Brahimi en Siria: ¿otra misión imposible?
14 de septiembre de 2012Brahimi, exministro de Relaciones Exteriores de Argelia, es desde el 1º de septiembre de 2012 el nuevo enviado de la ONU y la Liga Árabe a Siria. Ocupa el lugar que abandonó, frustrado por el fracaso de su misión, Kofi Annan. En Siria, Brahimi intenta, a través de la vía diplomática, lograr un acuerdo que permita terminar con la violencia que ya mató a cerca de 30.000 personas y obligó a 240.000 sirios a huir al exilio. Mientras tanto, las tropas del Gobierno y los rebeldes siguen enfrentándose en cruentas batallas, en Alepo y otras ciudades.
Perspectivas poco alentadoras
“Sabemos lo difícil que resultará esta tarea. No quiero decir que sea una misión imposible, pero sí que es casi imposible”: así estimó Brahimi sus posibilidades de lograr resultados positivos como enviado de la ONU y de la Liga Árabe a Siria. Su antecesor, Kofi Annan, fracasó, tanto por la negativa de las partes en conflicto como por el desacuerdo en la comunidad internacional, y ofrece a Brahimi una perspectiva un tanto deprimente, pero realista de la situación: “Si en Siria no cambia pronto algo, entonces serán la represión brutal, las masacres, la violencia religiosa y una guerra civil interminable las que determinen el futuro del país”, señaló Annan.
Brahimi se encuentra ahora en Damasco para reunirse por primera vez con Bashar Al Assad, que menosprecia el rol de Naciones Unidas: “¿Quién dice que la ONU sea una institución creíble?”, asestó Assad en 2011. Lakhdar Brahimi seguramente no podrá cambiar de buenas a primeras esa forma de pensar. Pero no se da por vencido antes de tiempo: “Tengo un par de ideas, pero no tengo un plan”, explica.
Solución política vs. envío de armamento
El plan del antecesor de Brahimi con respecto a Siria era muy detallado, pero no resultó. Kofi Annan quería que ambas partes acordaran la finalización del conflicto, liberaran a los prisioneros y negociaran finalmente, es decir, que proponía una solución de tipo político. Sin embargo, no pudo llevarla a cabo ni siquiera en parte. Los 300 Cascos Azules estacionados en Siria defendían una causa perdida, y ahora, Brahimi ni siquiera cuenta ya con ellos.
“Tengo la suficiente autoestima como para intentar aplicar algo de mi experiencia. No puedo decir que no, a pesar de ser conciente de las enormes dificultades que existen”, dijo el actual enviado de la ONU a Siria. Brahimi planea conversaciones con la oposición, pero la mayoría de los rebeldes rechaza negociar con el régimen, y en lugar de eso solicitan armas. Incluso Ferhad Ahma, que fue una vez un opositor pacífico de Assad en el Consejo Nacional Sirio de la oposición en el exilio: “La oposición tiene, simplemente, que obtener más cantidad de armamento, y armas más efectivas, ya que hemos constatado que todas las iniciativas políticas han fracasado, ya sea a nivel de la Liga Árabe como de la comunidad internacional. Por eso, necesitamos más apoyo militar”, dijo.
La tarea de Brahimi, una clásica “misión imposible”, es un nuevo intento de lograr el inicio de un proceso de paz en Siria, sin demasiadas esperanzas de que eso sea posible. Eso ya lo sabía bien Kofi Annan, quien una vez dijo que “sin ejercer seria y decididamente presión –tanto a nivel internacional como regional- ni yo ni ningún otro podrá obligar ni al régimen sirio ni a la oposición a que accedan a negociar una solución por la vía política”.
Autor: Ulrich Leidholdt/ Cristina Papaleo
Editor: Enrique López