Cazadores de chinches
Acompañamos a investigadores, controladores de plagas y hoteleros en su lucha contra estos insectos chupasangre. Las chinches son pequeñas, planas, ágiles y les encanta la sangre humana. Conquistan nuestras habitaciones y los asientos de trenes, bibliotecas y cines. Deshacerse de ellas es difícil y costoso, ya que son verdaderas artistas del escondite y asombrosamente resistentes. Por eso combatirlas es "el sumun del control de plagas", afirma el eliminador de plagas Christoph Otto. Él calienta las habitaciones infestadas a más de 50 grados para matar a estos bichos. El entomólogo Richard Naylor, de la región de Chepstow, en la frontera entre Inglaterra y Gales, lleva fascinado por las chinches desde sus tiempos universitarios, hace 20 años. Ahora las cría para adiestrar perros rastreadores, para la industria y la ciencia. Richard Naylor alimenta a las chinches con su propia sangre. El científico realiza regularmente autoexperimentos nocturnos en un dormitorio especialmente equipado. Esto es posible porque, a diferencia de otras personas, él reacciona moderadamente a las picaduras de insectos. Pone su gran experiencia al servicio del público, respondiendo habitualmente a las consultas de los afectados. Las chinches son especialmente catastróficas para el sector hotelero. Casi nadie quiere hablar de ello, pues el miedo a la pérdida de ingresos es enorme. Max Malka dirige un hotel en Île de France, al sur de París. Informa a sus huéspedes de un moderno sistema de detección de chinches. El Club Alpino Alemán (DAV) también aborda abiertamente el tema y se centra en instruir a sus huéspedes. ¿Será posible hacer retroceder a estos chupasangres, tal como parece que se logró hace dos décadas?