la atención a las víctimas del conflicto, así como en la aplicación de un sistema de justicia transicional.
Siguen sin resolverse cuestiones fundamentales
Un acuerdo de cese al fuego bilateral y el final de las operaciones bélicas es un paso que tiene que hacerse. Sin embargo el experto subraya que no han concluido las negociaciones sobre cuestiones fundamentales como son la deposición de las armas por parte de la guerrilla y bajo qué mecanismos se refrendarán los acuerdos dentro del sistema político colombiano.
Rincón señala que hay tres posibilidades para legitimar esos acuerdos. "Uno, que piden las FARC y el expresidente Álvaro Uribe y por eso se parecen, es refundar el Estado Nacional con una nueva Constitución. Ni el presidente Santos ni muchos colombianos queremos esto. Tenemos una constitución muy buena de 1991, que si la refundamos en medio del odio político y guerrillero podría resultar en una Constitución conservadora y de derecha".
La segunda opción, que propone el presidente Santos, es someter los acuerdos de paz de La Habana a un peibiscito por parte del pueblo colombiano. “Tiene la gran ventaja de que convocaría a la ciudadanía para que se pronuncie, la desventaja es que el pueblo opina sin haber leído nada“. Rincón advierte sobre el riesgo de que gane la campaña en contra del proceso de paz que encabeza el ex presidente Álvaro Uribe, al que califica como el político más popular de Colombia, y quien se opone al proceso de paz.
Rincón favorece la tercera opción: que sea el Congreso el que legitime el proceso. “Al igual que el presidente, son nuestros representantes políticos elegidos por el voto popular, ellos son los que debieran decidir“, afirma.
Las FARC dejarán de ser un sujeto político
El experto aseguró durante su visita en Berlín que las FARC no tienen ya ningún respaldo popular y son un actor que desestabiliza al país porque justifica el aparato represor del Estado, el alto costo militar y una serie de prácticas históricas que han impedido que la sociedad colombiana tenga una mayor posibilidad de disentir.
También lamenta que la mayoría de los ciudadanos de su país se sientan espectadores de un conflicto que no les atañe. “A nivel cultural lo que se transmite por herencia genética de padres a hijos es el odio. Todos los opositores a la paz están basados en el odio y ni las FARC ni el gobierno han logrado cambiar esto“.
El experto se muestra convencido de que tarde o temprano se firmará el proceso de paz que pondrá fin a 50 años de conflicto, el más largo del mundo, que ha dejado un saldo de 220.000 muertos y millones de desplazados. "Eso va a ser bueno porque las FARC dejarán de ser sujeto político. Aunque eso no va a transformar la realidad trágica de violencia de Colombia rápidamente, por lo menos ya no podremos echarle la culpa de todos los males del país a la guerrilla", dice, refiriéndose a políticos y empresarios corruptos.