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Caída histórica del PIB: ¿cómo superará Alemania la crisis?

Henrik Böhme
30 de julio de 2020

La crisis del coronavirus ha provocado un desplome económico gigantesco del PIB alemán. A pesar de que hay voces que llaman al optimismo, Henrik Böhme opina que lo peor está por venir.

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Imagen: picture-alliance/dpa/U. Anspach

Impresiona el desplome del 10,1 por ciento que ha sufrido el PIB alemánen el segundo trimestre de 2020. Desde que concluyó la Segunda Guerra Mundial, la economía de Alemania nunca había sufrido un retroceso tan dramático. Se trata de un día histórico, que servirá para comparar con otras caídas que se produzcan en el futuro. Así ocurrió con el desplome del 7,9 por ciento que tuvo lugar en el segundo trimestre de 2009, cuando la economía mundial se encontraba ante el abismo debido a la profunda crisis financiera.

Si tenemos en cuenta que las fábricas dejan de producir, los barcos de mercancías no tienen carga que transportar, los diversos servicios no pueden prestarse, no se celebran ferias y los restaurantes deben permanecer cerrados, lo sucedido no es sorprendente. Ya hay voces optimistas que se esfuerzan en que miremos hacia adelante y observan que, tras el parón de más de dos meses, el motor alemán ya ha vuelto a arrancar y que el punto más bajo de la crisis ya ha sido superado.

Luz al final del túnel

Estas voces aseguran que la economía volverá a crecer, incluso de forma notable, en el tercer trimestre de 2020. Algunas encuestas vaticinan incluso un "rápido impulso" económico que conducirá al país de nuevo a la senda del crecimiento. Otras voces advierten de que el pesimismo en las empresas "es cada vez menor". Para analizar todo esto no hace falta ser experto en la materia. Al fin y al cabo, el Gobierno alemán ha aprobado el mayor paquete coyuntural imaginable, cuyos primeros efectos se han notado rápidamente. Y, además, cuando se está dentro del túnel, los primeros rayos de luz del exterior se vislumbran con relativa rapidez.   

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Henrik Böhme, de la redacción de Economía de Deutsche Welle.

Ahora vienen las malas noticias. Aunque los miles de millones procedentes de los paquetes de ayuda estatales y las medidas excepcionales hayan resultado beneficiosas para el momento actual, a menudo solo sirven para esconder problemas que algunas compañías ya tenían antes de la crisis del coronavirus. El malvado microorganismo no solo enferma a la gente o la mata, también tiene la habilidad de sacar a la luz implacablemente los problemas de las empresas. Aquellas que apenas se mantenían a flote antes de la pandemia, pueden ahora seguir adelante gracias a las medidas tomadas por Berlín. Pero cuando falten estos apoyos (y faltarán), la cosa se pondrá fea para muchos. 

Economía de mercado y economía planificada

Y es que hay una pregunta que queda por responder: ¿cuánto tiempo más podrá el Estado seguir protegiendo a las empresas de la quiebra y continuar interviniendo en el mercado? Es parte de la economía de mercado que surjan y desaparezcan compañías porque no pueden hacer frente al torbellino de las crisis. La antigua RDA es un ejemplo de cómo terminan las economías planificadas, en las que el Estado regula la economía.

Según una reciente encuesta, un quinto de las empresas alemanas ve peligrar su existencia debido a la crisis del coronavirus. La empresa aseguradora de créditos Euler Hermes vaticina que habrá una "ola de quiebras sin precedentes", que puede afectar a todos los sectores. El turismo y el transporte aéreo están especialmente amenazados, así como sectores que ya llevaban tiempo sufriendo, como, por ejemplo,el comercio minorista. El silencioso hundimiento de los tradicionales grandes almacenes alemanes, cuyos restos son conocidos como Galeria Karstadt Kaufhof, se verá acelerado dramáticamente por la crisis del coronavirus.

De manera similarmente oscura, y particularmente amenazante para el mercado laboral, es la situación en la industria del automóvil. Es un sector al que ya le iba mal antes de la crisis y la pandemia actúa también aquí como catalizador. El sindicato IG Metall considera que están amenazados alrededor de 300.000 empleos, no solo en las grandes automotrices sino también en muchos distribuidores y en empresas de construcción de maquinaria. Muchas de estas últimas aseguran que ya se ha producido un  retroceso "grave o notable" de la demanda, y es un sector que emplea a más de un millón de personas.

Lo que debe suceder ahora

Por si fueran pocas las malas noticias, cabe aún destacar que la economía alemana, fuertemente orientada hacia la exportación, podría sufrir todavía más si importantes países importadores, como Estados Unidos, pero también Brasil o India, no logran controlar la pandemia. Y un problema más: aumenta drásticamente el número de empresas con alto endeudamiento y bajas ganancias. No solo en Alemania, sino también en otros países de Europa y, por supuesto, en Estados Unidos. Eso significa que las ganancias no serán suficientes para pagar los intereses crecientes, lo que supone un círculo vicioso. Las deudas por sí mismas no son algo malo: con 192 mil millones de dólares, Volkswagen es la compañía más endeudada del mundo, pero puede responder en cualquier momento ante sus acreedores. Eso es precisamente lo que muchas otras empresas no pueden hacer.

¿Qué debe suceder ahora para que el otoño y el invierno próximos no sean aún más oscuros? El Gobierno alemán debe analizar dónde puede ayudar de manera puntual y dónde tal vez puede ajustarse de nuevo el paquete coyuntural. Sobre todo, debe prolongarse la regulación sobre los recortes en la jornada laboral y debe adaptarse la legislación sobre insolvencia. Tal vez haya pronto disponible una vacuna y todo volverá a ir bien. Pero para muchas empresas con un modelo de negocio equivocado, quizá sea entonces demasiado tarde.

(ms/jov)

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