El dilema del café
4 de febrero de 2014“Nespresso. What else?”
La pregunta que George Clooney propone a la audiencia en su famoso anuncio de Nespresso se puede tomar de varias maneras: “Nespresso. ¿Qué más?” Es algo que seguramente todos tendremos que empezar a plantearnos pronto, porque los efectos del cambio climático podrían llevar a la extinción del café de primera calidad en los próximos 70 años.
El problema es evidente en México, país que se encuentra entre los diez mayores países productores de café del mundo. En los últimos 20 años, el clima imprevisible ha supuesto una reducción de la producción de café a la mitad en el estado de Chiapas, al sur del país, de donde proviene el 42 por ciento de todo el café mexicano.
Roberto Fermoso, que gestiona las plantaciones La Victoria y Santa Fe en Motozintla, Chiapas, afirma que la producción de café en el estado ha caído de 138.000 toneladas hace veinte años a 69.000 toneladas en la actualidad: “El cambio climático es muy evidente para nosotros”, escribió Fermoso en un correo electrónico. “Por ejemplo, el año pasado las lluvias alcanzaron niveles 40% mayores que las lluvias normales”.
El aumento de humedad en la atmósfera equivale a más oxidación del café, lo que lleva al crecimiento del hongo Hemileia vastatrixa, que se extendió rápidamente por México y América Central durante 2013. Este hongo no permite que la planta dé fruto. Además, las lluvias torrenciales se llevan consigo la tierra rica en minerales de la región, creada parcialmente por las cenizas del volcán Tacaná, e ideal para la producción de café arábigo de gran calidad.
Las plagas y la erosión amenazan las cosechas… Y a la gente
Los insectos son otro motivo de preocupación. El café crece mayoritariamente bajo los árboles de Chiapas, de forma similar a los bosques de Etiopía en los que estas plantaciones son nativas. Pero las largas e impredecibles sequías crean un entorno rico para la reproducción de insectos. Los agricultores que busquen nuevas tierras en zonas más frescas donde hayan menos insectos (en los últimos años, las temperaturas en Chiapas han subido entre uno y dos grados centígrados), no lo tendrán fácil para establecer nuevas plantaciones en la montaña. Las biosferas de Sierra Madre de Chiapas son zonas nacionalmente protegidas donde viven el 10% de las especies de flora y fauna de México, aunque la zona solo constituye el 1% del país.
Chiapas es un caso de estudio de los problemas derivados de la producción de café, uno de loa bienes más consumidos en el mundo. Cambiar los hábitos de consumo también comienza a ser una necesidad. En México, la demanda doméstica de esta bebida está alta. Esta industria en México da empleo a 3 millones de personas. Los problemas de su cultivo han forzado a muchos agricultores a emigrar a Estados Unidos en busca de trabajo. Otros pasan a trabajar en el contrabando de drogas.
La clave: explorar la diversidad genética
“Las investigaciones sobre el café son escasas”, dice Timothy Schilling, director ejecutivo de World Coffee Research, una organización sin ánimo de lucro gestionada por la Universidad A&M de Texas y financiada completamente por algunas de las compañías cafeteras más grandes del mundo.
Ya hay miles de investigadores genéticos estudiando plantaciones de maíz y trigo, pero según Schilling, en todo el mundo solo hay entre 20 y 30 científicos dedicados a la genética del café. World Coffee Research se fundó en 2012 para solucionar esta carencia. “Digamos que ahora mismo hay unas 100 variedades de café decentes en el mundo”, propone Schilling. “La diversidad genética que esto supone se encuentra cerca del 10%, porque sabemos que existen muchas más variedades de café silvestres”.
Schilling describe como “decentes” las variedades conseguidas con menores niveles de endogamia. Los países productores de café en Asia, África y Sudamérica producen menos de doce variedades de las 100 que se conocen. Estas doce se importaron hace más de un siglo y no se han cruzado con otras variedades. En todo el mundo, el café arábigo comercial carece de la diversidad genética necesaria para ser mínimamente resistente al estrés medioambiental que supone el cambio climático.
No obstante, en las décadas de los 50 y 60, algunos botánicos organizaron expediciones para recolectar más de 1.000 variedades de café arábigo silvestre que almacenaron en colecciones de semillas en Costa Rica, Brasil y Kenia. Schilling dice que no está seguro de por qué estas colecciones no se comercializaron antes, pero ahora los científicos buscan desarrollar genéticamente nuevas variedades a partir de estos germoplasmas, seleccionando cualidades que podrían resistir mejor los efectos del clima extremo.
Pasarán 15 años antes de que las variedades superiores desarrolladas en laboratorios puedan ser cultivadas. En la carrera para adelantarse a los efectos del cambio climático, los científicos de 12 países se han aliado con World Coffee Research también para fomentar la diversidad genética de las 30 variedades principales de café arábigo que ya se encuentran en el mercado.
Nuevas estrategias para gestión de cultivos
De vuelta en Motozintla, las preocupaciones de Roberto Fermoso no se limitan al exceso de lluvias. El agricultor dice que la política permite a las pequeñas granjas de café recibir fertilizantes, plantas, fungicidas y créditos financieros con el apoyo del gobierno mexicano, una ayuda que todavía no está al alcance de las grandes plantaciones. Si recibieran esta ayuda, el proceso de transformación del sistema de producción de café de acuerdo con las circunstancias climáticas podría acelerarse.
Asimismo, los proyectos para la reforestación de partes de Chiapas son ahora más necesarios que nunca, según Götz Schroth, autora de un informe publicado en 2009 sobre los efectos en la agricultura del cambio climático y sucesos meteorológicos extremos, como sequías o huracanes: bajada de rendimiento, erosión de los suelos, deslizamientos de tierra e incendios descontrolados. En el informe, Schroth defiende que los pequeños empresarios que viven bajo la amenaza de estos obstáculos no deberían depender solo del café, y deberían considerar diversificar sus granjas para incluir otros cultivos y agroforestería en sus huertas.
“No nos podemos preparar para adaptarnos al cambio climático en una pizarra, porque puede que este afecte a diferentes regiones de diferentes formas: algunas pueden pasar a ser más húmedas, y otras más secas”, dice Schroth. “Al final, son los agricultores los que deben tomar la decisión final, lo que les vaya mejor, y lo que les suponga riesgos aceptables”.
Autora: Claudia Adrien / lab
Editor: Enrique López