Para los sami es un momento de importancia histórica; para los cazadores suecos, motivo de enfado. Hay un conflicto latente desde hace tiempo que podría agudizarse. El argumento de la comunidad sami de Girjas, que finalmente convenció a la Corte Suprema, es que en estas tierras cazaron y pescaron y en ellas pastaron sus renos desde hace miles de años. Hasta que llegó el Estado sueco y, desde su punto de vista, les arrebató cada vez más territorios y, con ellos, su sustento. Entre 20.000 y 40.000 personas pertenecen al grupo de los sami en Suecia. Unas 4.700 de ellas poseen renos, como la familia de Ylva Sarri, quien aplaude el veredicto porque, según explica, los cazadores suecos y sus perros asustan a los renos y obstaculizan el trabajo de los sami. Los ganaderos capturan con regularidad a sus animales para sacrificarlos y vender su carne y su piel. Joachim Almgren es uno de los más de 300.000 cazadores suecos que ahora temen que limitaciones. La caza y la pesca son actividades de ocio populares entre los suecos, que no quieren renunciar a ellas. ¿Qué ocurrirá si otras comunidades de samis siguen el ejemplo de la de Girjas y acuden a los tribunales para asegurarse la exclusividad de los derechos de caza? ¿Qué está por encima: el bienestar de los renos o los derechos de caza de los suecos?