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Circo romano en Núremberg

Francisco Caro26 de junio de 2006

El partido de octavos entre Holanda y Portugal se convirtió en una batalla campal. Ha sido con diferencia el duelo más violento de los hasta ahora vistos. DW-WORLD habló con un especialista en psicología del deporte.

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Los gladiadores salieron a la arena y enloquecieron a un público ávido de sangre.Imagen: AP

El encuentro estuvo repleto de expulsiones y amonestados en un clima combativo en exceso. La tensión que se vivió en la cancha se trasladó rápidamente a las gradas, desde dónde se reprochó todo lo imaginable al árbitro Valentin Ivanov. El colegiado no supo imponer su autoridad y reaccionó tarde y mal ante las agresiones al juego limpio y a la integridad de los jugadores.

En Núremberg se presenció la cosecha más abundante de amonestaciones en la historia de los Mundiales. Ivanov igualó el récord establecido por el español Antonio Jesús López Nieto en el Mundial anterior. Al final, a Ivanov se le recordará por expulsar a cuatro jugadores por doble amonestación -dos por equipo- y poner 8 tarjetas amarillas.

Todos lunáticos

Fußball, WM 2006, Niederlande - Portugal, 25.06.2006
El rojo fue el color que más se vio.Imagen: AP

Los jugadores, como verdaderos gladiadores, dieron un espectáculo de circo romano y convirtieron el estadio en una olla a presión. ¿Qué pasó en Núremberg?¿por qué todos se volvieron lunáticos? Para averiguarlo, DW-WORLD habló con Milchael Kellmann, experto en psicología del deporte y director del departamento de psicología de la facultad de ciencias del deporte de la universidad de Bochum.

Según Kellmann, "cada vez se hacen más esfuerzos por mejorar el control psicológico de los jugadores, pero no los suficientes", como bien se vio en Núremberg. Kellmann nos explica: "a veces, los jugadores de fútbol no saben regular sus emociones y una cosa lleva a la otra. Se necesita un entrenamiento especial para que los jugadores aprendan cómo tratar la frustración".

La agresión como táctica de juego

Fußball, WM 2006, Niederlande - Portugal, 25.06.2006
¡A la carga! ¡a por ellos!Imagen: AP

Es bastante habitual leer en la prensa declaraciones de jugadores o entrenadores que dicen que la violencia en el campo es, en cierta manera, "normal" porque los jugadores están tensos. Hay una cierta permisividad y un intento de justificar la pérdida de control de algunos jugadores. "Puede ser que el entrenador favorezca la violencia en el campo. Y es que muchos seleccionadores y futbolistas la instrumentalizan como manera de presión, la usan como táctica", nos explica Kellmann.

El doctor Jeckyll y mister Hyde

La agresión es habitual en el fútbol porque es un deporte de contacto y de rendimiento físico extremo. Kellmann nos recuerda que "las caídas y los choques con otros jugadores provocan dolor. Este dolor incide en las emociones de los jugadores que se van 'transformando' poco a poco, llegando a adoptar una actitud violenta y desconfiada. Por ejemplo, los jugadores llegan a creer que las faltas se hacen intencionadamente cuando en realidad no siempre es así. Se focaliza la rabia en el contrario". Los jugadores sacan temporalmente la bestia que llevan dentro.

Como si del extraño caso del doctor Jeckyll y mister Hyde se tratara, los jugadores vuelven a convertirse en personas civilizadas cuando salen del campo. Kellmann nos recuerda que "en el partido entre Holanda y Portugal se pudo ver a dos jugadores expulsados de equipos contrarios que conversaban tranquilamente en la grada. Fuera se recupera la razón".

El árbitro tiene que demostrar quién manda

Fußball, WM 2006, WM Bilder des Tages, Niederlande
Había leones hasta en la grada.Imagen: AP

Al preguntar por la mala actuación del colegiado, Kellmann comentó a DW-WORLD: "el árbitro, como toda persona, da una imagen de sí mismo. Todo depende del rol que el árbitro mismo se asigne, de si puede presentarse ante los jugadores como una figura autoritaria y no permisiva. Quizá el árbitro no lo consiguió. Por ejemplo, recuerdo la falta a Christiano Ronaldo que se penalizó con una tarjeta amarilla. Para mí, aquello merecía una roja. Estas cosas llevan a los jugadores a creer que pueden permitirse excesos y que no serán castigados".

Kellmann nos indica que "los árbitros también pasan por un entrenamiento psicológico para superar el estrés y saber reaccionar con madurez si se han equivocado". Parece que nuestro colegiado no fue a las clases o, como Kellmann dice, "todo el mundo tiene un mal día".

El público calienta a los jugadores

Kellmann concluye refiriéndose al griterío en las gradas: "el público puede influenciar a los jugadores. Esta influencia puede ser positiva si anima al equipo -en este sentido, Alemania tiene una ventaja porque juega en casa y el público es abundante-. Pero también puede ser negativa y aumentar la tensión de los jugadores. Seguramente esto es lo que pasó en el encuentro entre Holanda y Portugal. El público, como se suele decir, calentó a los jugadores".