Cervecería de oriente
23 de septiembre de 2003Cuando Japón desregularizó su mercado de la cerveza en 1994, cientos de pequeñas compañías saltaron a competir con los cuatro grandes fabricantes de cerveza. Ahora, casi una década después, se ha reducido el número de cervecerías en Japón. Para competir, muchas de las firmas más pequeñas importaron maestros cerveceros europeos, esperando con su ayuda impresionar en el mercado.
Un saber traído de Europa
El alemán de 33 años, Christian Mitterbauer, fue uno de los primeros maestros cerveceros importados. El "Biermeister" bávaro de la cuarta generación llegó a Japón hace cinco años y ahora es el encargado de la cervecería de Kowedo. La cervecería Showcases, fue construída por el artesano German Craftsmen quien la dotó de una decoración tradicional alemana; desde los asientos de madera hasta el viejo reloj de cuco.
Según Mitterbauer, una de las principales faltas en lo que se refiere al mercado de la cerveza en Japón, es pensar que la calidad sólo se consigue con la transferencia de tecnología y la formación ofrecida por los maestros europeos. "El error fue que los contrataban por tres o seis meses, incluso un año. Después de algún tiempo se preguntaron si podrían hacerlo ellos mismos", explicó. Mitterbauer agregó que el desafío más grande es mantener el nivel de calidad.
Patas de cerdo y chucrut
Oliver Lemke fue uno de los primeros alemanes en irse al Japón. El maestro cervecero viajó primero a oriente en 1966 con sus conocimientos en una maleta. Permaneció allá dos años y construyó 2 cervecerías. Junto a cada cervecería construyó una gran cocina alemana que satisfizo el estereotipo de la comida alemana, llevando así chucrut y las manos de cerdo a los paladares japoneses. "A los japoneses les encantaba", cuenta Lemke.
Cuando regresó a Alemania, Lemke abrió su propia cervecería en el centro de Berlín. Pero el mercado de la cerveza en Alemania tiene problemas similares a los de Japón: A finales de la década de los 90, los alemanes consumían 130 millones de cerveza al año. Solamente los checos bebían más. El aumento constante del consumo de cerveza en Alemania condujo a la producción en masa lo que hizo más difícil la situación de las pequeñas cervecerías.
Solamente en Berlín, había 400 pequeñas cervecerías. Hoy sólo hay ocho. La de Lemke es una de ellas. Pero él sabe que con ideas innovadoras y buena calidad es posible sobrevivir. La gama de cervezas en la cervecería de Lemke, varía regularmente y cada cerveza es hecha y probada por el mismo dueño.
Rompiendo las tradiciones
En Japón, Christian Mitterbauer preparó personalmente una bebida especial para un par de damas japonesas: cerveza de banano. El éxito de su cervecería es la voluntad de romper con la tradición alemana. Además de elaborar variedades de cerveza ya existentes, como la Weizen (cerveza de trigo) y Pilsner , creó una variedad de otras cervezas, dirigidas al gusto japonés, por ejemplo, la cerveza de manzana, la cerveza de patata dulce y la cerveza de banano. Estas cervezas de fruta se han vuelto muy populares entre la población juvenil femenina, quienes imponen la moda en los mercados asiáticos.
Mitterbauer explicó que este tipo de experimentos no serían posibles en Alemania, donde la ley que regula la pureza de la cerveza, dictada por Guillermo IV de Baviera hace 500 años, limita a los cerveceros al empleo de los ingredientes tradicionales como el grano, la levadura y agua natural. Sin embargo la cervecería de Koedo tiene su propia arma de comercialización: El maestro alemán.
Mitterbauer puso su firma en una obra maestra. Una cerveza de pura malta con un gusto ligero y un contenido de 5.7 por ciento de alcohol. Su cerveza ha hecho historia y con eso quiere que el nombre de Alemania quede grabado en los labios de millones de japoneses.
El armamento en Berlín
En Berlín, Lemke también tiene otro secreto para su éxito. Así como los japones se deleitan con el Sauerkraut y las manos de cerdo, a las mesas de Berlín ha llegado también el Yakitori (pinchos de carne con verduras que se venden en las calles de Japón).
Lemke admite haber persuadido a un vendedor ambulante para que le revelara su receta, la cual llevó consigo a su tierra natal. Hoy en día quienes visitan su local pueden sentarse en el "Biergarten"y disfrutar de la vista sobre Berlín, bebiendo una cerveza y comiendo Yakitori.