China: todo fríamente calculado
23 de enero de 2015
El primer ministro chino, Li Keqiang, debió hacer mucho trabajo de persuasión en Davos, pues la oficina de estadísticas del gigante asiático había dado a conocer las cifras de crecimiento de China en 2014 apenas 24 horas antes de su participación en la cumbre. Los números muestran que el país no solo anotó su peor crecimiento desde 1990, sino que también fracasó por primera vez en los objetivos fijados por el gobierno. Li Keqiang debió demostrar al mundo que su gobierno tiene todo bajo control y que el debilitamiento de la economía es parte de la “nueva normalidad”. En vez de un crecimiento alto en cantidad, China quiere un crecimiento alto en calidad.
Es decir, pareciera que Li Keqiang llegó a la ciudad suiza a tranquilizar a la economía mundial. ¿Consiguió su objetivo? Finalmente, la República Popular es uno de los mayores compradores de materias primas del mundo y un crecimiento del 7 por ciento allí significa un incremento del PIB de más de 800 mil millones de dólares al año. Para alcanzar una cifra similar, hace cinco años se necesitó una tasa de crecimiento de más del 10 por ciento.
Sin embargo, sigue en pie la pregunta de si China podrá mantener un crecimiento del 7 por ciento. El renombrado economista estadounidense Barry Naughton, quien también es experto en China, suele atreverse a previsiones poco precisas. Pero en este caso hace una excepción. “Yo creo que la economía china se desacelerará aún más de lo que muchos suponen. En el futuro las tasas anuales de crecimiento debieran estar entre el 6 y el 7 por ciento”, dice en entrevista con DW.
Una transformación necesaria
El profesor de Economía en San Diego sostiene que el proceso de cambio en el modelo económico chino es absolutamente necesario. “Una transformación estructural es esencial si se desea pasar de una producción agrícola a una industrial. China ya ha terminado esa fase de desarrollo”.
Que el gobierno desea hacer cumplir esta “nueva normalidad” lo confirma a DW también el economista chino Huang Weiping. El crecimiento de un 7,5 por ciento esperado por el gobierno central se podría alcanzar con un aumento de la inversión. Barry Naughton, en cambio, no se atreve a adelantar si el cambio planeado tendrá éxito. “Yo creo que las posibilidades son de un 60 por ciento”, piensa. En su opinión, China tiene dos grandes desafíos que están vinculados a enormes riesgos. Uno es la eliminación del exceso de deuda a todo nivel. El otro es la obtención de los recursos para el desarrollo, para que el crecimiento no se vea enfriado abruptamente. “Esas son las tareas más urgentes, pero solo podremos ver esto en perspectiva a largo plazo”.
¿Son fiables las estadísticas?
Naughton también asume que la desaceleración del crecimiento no tendrá efectos en la sociedad china, al menos no de forma inmediata. “Si el desempleo se incrementara significativamente, entonces habría problemas. Pero hoy la fuerza laboral decrece ligeramente, mientras que la demanda de trabajadores se mantiene estable”.
El sector financiero, en cambio, podría enfrentar otros escenarios. “El problema es que el mercado financiero toma sus decisiones sobre capital y flujos de dinero dependiendo de las señales, y las actuales son de desaceleración en el crecimiento”, sentencia.
En su misión en Davos, el primer ministro Li Keqiang enfrentó una difícil tarea: disipar las dudas existentes sobre las cifras entregadas por la oficina de estadísticas de China. No en vano hace algunos años, él mismo había expresado sus sospechas sobre el tema ante colegas extranjeros.
Pero nadie tiene pruebas de que las autoridades chinas falsifiquen las cifras. Rechazar las estadísticas de la República Popular carece de sentido, piensa Barry Naughton. Sin embargo, le parece que las cifras se ven demasiado bellas. “Nadie podría creer si las cifras de crecimiento fuera aún mayores. Y habría preocupación sobre el estado de la economía del país si éstas fueran todavía más bajas. Es decir, las cifras presentadas son simplemente demasiado perfectas”.