Ceder terreno, ¿para construir mezquitas?
29 de agosto de 2016Frente al ayuntamiento se celebra una boda turca. El ambiente es de fiesta. Hay risas. Estas personas deben seguir sintiéndose en casa en Monheim. Por eso Daniel Zimmermann, el alcalde de 34 años de edad, insiste en sus planes: "He estado muchas veces como invitado en sus mezquitas y sé cuán apretados están."
El 15 por ciento de los casi 43.000 habitantes de Monheim son musulmanes. Esta comunidad religiosa ha crecido especialmente en los últimos años, cuenta Zimmermann. "Tenemos, por eso, que repensar nuestra convivencia". A dos comunidades islámicas de Monheim les falta el suficiente espacio de reunión y rezo. Algo que debería solucionarse, sin acudir nuevamente a zonas industriales o casas en calles sin plazas de parqueo. Zimmermann quiere tenerlos en medio de la ciudad, en el centro de la sociedad, como al resto de las comunidades religiosas.
La ciudad de Monheim cuenta con los terrenos y con más de un millón de superávit en su presupuesto, como para poder ceder los sitios –por valor de unos 850.000 euros− sin coste. Las comunidades religiosas tendrían que asumir el costo de construir las edificaciones.
Reaccciones
"A nosotros tampoco nos regalan nada, que se vayan al monte", dicen sobre todo los menos jóvenes en una pequeña encuesta en la Plaza del Mercado. No quieren ser fotografiados. Prefieren el anonimato, como los remitentes de los cerca de 300 comentarios hostiles que recibió el alcalde en julio, por teléfono o vía correo electrónico. Pero Zimmermann se muestra relajado y asegura: "Que no sean más los que así se manifiestan, tras un llamado nacional de los extremistas de derecha, me muestra que la mayoría de los alemanes está del lado correcto".
Zimmermann fue elegido hace dos años para un segundo mandato como alcalde de Monheim, con casi el 95 por ciento de aprobación de sus conciudadanos para el partido juvenil "Peto" ("yo exijo", en latín), del que es cofundador. Una asamblea ciudadana abordó el tema de la cesión de terrenos en julio, estuvo bien concurrida y se desarrolló pacíficamente, aunque dejó clara la necesidad de un mayor esclarecimiento. La amenaza de un referendo no se ha materializado hasta el momento.
Como otros en su comunidad religiosa, Rachida, una residente musulmana de Monheim, ve con escepticismo la oferta de la ciudad: "Si aceptamos las condiciones puestas a la cesión de los terrenos, podríamos perder la propiedad de pronto, pese a nuestras inversiones. Yo no lo tomaría", dice.
De hecho, los terrenos cedidos sin coste volverían a manos de la ciudad si las comunidades religiosas no se comportan de acuerdo con la Constitución alemana, si no participan en programas de integración o si se muestran intolerantes en relación con otras religiones. "Una suerte de negocio recíproco", así lo llama Zimmermann, que pretende así influir sobre lo que ocurre en las mezquitas.
Prioridades
Los partidos de más larga tradición, democristianos (CDU), socialdemócratas (SPD) y verdes, han mostrado su desacuerdo con el proceso, presentando una solicitud conjunta de revisión. Quieren participar en una renegociación de las condiciones y de la selección de los terrenos.
"Apoyamos, esencialmente, la búsqueda de terrenos, pero en uno de los previstos podrían construirse entre 40 y 50 viviendas. La construcción de viviendas tiene prioridad en ese terreno", afirma Werner Goller, líder de los socialdemócratas en el Consejo Municipal. La promesa del alcalde ha vuelto a ser retrasada. Ahora se buscará una solución en diálogo con el Consejo de Integración, los ciudadanos y los partidos representados en el Consejo Municipal.
Una pregunta ha rondado todo el tiempo el proceso: la pregunta sobre si la ciudad no está privilegiando a una comunidad religiosa sobre otra. Para el alcalde Zimmermann está claro que la ciudad apoya igualmente a todas las iglesias: "Ayudamos a la comunidad evangélica con 200.000 euros para el saneamiento del techo de la iglesia, y a la católica con 150.000 para áreas de servicio social"; pero las comunidades islámicas tienen otras y mayores necesidades, insiste.
Ramazan Agcora, presidente de la asociación cultural turco-islámica, lo confirma: "Realmente lo necesitamos, pero no queremos ningún regalo que afecte la paz. Esperamos que los partidos se pongan de acuerdo."
Solidaridad interreligiosa
Pese a las voces críticas, la mayoría de la población de Monheim parece solidaria y abierta al diálogo con las comunidades islámicas. Nadie quiere una pelea entre religiones. Todas las confesiones deben entenderse. Por eso, en una tarde de agosto ciudadanos y representantes de iglesias cristianas, junto a judíos y representantes de las comunidades islámicas involucradas participan en una particular procesión por la ciudad. Una acción de arte por el entendimiento interreligioso.
Los participantes empujan una rueda de metal con símbolos de todas las regiones en su interior. Los que observan se preguntan de qué se trata. La procesión hace una parada simbólica en todas las iglesias y casas de culto de Monheim y deja frente a ellas una señal: el aro de metal se coloca sobre el suelo para rellenar con arena un aro interior. Tras retirar la rueda queda, en relieve, un ángel de arena, un ángel de las culturas.
Sea como sea que se resuelva el debate sobre los terrenos en Monheim, un mensaje ha quedado claro: la mayoría quiere la integración. La renegociación de los detalles no va a cambiar eso. La decisión final deberá tomarse en el Consejo Municipal a fines de septiembre.