Cine queer latinoamericano en la mira de los alemanes
30 de octubre de 2014Este 31 de octubre, pocos días después de haber clausurado su 25ª edición, los organizadores del Festival de Cine Lésbico y Gay de Hamburgo (LSF, sus siglas en la lengua de Goethe) exhibirán los mejores cortometrajes de su programación en Metrópolis, una de las salas de arte y ensayo más importantes de la ciudad hanseática. Las películas en cuestión serán un anticipo de lo que se verá en las muestras de cine queer de Esslingen, Baden-Wurtemberg (30.10. al 5.11.2014), y Münster, Renania del Norte-Westfalia (6.11. al 9.11.2014).
Por ser el evento cultural más antiguo de su tipo en Alemania, el LSF apoya a los festivales que la comunidad lésbica, gay, bisexual, transgénero e intersex (LGBTI) realiza en otras siete urbes de este país (www.queerscope.de). Compartir las joyas del séptimo arte que llegan a sus manos es fundamental para que esas iniciativas puedan prosperar. Pero esa colaboración también ejerce una influencia positiva sobre la industria cinematográfica latinoamericana: cada año, el LSF expone a los cinéfilos germanos a películas concebidas y rodadas al sur del Río Bravo.
Premiados por el público
Y 2014 no ha sido la excepción. Entre el 14 y el 19 de octubre, cuando celebró su primer cuarto de siglo, el LSF mostró 150 cintas de largo y corto metraje; entre ellas había un puñado de producciones y coproducciones latinoamericanas. Dos fueron premiadas por el público: la del director mexicano Edgar A. Romero Bajo el último techo, de doce minutos de duración, y el largometraje del brasileño Daniel Ribeiro Hoje eu quero voltar sozinho, que también recibió el premio Teddy a la mejor película con temática LGBTI en la Berlinale de 2014.
“Con el paso del tiempo se ha ido diversificando el material al que tenemos acceso. Por un lado, las películas latinoamericanas están muy bien representadas en el Festival Internacional de Cine de Berlín y otros foros cinematográficos europeos. Por otro, nosotros establecemos contacto directo con las escuelas de cine y los festivales al otro lado del Atlántico para descubrir novedades. Por ejemplo, Mix Brasil, que se realiza en Sao Paulo y Río de Janeiro, es una valiosa fuente de información”, explica Joachim Post, coorganizador del LSF.
Vínculos estrechos
“Aparte de Mix Brasil están las secciones de cine queer en los festivales de Río de Janeiro y Guadalajara; los foros LiberCine de Buenos Aires y Llámale H de Montevideo, el festival de La Paz y el Ciclo Rosa Audiovisual que circula por varias ciudades de Colombia”, señala Post. “Buena parte de las películas que recibimos siguen viniendo de Estados Unidos, pero nosotros procuramos incluir cintas de otros países para que nuestra programación sea más equilibrada”, agrega su colega Hannes Homrighausen.
“Por fortuna, todos estos proyectos están interconectados y el LSF goza de buena reputación en otras latitudes porque trabajamos sin jerarquías, realizamos talleres, organizamos encuentros con los directores y también por la fama que se ha ganado el Nachtbar”, apunta Sebastian Beyer, otro coorganizador del LSF, aludiendo al local nocturno que sólo está abierto durante las fechas del festival; un punto de encuentro para cinéfilos a medio camino entre bar y discoteca, dotado con una escenografía lúdica y una sensación de comunidad que ningún establecimiento comercial consigue imitar.
“Entre los años 2000 y 2002 llegamos a dudar que pudiéramos seguir adelante con el LSF porque otra empresa entró en competencia con nosotros y acaparó los derechos de exhibición de varios filmes con miras a estrenarlos en Alemania. Pero el LSF se impuso al final porque nuestro festival tiene un vínculo mucho más estrecho con la población queer de Hamburgo y con el circuito local de cines”, recuerda Post, enfatizando la diferencia que existe entre la mera proyección de películas y la concepción de una experiencia comunitaria.