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China: ninguna crítica al rumbo de Xi a pesar de la crisis

Alexander Görlach.
Alexander Görlach
12 de marzo de 2024

El lunes concluyó la Asamblea Popular Nacional del Partido Comunista. Las cifras económicas son débiles y la crisis inmobiliaria tiene atenazada a China. Pero el presidente Xi quiere, ante todo, mantener el rumbo.

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El primer ministro chino Li Qiang durante un discurso ante la Asamblea Popular Nacional.
El primer ministro chino Li Qiang durante un discurso ante la Asamblea Popular Nacional.Imagen: Ng Han Guan/AP/dpa

La Asamblea Popular Nacional, el pseudoparlamento chino, concluyó el lunes (11.03.2024) su reunión anual. A diferencia de los verdaderos parlamentos de las naciones democráticas, los delegados, procedentes de todo el país y seleccionados por el Partido Comunista, se limitan a asentir las decisiones que antes tomaron a puerta cerrada los dirigentes en solitario, sin debate. Por lo tanto, los anuncios oficiales no permiten sacar ninguna conclusión sobre la situación de China ni sobre el estado de ánimo y la atmósfera en el país.

Las circunstancias en las que se ha celebrado la reunión de este año son distintas a las de la época anterior a la pandemia de COVID-19, cuando la economía china disfrutaba de altas tasas de crecimiento y el Partido Comunista podía exigir a cambio el apoyo de la población a su rumbo. Los delegados proceden de provincias que han perdido ingresos debido a la crisis inmobiliaria.

En China, la venta de terrenos para nuevos edificios genera gran parte de los ingresos del Estado. La crisis inmobiliaria también ha afectado a muchos ciudadanos chinos: la gente invierte alrededor del 70 por ciento de sus ahorros en propiedades. Sus promotores, sin embargo, jugaron con el dinero, de modo que, al final, muchos pisos ni siquiera se construyeron. Es probable que las quejas de la población hayan rebajado el ánimo de los delegados.

Alexander Görlach.
Alexander Görlach.Imagen: privat

No se permiten otras opiniones

Oficialmente, sin embargo, no se permitió ninguna crítica. En la reunión, el gobernante Xi Jinping insistió en la necesidad de mantener su rumbo, que prioriza la aplicación de su ideología sobre el éxito de la economía. La señal externa más clara de un mayor endurecimiento del discurso en la República Popular bajo Xi fue la cancelación de la rueda de prensa del primer ministro al término de la conferencia, habitual desde la apertura del país en la década de 1980, sin dar ninguna razón. El predecesor del actual primer ministro, el recientemente fallecido Li Keqiang, utilizó esta oportunidad para señalar al mundo que los dirigentes estaban abiertos al diálogo. Incluso contradijo en ocasiones las declaraciones y cifras oficiales y entabló conversaciones.

Ni siquiera está permitida ya una mínima desviación de las directrices marcadas por el partido en el imperio de Xi Jinping. Li Qiang, el primer ministro en funciones, es considerado un discípulo de Xi con la máxima lealtad y sin ninguna inclinación a intentar hacerse un nombre a costa de su jefe. La cancelación de su rueda de prensa, por tanto, quizá no lo haya perjudicado. Tanto él como toda la nomenklatura de Pekín están decididos a formar un frente unido contra el Occidente libre.

Apenas impulsos para la economía mundial

Aunque Xi también actuó con este espíritu durante la reunión, en los últimos meses, su gobierno también ha empezado a mejorar las deterioradas relaciones con Estados Unidos y Europa. Por ejemplo, los ciudadanos de varias naciones europeas podrán entrar en la República Popular sin visado este año. Con ello se pretende impulsar el turismo y señalar la moderada apertura del país. Una reunión con el presidente estadounidense Biden en San Francisco, el pasado noviembre, condujo a una moderada reanudación de las conversaciones entre ambas partes en ámbitos como la lucha contra el cambio climático.

Sin embargo, la Asamblea Popular Nacional no trajo muchas noticias positivas para el mundo empresarial. No se anunció ningún programa que pudiera ayudar de forma sostenible a la economía o a las personas socialmente desfavorecidas del país. En su lugar, se aprobó una nueva ley que obliga a las empresas a revelar sus secretos comerciales. Es probable que esta medida disuada a los inversores extranjeros de hacer negocios en China. Xi también pidió una "cultura financiera con características chinas" al sector financiero del país. Para él, esto significa que los bancos deben invertir en empresas chinas por deber patriótico, independientemente de cómo se desarrollen económicamente estas empresas. Por tanto, es probable que muchos de los delegados vuelvan a casa con las mismas preguntas y problemas con los que llegaron a Pekín.

(gg/cp)