Coblenza: entre el Mosela y el Rin
6 de abril de 2006A primera vista, Coblenza cumple con todos los clichés habituales sobre la marcialidad de la historia alemana: los caballeros de la “Deutsche Orden” se establecieron en la confluencia del Rin y el Mosela y bautizaron el lugar como “Rincón Alemán”, “Deutsches Eck”. Allí, el emperador Guillermo I posa sobre su corcel de bronce y desde su estatua observa, altivo, los ríos que corren a sus pies.
Al otro lado del Rin se levanta, amenazante, la fortaleza prusiana Ehrenbreitstein. Recuerdos de los tiempos de guerra, militarismo y estruendo de artillería. Sin embargo, Coblenza está situada en un paisaje de suaves elevaciones, entre las colinas verdes de Eifel, Hunsrück, Taunus y Westerwald. En 1930, el escritor Kurt Tucholsky ya decía que el lugar era demasiado bello para el monumento del “Rincón Alemán”, “un adorno de torta gigante”, un “montón de piedra deforme”.
Rincones románticos
Sin embargo, el “Rincón Alemán”, el monumento al emperador y la fortaleza prusiana son una gran atracción turística. El zumbido de las cámaras de video y los disparos de las cámaras fotográficas cubren las voces de distintos idiomas. El laberinto de callejuelas en el romántico casco antiguo de Coblenza deja encantados a los turistas japoneses... pero también los confunde.
Mirando todo siempre a través de la lente, entusiasmados, los visitantes suelen desorientarse y perderse, para terminar consolándose con un vaso de vino del Rin o del Mosela en uno de los tantos locales del centro. Para evitar dar vueltas innecesarias, lo mejor es comprarse una guía turística de Karl Baedeker, quien fuera durante mucho tiempo dueño de una editorial del mismo nombre, asentada en Coblenza. Para beber el abocado vino regional de todas formas no hace falta guía de turismo. A los taberneros les da igual.
Barcos, industria y soldados
Los dueños de restaurantes y en general todos los habitantes de Coblenza sacan provecho de la avalancha de turistas, que dejan beneficios a las vinerías y museos, las tiendas y los hoteles. Pero en temporada alta los 110 mil habitantes de la ciudad también suelen quejarse de la superpoblación del casco histórico. Y encima ellos no tienen tiempo para el ocio.
En Coblenza se trabaja mucho, en el puerto, en la industria, en el sector de servicios y en las oficinas públicas de la administración regional y federal. También hay 12.000 efectivos de las fuerzas armadas prestando servicio en la ciudad. Los militares, asentados aquí desde la época de los romanos, constituyen uno de los rasgos característicos del lugar.
Beethoven y los estudiantes
Ser una base militar importante no sólo trajo ventajas a Coblenza. Durante la Segunda Guerra Mundial, el destino llamó a la puerta de la ciudad como en la quinta sinfonía de Ludwig van Beethoven: los bombardeos aliados la destruyeron casi totalmente. Y hablando de Beethoven: en la calle Wambach nació María Magdalena, la madre del compositor.
Hoy aquí se puede visitar la mayor exposición privada de mundo sobre Beethoven. Uno de sus contemporáneos que más lo despreció fue el príncipe Metternich, nacido en Coblenza en 1773. En un solo lugar, la nueva sede de la universidad, se puede seguir el paso de la historia. Donde antiguamente se daban órdenes marciales, hoy se respira ciencia. Un antiguo cuartel alberga a estudiantes y profesores en Metternich, uno de los barrios de Coblenza.