El suicidio en Alemania
10 de septiembre de 2012Cuando el portero de la selección alemana Robert Enke decidió suicidarse en 2009 y los medios informaron mucho acerca de ello, hubo algunos jóvenes que optaron por imitarlo. “Si él no lo logró, ¿cómo voy a poder hacerlo yo?”, solían afirmar pacientes de Georg Fiedler, del Centro de Terapia para Adicciones de la Clínica Universitaria de Hamburgo-Eppendorf. Fiedler es secretario del Programa Nacional de Prevención del Suicidio, que reúne a 200 científicos y especialistas. Después de la muerte de Enke, “se detectó un aumento en los casos de suicidios de jóvenes de su edad y siguiendo el mismo método”, cuenta Fiedler a DW.
“Mi hijo me dejó una nota: `lo haré como Robert´ y también se tiró delante de un tren”: llamadas como ésta respondió varias veces Elisabeth Brockmann, de la Organización de Autoayuda para Familiares de Suicidas (AGUS). “Cada caso es para los familiares una catástrofe, lo peor que le puede pasar a una persona es que un ser querido se quite la vida”, cuenta Brockmann a DW. El entorno reacciona por lo general con un silencio incómodo; los amigos, los vecinos y los colegas se retiran. Una de las causas: el suicidio ha sido un tabú por siglos y en toda Europa se condena como un pecado. Expertos y terapeutas advierten, con motivo de la Jornada Mundial contra el Suicidio, de tratar más y con más cuidado el tema.
El sucidio no debe ser juzgado como un delito ni ser visto como un acto de heroísmo; esto es lo más importante en la campaña de prevención, afirma Fiedler. Las personas en peligro de quitarse la vida no lo hacen “porque quieren morir, sino porque no saben cómo seguir viviendo”, explica el especialista. La mayoría busca ayuda; sin embargo, hay muy pocas instancias para ello fuera de los hospitales psiquiátricos. En Alemania, 10.021 personas se quitaron la vida en el año 2010; otras tantas lo intentaron. “Más gente muere por suicidio que por accidentes de tráfico, homicidio, drogas y sida”, afirma. Es más, por cada suicida quedan entre seis y ocho personas afectadas.
La pregunta: “¿por qué?”
En Alemania, como en la mayoría de los países, hay más casos de suicidios entre los hombres que entre las mujeres. El riesgo aumenta con la edad. En 2010, 56 años fue la edad promedio. ¿Cuál es el motivo? Esta pregunta atormenta por años a los familiares. “¿Qué pensaba mi marido o mi hijo? ¿Será que hubo algo que no percibí? ¿Tengo la culpa?”, así describe Brockmann las preguntas clásicas de los que se quedan. Tampoco la ciencia puede responder claramente a este por qué.
Aunque nunca se encuentra una respuesta definitiva, médicos y sicólogos parten del supuesto que un 90 por ciento de los que deciden quitarse la vida sufrían de una enfermedad psíquica. No sólo las depresiones sino también los estados de angustia aumentan el riesgo. Estudios han demostrado que el desempleo y las crisis económicas tienen un efecto en el número de suicidios. “La gente suele buscar explicaciones fáciles: `porque el jefe era muy malo, porque la escuela muy difícil, porque el marido estaba poco en casa´, pero esto tiene poco que ver con la realidad, siempre hay múltiples factores”, cuenta Brockmann.
El debate en torno a la muerte asistida
La prevención del suicidio no es una tarea para los familiares afectados. “Necesitan su energía entera para seguir viviendo, son un grupo de riesgo”, cuenta Brockmann. Lamentablemente no hay una entidad que se encargue de esto, tampoco un lobby que asuma políticamente el tema. Por otra parte, así Fiedler, el debate en torno a la muerte asistida es preocupante, pues se difunde la idea de que no existe otra muerte digna y asistida para los enfermos terminales que la ingestión de medicamentos mortales.
Según cuenta Brockmann, a AGUS han acudido personas en busca de ayuda, quejándose de que las organizaciones que favorecen la eutanasia asistieron con demasiada celeridad a sus seres queridos en su propósito; solos no lo habrían hecho. Los foros que tratan el tema en la red también hacen lo suyo, propagando métodos seguros para quitarse la vida. “Para las personas jóvenes es especialmente catastrófico que en una situación difícil se las ayude a abandonar la vida, pero no a enfrentarla”, concluye Brockmann.
Autora: Andrea Gronau (mb)
Editora: Emilia Rojas