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Brasil: "Medios sustituyen papel de la oposición"

Jean-Philip Struck (VT/ERS)22 de marzo de 2016

El autor del pedido de impeachment del expresidente brasileño Fernando Collor critica duramente el actual proceso de destitución contra Rousseff. “No hay fundamentos para justificar la apertura de un proceso”, dice.

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Imagen: TV Brasil

En 1992, Marcello Lavenère (en la foto), entonces presidente de la Orden de Abogados de Brasil (OAB), presentó el pedido de impeachment que llevaría a la renuncia del presidente Fernando Collor. En entrevista con DW, Lavenère compara el proceso de destitución de Collor de Mello con el de la actual mandataria brasileña, Dilma Rousseff.

DW: Usted ha dicho que el escenario actual se diferencia mucho del de 1992. ¿Aún cree que faltan elementos que justifiquen la apertura de un proceso de impeachment contra Dilma Rousseff?

Marcello Lavenère: Estoy convencido de que no existen fundamentos consistentes para justificar la apertura de un proceso de destitución. Los dos argumentos que se esgrimen son las "pedaladas fiscales" -maniobras fiscales para maquillar las cuentas públicas- y un dictamen del Tribunal de Cuentas de la Unión recomendando el rechazo de esas cuentas. En mi opinión, esto no corresponde a los crímenes que contempla la Constitución para abrir un proceso.

Algunos diputados pretenden incluir en el pedido de destitución la denuncia del senador Delcídio do Amaral, que acusa a Dilma de participar en los desvíos de dinero en Petrobras, así como en intentos de encubrimiento. ¿Eso no reforzaría el pedido?

El propio ministro del Supremo Tribunal Federal Teori Zavascki, que aceptó esa denuncia, declaró que ese tipo de instrumento no es una prueba. La denuncia no es un hecho consumado. Es una pista que ayuda a los órganos de investigación a verificar si lo que se alega es cierto o no.

¿Cree que el pedido de impeachment contra Dilma tendrá éxito?

Creo que hay mucha presión por parte de los medios de comunicación brasileños, que han demostrado mucha simpatía por la tesis de la oposición. Los medios están muy monopolizados. Esta presión -y la de otros actores- transmite la impresión de que en el Congreso existe una fuerte voz a favor del impeachment. Las pruebas son inconsistentes. Esto va a depender del juego político, de las pasiones y de los choques entre los diferentes intereses político-partidarios.

¿Qué diferencias hay entre este proceso y el de 1992?

Hay una diferencia fundamental. En 1992, cuando surgió la posibilidad de un impeachment, la población salió a las calles para apoyar ese proceso. No hubo una sola manifestación en apoyo al presidente. Hoy es diferente. El país está dividido. De un lado, están los sectores más favorecidos de la sociedad, que en su mayoría están en contra del Gobierno de Dilma y del proyecto de combate a la desigualdad. Del otro, están los sectores menos favorecidos, junto con intelectuales y juristas, que apuntan a que la presión sobre la presidente es de naturaleza político-partidaria. El futuro dependerá mucho de los choques entre esos dos grupos.

¿Cómo califica el desempeño de la prensa en el actual proceso?

Por desgracia, el monopolio mediático está promoviendo una verdadera violación de las reglas de ética periodística, sustituyendo el papel de la oposición y haciendo campaña partidaria en contra del Gobierno. La prensa está promoviendo la intolerancia y atizando los ánimos entre los ciudadanos, algo muy peligroso.

No obstante, las acusaciones contra la presidenta y contra su antecesor, Lula da Silva, se derivan de investigaciones. ¿No tienen fundamento?

Contra la presidenta Dilma no hay una sola acusación de ilegalidad, de deshonestidad, de soborno. Incluso sus adversarios afirman que es una mujer honesta. En cuanto a Lula, el mayor líder popular brasileño, hay un intento por descalificar su liderazgo y por impedir que sea candidato presidencial en 2018.

¿Cómo califica el desempeño de la Operación Lava Jato (Lavacoches)?

Nadie en Brasil está en contra de la Operación Lavacoches. Las críticas, que son cada vez más fuertes, se dirigen contra los abusos que la operación ha cometido en su misión casi mesiánica.

Se trata de hechos muy graves, como las escuchas ilegales contra abogados. El hecho de que Lula fuera conducido por la fuerza a declarar fue algo innecesario. Él no se había negado a declarar. Además, las denuncias se obtienen de personas presas, se trata de pruebas obtenidas mediante coacción. También existe una espectacularización, se convoca a la prensa para asistir a determinados actos, como la detención de Lula. Muchos sectores de la opinión pública consideran que se trata de excesos.