CELAC-UE: ¿igualdad de condiciones?
24 de enero de 2013En el documento en el que aclara su posición sobre la cumbre, el Parlamento Europeo no pierde la oportunidad retórica de caracterizar el encuentro entre representantes políticos de Europa y de América Latina como una gran oportunidad de “lograr claros acuerdos políticos” y de continuar progresando en las negociaciones. Pero los europarlamentarios no pudieron evitar una indirecta - que habla por sí misma- al expresar sus expectativas: la resolución exige “condiciones marco estables para proteger las inversiones”, y lamenta las recientes “medidas proteccionistas” de algunos países latinoamericanos. Aunque no se nombra explícitamente a nadie, está claro quiénes son los destinatarios de la frase. Se trata de las dos mayores economías del Mercosur, Brasil y Argentina, que cada vez cierran más sus mercados.
Más allá de la retórica
Ese tipo de advertencias encubiertas –o no tanto- demuestran que no todo marcha sobre ruedas en las relaciones entre Europa y Latinoamérica. Si bien la UE es el principal socio comercial del Mercosur, las inversiones europeas en los países del bloque casi se han duplicado en los últimos diez años, y son, con más de 600.000 millones de dólares, mayores que las de EE. UU. Sin embargo, el objetivo más importante, el de un acuerdo de libre comercio sobre el que la UE y el Mercosur negocian desde hace años, aún está lejos de poder alcanzarse. En lugar del consenso, lo que marca las relaciones son las mutuas demandas. Por el contrario, otros países del continente, como Chile, Perú, Colombia y México, hace tiempo que cerraron acuerdos bilaterales con países europeos.
A eso se suma la incertidumbre que provoca la crisis económica que azota a Europa en las dinámicas economías de América Latina. “La mayoría hizo grandes avances en los pasados 10 a 15 años. Ese es un buen punto de partida para un nuevo equilibrio en las relaciones”, señaló Christian Leffler, director de la sección para Norte y Sudamérica del Servicio Europeo de Acción Exterior (SEAE). Y con la economía también crece la autoestima: Alfredo Moreno, ministro de Exteriores de Chile, país anfitrión de la cumbre, explicó que América Latina hace tiempo que ya dejó de formar parte del problema para transformarse en una fuente de posibles soluciones. Y la presidenta de Argentina, Cristina Fernández de Kirchner, no se cansa de remarcar que los conceptos económicos de EE. UU. y de Europa no son la receta adecuada para la región.
América Latina gana en autoestima
Los países anfitriones se presentan por primera vez como una Comunidad de Estados Latinoamericanos y del Caribe (CELAC), grupo en el que están representados todos los países del continente americano, salvo EE. UU. y Canadá. A la CELAC parece no preocuparle que la UE excluya próximamente a 15 de sus miembros de su lista de receptores de fomento social. Después de todo, Europa tiene que ahorrar, y Latinoamérica ya no necesita suplicar ayuda financiera al Viejo Continente. En lugar de eso, la CELAC debería colocar un sello propio a la cumbre en Santiago, piensa Héctor Casanueva, director del Centro Latinoamericano para las Relaciones con Europa (CELARE). Según él, los países de la CELAC tienen que “presentar a la UE una nueva agenda de cooperación, que integre los temas de interés mutuo -como el medio ambiente, la energía, la investigación y el desarrollo, la educación superior- asumiendo la co-responsabilidad de los programas en el diseño, el financiamiento y la gestión”.
Los representantes diplomáticos que preparan la cumbre son aún más claros: las inversiones europeas deberán tener un efecto positivo en la sociedad civil, en el medioambiente y en los intereses de los pueblos indígenas de la región, y eso tendrá que figurar en la declaración final.
¿Pequeños acuerdos o grandes reproches?
Los objetivos de los europeos parecen ser, por contraste, de reducido alcance. Insisten en la seguridad de sus inversiones y en una garantía de protección contra manotazos del Estado, como las privatizaciones, exigencias que a los chinos, por ejemplo, que están invirtiendo masivamente en América Latina, ni siquiera se les pasa por la mente. En vista de esta situación, el politólogo Juan Tokatlián, de la Universidad Torcuato di Tella, de Buenos Aires, no cree que en Santiago se logren grandes cosas: “Más allá de lo coyuntural hay un distanciamiento estructural que ya lleva años entre la Unión Europea y América Latina, con una agenda cada vez menos confluente”. Algo que, seguramente, no cambiará mucho a pesar de la buena retórica.
Autor: Marc Koch/ Cristina Papaleo
Editora: Emilia Rojas-Sasse.