China - EE. UU.: nuevas relaciones
12 de noviembre de 2014Las relaciones entre las dos mayores economías del mundo son paradójicas. Están en relación de competencia en lo concerniente a la influencia política y militar en la región Asia-Pacífico, y, al mismo tiempo, ambos países están estrechamente ligados en lo económico. Previamente a la cumbre del Foro de Cooperación Económica Asia-Pacífico (APEC), el ministro de Relaciones Exteriores de EE. UU., John Kerry, calificó a las relaciones entre China y EE. UU.como “las más importantes” en el mundo actual.
En los últimos cinco años, desde la última visita de Obama a China, son las diferencias entre ambos países lo que más sobresale. En referencia a las protestas del movimiento democrático en Hong Kong y a la disputa territorial en el Mar de la China Meridional, EE. UU. y China se acusaron mutuamente de ciberespionaje. EE. UU. observa con desconfianza la carrera armamentística de China, así como su presencia cada vez más fuerte en Asia. China, por su parte, teme que se opaque esa presencia, sobre todo desde que EE: UU. anunció que iba a tomar un nuevo rumbo en su política exterior para Asia.
“Desde hace algunos meses, las relaciones estratégicas entre China y EE. UU. están tan tensas como no lo están desde hace años”, resume Shi Yinghong, director del Centro de Estudios Americanos de la Universidad de Renmin, en Pekín.
Después de todo, ambos países compiten en cerrar acuerdos de libre comercio: el Acuerdo Estratégico Transpacífico de Asociación Económica uniría a doce países colindantes del Pacífico, pero excluiría a la República Popular China. Su rival, el Tratado de Libre Comercio Asia-Pacífico, que refleja más las exigencias chinas, fue promovido con éxito por el presidente chino, Xi Jinping, en la cumbre del APEC.
Delicado equilibrio entre el águila y el dragón
Así las cosas, analistas como Michael Paul, de la Fundación Ciencia y Política de Berlín (SWP), está convencido de que “una cooperación entre China y EE. UU. es la solución óptima para enfrentar diversos problemas mundiales y poder resolverlos a largo plazo”. Por lo tanto, el acercamiento entre el águila y el dragón en la cumbre del APEC es una buena señal. Ambas partes se pusieron de acuerdo en tres áreas: se cerraron acuerdos en lo referente a la protección del clima, en cuanto a política de seguridad y en lo que respecta a normas de visado.
Ahora, el gobierno estadounidense planea ofrecer un derecho de estadía más extenso en ese país a empresarios, estudiantes y turistas chinos. En 2013 llegaron 1.800 millones de chinos a EE. UU., cifra que se cuadruplicaría con las nuevas regulaciones. Pero no se trata solo de un gesto simbólico, como explicó a Deutsche Welle Li Cheng, director del Centro John L. Thornton, de Washington. “Eso demuestra que EE. UU. quiere impulsar sobre todo la cooperación económica entre ambas naciones”. Michael Paul, del SWP, opina de modo similar: “Al acentuar más el aspecto económico, los estadounidenses desplazaron el foco alejándose del aspecto militar. Al menos, así lo ha anunciado. EE. UU. esta enviando señales de que está interesado en una mayor cooperación.”
"Giro histórico"
En lo que respecta a la protección climática, China tiene planeado, según la Casa Blanca, reducir sus emisiones de gases invernadero a partir de 2030. Es la primera vez que la Republica Popular China nombra una fecha aproximada para comenzar a reducir sus emisiones. Por su parte, EE. UU. declaró que reduciría sus emisiones hasta el 2025, en comparación con 2005, en un 26 a un 28 por ciento.
Xi Jinping se refirió este miércoles (12.11.2014), luego de una reunión de cuatro horas y media con Barack Obama, a “un giro histórico y un nuevo modelo para las relaciones entre ambos países”. Obama, por su parte, subrayó que, si bien sigue habiendo diferencias en cuanto a política exterior, China y EE. UU. tratan de trabajar en conjunto siempre que sea posible. “Obama y Xi reconocen la relevancia de la cooperación y quieren evitar conflictos directos”, sostiene Li Cheng. Al mismo tiempo, pone a reflexión que en EE. UU. la población y otros sectores, como los grandes grupos empresarios, tienen gran influencia en la política. Por tanto, es difícil prever cómo se desarrollarán las relaciones entre ambas potencias en el futuro.