¿Brexit? No se debe detener a los viajeros
18 de febrero de 2016
"¿Qué nos exige para permanecer en la UE?", pregunta el presidente del Consejo de la UE, Donald Tusk, al primer ministro británico, David Cameron. Su respuesta: "Usted nos debe permitir fingir que no estamos en la UE". Este diálogo, a pesar de ser una broma aparecida en una revista en Bruselas, muestra la realidad y el dilema del referendo propuesto al Reino Unido por Cameron sobre la permanencia como miembro de la Unión Europea.
Cuando se es miembro de un club, se deben cumplir las reglas que valen para todos. No solo se puede disfrutar de las ventajas que ofrece un club, y no querer atenerse a las normas. En la Unión Europea no es diferente. Si los británicos ya no quieren cumplir las reglas de juego, hay que dejarlos ir.
La UE es un club voluntario con un reglamento
Gran Bretaña concibió, como cualquier otro país miembro, las reglas de la UE. Normas que fueron aprobadas por su Parlamento. Nada se les impuso a los orgullosos británicos. Quien quiera trabajar en una comunidad como la de la UE tiene que renunciar a cierta parte de su soberanía. De lo contrario, el sistema no funciona. Todos los miembros del club están sujetos a las mismas reglas.
La pretensión del primer ministro británico de "sacar lo mejor de ambos mundos", o sea de la pertenencia a la UE y la independencia británica, no es más que arrogante y desproporcionada. Si cada uno de los demás miembros puede reclamar lo que los británicos piden, la desintegración de la UE sería cosa de poco tiempo.
Con el fin de mantenerlos contentos, la UE le ha hecho grandes concesiones a los británicos. Eso ha sido un error, porque demuestra que se puede chantajear a Bruselas. ¿Quién asegura que el Gobierno británico no va a volver en cinco años a presionar a Bruselas con un referendo motivado por intereses políticos internos? El mismo David Cameron dice que él quiere mantener a Gran Bretaña en la UE, pero que debe frenar a los anticomunitarios en su propio partido. Dicho referendo tiene mucho que ver con la campaña electoral y la estrategia de su partido, en detrimento de la UE y los británicos.
¿Prevalecerá la razón?
Los británicos siempre han sido un poco diferentes. Por eso disfrutan ya de una serie de cláusulas de exención de las normas en los asuntos de Justicia e Interior. No hacen parte de Schengen ni de la eurozona, pero reciben un descuento en las cuotas obligatorias que paga todo miembro. Si todo esto no es suficiente y una mayoría de los electores británicos quiere seguir los desvaríos populistas de los oponentes a la UE, hay que dejarlos ir.
La salida del Reino Unido sería, por supuesto, una gran pérdida para la Unión. Los británicos, a pesar de todas las críticas, son uno de los grandes contribuyentes de la Unión. Sin Gran Bretaña, el peso político de la UE en el mundo podría descender, pero las pérdidas económicas y políticas serían mayores para el Reino Unido. Por lo tanto, es de esperarse que al final se imponga la razón y los británicos sigan a bordo. Suficientes problemas importantes hay por resolver.