Brexit, un enigma para Bruselas
24 de junio de 2016Unos 1.200 ciudadanos británicos trabajan en la Comisión Europea. Sólo aquellos pocos que tienen un alto cargo tendrían que dejar rápidamente sus puestos, en principio. Tal sería el caso, por ejemplo, del comisario para el Mercado de Capitales, Jonathan Hill, o del jefe de Europol, Rob Wainwright. Por lo pronto, los demás podrían seguir trabajando como de costumbre, ya que los contratos laborales fueron cerrados individualmente con cada funcionario y no con Gran Bretaña.
Largas negociaciones
Pierre Bacri, de la Unión de Funcionarios Europeos, estima que se llegará a un “arreglo sensato”. Janis Emmanouilidis, del Centro de Política Europea, opina que el brexit es una mala noticia para quienes tienen un pasaporte británico, pero apunta que “no obstante, se podría encontrar una forma para que sigan trabajando como funcionarios”, aunque algunos se preguntarán si eso tendría sentido para su carrera.
Los 73 europarlamentarios de Gran Bretaña deberían en realidad hacer sus maletas, pero la diputada laborista Dame Glenis Willmott supone que podrá quedarse casi hasta el término de la actual legislatura en 2019. Según dijo a DW, pasarán años hasta que se hayan negociado los términos concretos de la salida de la UE. “Estimo que nuestros colaboradores podrán quedarse hasta el término de nuestro mandato, es decir, hasta las próximas elecciones del Parlamento Europeo. Pero nadie ha hablado al respecto con nosotros”, dice la eurodiputada, que hizo campaña por la permanencia de su país en el club europeo.
Terreno desconocido
En la Comisión de Bruselas, al igual que en el Consejo de Ministros de la UE, nadie se pronuncia oficialmente sobre lo que ocurrirá tras el brexit. Un portavoz comunitario indicó que no hay un plan B, ni reflexiones acerca de cómo se negociará la salida británica. El artículo 50 del Tratado de Lisboa establece solamente que el país que quiera retirarse de la UE debe comunicar su propósito por escrito y que los términos de la salida deben negociarse en el plazo de dos años. Es discutible, por ejemplo, si Gran Bretaña podrá votar en el Consejo durante la fase de transición, si seguirá haciendo sus aportes al presupuesto comunitario o si seguirá recibiendo fondos de éste.
En círculos de la Comisión se dice por lo bajo que, tras el brexit, Gran Bretaña quedará excluida con relativa celeridad de la toma de decisiones. Emmanoulidis, sin embargo, no lo ve así. “En asuntos políticos, habrá que ver si Gran Bretaña resuelve no seguir participando. Desde el punto de vista jurídico, tendría derecho a votar y participar”, dice. Pero tampoco está seguro de cómo se desarrollarán las negociaciones: “Esto no ha ocurrido nunca. Nos adentramos en territorios desconocidos, que nadie ha explorado”.
Keep calm
Tampoco la eurodiputada Glenis Willmot sabe qué ocurrirá. Ni siquiera sus partidarios pueden explicar cómo será ahora la relación de Gran Bretaña con la UE. ¿Será regida por un acuerdo de libre comercio? ¿Tendría un estatus como el de Noruega? No hay respuestas.
Teóricamente, el país podrá incorporarse de nuevo al Acuerdo Europeo de Libre Comercio, al que pertenecen actualmente Noruega, Liechtenstein, Suiza e Islandia. Dichos países disfrutan de libre acceso a los mercados de la UE y pueden participar en programas comunitarios, pero no pueden tomar decisiones. Es una opción. Pero, de momento, prevalece la incertidumbre, aunque Bruselas se atiene al proverbio británico: “Keep calm and carry on”.