Casas que protegen el medio ambiente
21 de septiembre de 2007Una empresa bávara que lleva 112 años construyendo con madera pone en tela de juicio los conceptos estatales de fomento de casas que ahorran energía. “Una construcción que tiene un tejado aislado con algodón sintético, en cuya producción y posterior eliminación se produjeron toneladas de CO2, recibe subvención del Estado porque consume poca energía”, explica a DW-WORLD, Stephan Spitz, asesor de la empresa Baufritz. “Eso se vende como protección al medio ambiente, y es una mentira”, asevera. La casa pasiva, la de bajísimo consumo de energía, no es necesariamente ni siempre la mejor solución.
¿Una casa pasiva?
Una casa pasiva requiere de un sótano aislado, un aislamiento especial del tejado y un sistema de ventilación complejo. Efectivamente, consumen poco aceite o combustible para la calefacción. Pero hasta ahí llega su aporte al medio ambiente. “En 100 o 150 años, esas casas llenas de químicos en forma de colas, pegamentos, lacas y algodón industrial tendrán que ser eliminadas como basura tóxica”, subraya Spitz y añade: “Si un constructor que si emite 300 toneladas menos que el año anterior, ha reducido el CO2. Y eso es otra mentira. Sólo ha emitido menos”.
Emitir menos no es igual a reducir
“Proteger el medio ambiente significa reducir el CO2 de la atmósfera, no sólo emitir menos”, asevera Spitz, un convencido del pensamiento integral: si pensamos en ciclos, como los naturales, al construir hay que pensar a dónde van a parar esos materiales, cuando la casa ya no exista. “Un material que pueda ser devuelto a la naturaleza ya ha ahorrado toneladas de CO2”. Ese es el principio básico de una manera de construcción que proteja este planeta.
Buena parte del secreto radica en el uso de materias renovables –algodón para el aislamiento y madera para las paredes-, que no tengan que ser importadas. “¿Sabe usted cuánta emisión significa una tonelada de algodón industrial? Eso no es más que petróleo, que desde Arabia ha sido transportado a la Bayer alemana y de ahí a donde se requiera”, explica el representante de un arte de construir que, desde el siglo XVIII, no necesita de tornillos y clavos para las junturas. En otras palabras: sin lacas, ni pegamentos.
En la factura final de las emisiones de un edificio hay que contar, la energía y las emisiones en la producción: “nuestra planta fotovoltaica convierte cubre con energía solar el 50 por ciento de nuestras necesidades”, revela Spitz. En el proceso de construcción que favorece Spitz y su empresa Baufritz, la cantidad de emisiones se ha mantenido al mínimo.
Y ahora, una casa que usa celdas solares para abastecerse de energía y que además aprovecha la geotérmica, no requiere de calefacciones de aceite Tampoco de chimeneas. Otra reducción de emisiones. Este concepto de construcción que protege de verdad el medio ambiente hasta ahí suena fantástico. Pero aún no se ha dicho todo: “los materiales naturales almacenan y transforman el C02. Así que, en efecto, con el tiempo este tipo de construcción reduce el CO2 de la atmósfera”, asevera Spitz.
¿Y los costos?
Una vivienda que, a la larga, reduce el CO2 de la atmósfera, que está construida con materiales totalmente naturales, que no contiene agentes nocivos para la salud, que protege el medio ambiente… ¿quién la puede pagar? El 10 o 20 por ciento más que cuesta una residencia de estas características, según Spitz, lo puede pagar “cualquiera que no piense que Hyundai es lo mismo que BMW”.