¿Carbón ecológico?
27 de septiembre de 2010Hasta el año 2050, Alemania quiere haber reducido sus emisiones de gases contaminantes en un 80 por ciento con respecto a los valores de 1990: así se expone en el concepto energético que acaba de recibir el visto bueno en Berlín. A alcanzar tan ambicioso objetivo deben contribuir las energías renovables y la prolongación de la vida de las centrales nucleares, pero también el uso de una nueva tecnología llamada "Carbon Capture and Storage", CCS.
La "captura y almacenamiento" de dióxido de carbono se prueba ya en el país y los consorcios energéticos están a la espera de que se le otorgue el marco jurídico necesario para practicarla. A ello no le faltan opositores, aunque las energéticas están convencidas de que todo es una cuestión de poco tiempo.
Una planta piloto de oxi-combustión
"Les doy la bienvenida a la planta piloto de oxi-combustión de la central eléctrica Schwarze Pumpe", saluda Lutz Picard. Cada día, Picard presenta a nuevos grupos de visitantes el proyecto estrella de su empresa, la energética Vattenfall. "Aquí estamos desarrollando una técnica que separa el CO2 de los restantes gases. Gracias a ella, esperamos convertir en ecológica la producción de electricidad a partir del carbón", prosigue. No suena mal. "Síganme, por favor", añade.
De "asesinas del medio ambiente" califican los ecologistas a plantas como la de Schwarze Pumpe, situada en el Estado federal de Brandeburgo, al este de Alemania. Con la nueva tecnología, los grandes consorcios energéticos esperan mejorar la imagen del carbón y alargarle la vida a esta materia prima. En la oxi-combusitón hay depositadas muchas esperanzas comerciales.
"El truco consiste en utilizar oxígeno para la combustión del carbón, de manera que se pueda aislar el CO2. En el caldero de salida tenemos por lo tanto una alta concentración de dióxido de carbono, que se somete a una serie de procesos de depuración hasta que lo que queda es CO2 prácticamente puro", explica Picard.
La desconfianza es grande
El problema es, y Picard no oculta su enfado, que hasta el momento el CO2 "prácticamente puro" se emite a la atmósfera con los restantes gases de los que ha sido previamente separado. Vattenfall espera impaciente a que el Gobierno alemán apruebe la legislación que consienta su almacenamiento bajo tierra.
Mientras Berlín no se decida, los Estados federados no darán su aprobación, e incluso si lo hacen, los hay dispuestos a oponerse: el "Carbon Capture and Storage" aparece en el concepto energético que la coalición gubernamental formada por conservadores y liberales ha presentado con pompa en la capital y un proyecto de ley al respecto está de camino, pero Schleswig-Holstein y Baja Sajonia podrían, según informa el semanario alemán Spiegel, paralizarlo en la segunda Cámara germana, el Bundesrat.
La desconfianza es grande. Con camiones y gasoductos quiere transportar Vattenfall el dióxido de carbono y depositarlo a 1.000 metros de profundidad. Beeskow, en la confluencia entre los ríos Oder y Spree, se encontraría entre los escogidos para albergar uno de estos depósitos, cosa que no alegra a la mayoría de sus apenas 8.000 habitantes. "Tenemos miedo. No sabemos qué sucede realmente ahí abajo con ese material y no queremos ser ratas de laboratorio", se queja una vecina.
Con la etiqueta de "prácticamente puro" muchos no se dan por satisfechos. El CO2 podría contener azufre o metales pesados y estos contaminar el agua potable a través de las napas subterráneas. E incluso si el dióxido de carbono alcanzara el estado de limpieza que promete Vattenfall, los peligros no desaparecen. "En la porosa arenisca en la que se pretende conservar el CO2 licuado hay agua con una alta concentración de sal, es decir, salmuera. La salmuera tiene que eliminarse y eso puede llevar a que ésta se mezcle con el agua potable, salándola", objeta el ecologista Hardy Feldmann. El alcalde de Beeskow ha emprendido una batalla para frenar la licencia que permite a Vattenfall explorar geológicamente el subsuelo de su pueblo.
En Schwarze Pumpe, Picard continúa su rutinario recorrido sin alterarse por las protestas. De que la ley que le abra las puertas al CCS llegará está seguro. "Sin duda, se puede discutir sobre la importancia que el carbón tiene para Alemania", argumenta, "pero eso no va a pasar en China o en la India, sencillamente porque el carbón allí existe y van a seguir utilizándolo. Así que de lo que se trata es de que pueda ser explotado de un modo más ecológico a como se hace hoy".
Autor: Denis Maschmann/ Luna Bolívar
Editora: Emilia Rojas Sasse