Boris gana, Reino Unido pierde
13 de diciembre de 2019Todos lo veíamos venir. ¿O no?
La última vez que los conservadores lograron una victoria tan aplastante fue en 1987, con Margaret Thatcher. Ella, la que enarbolaba con tanto regocijo su cartera contra la UE, lanzando frases como "Queremos de vuelta nuestro dinero”.
Ahora, el mensaje se resume en tres palabras: "Consumemos el ‘brexit'”. Solo que eso no ocurrirá tan pronto.
¿Es un símbolo de los tiempos en que vivimos, en que las mentiras, las promesas rotas y un escasamente velado racismo prevalecen, en sentido figurado, sobre la política? Educación, delincuencia, falta de viviendas y un sistema de salud agónico, nada de eso importa cuando derribar un muro de poliestireno con una excavadora resulta mucho más atractivo para el electorado.
Boris Johnson adoptó casi todos los trucos del manual de Donald Trump. Y nadie pestañeó. Continuará propagando la mentira de que la salida del Reino Unido de la Unión Europea será fácil y rápida, y de que habrá un acuerdo comercial listo para el término del período de transición, en diciembre de 2020. Solo un recordatorio: a la UE y Canadá les tomó 10 años llevar a buen puerto su acuerdo comercial.
El laborismo en ruinas
¿Qué anduvo mal con los laboristas? La respuesta es simple: Jeremy Corbyn. ¿Habrá habido alguna vez un líder laborista que provocara más rechazo y división?
Corbyn no tendrá más opción que renunciar. Ya ha dicho que no quiere liderar el partido en las próximas elecciones. Algo que posiblemente haya considerado para estos comicios.
Ha sido algo devastador. El laborismo ha perdido a manos de los conservadores parte de sus territorios tradicionales, áreas del norte de la Inglaterra postindustrial, donde los recortes de los tories lisiaron la sociedad y la economía, volviendo más pobres a los pobres.
El partido de Corbyn está culpando del resultado electoral al cansancio del "brexit”. Pero eso es demasiado fácil y no toma en cuenta que la ambigüedad de sus líderes en la materia no ayudó. El partido está en escombros y va rumbo a caer en la insignificancia, como los socialdemócratas en Alemania. Deprimentemente, esta ha sido más una competencia de impopularidad que una elección. Y Johnson ha conseguido ganar por ser menos odiado que su rival. ¿Hay alguien en su sano juicio que espere que cumpla sus promesas? Difícilmente. Pero los electores estaban más preocupados por las promesas que hizo Corbyn.
Daño profundo
Lo que más duele, de todos modos, es el daño irreparable que este resultado causará en un país desde ya profundamente dividido y polarizado.
¿El Reino Desunido? Escocia parece haber escuchado el llamado del líder del partido nacionalista a recuperar el control y el NSP podría ganar 55 de los 59 escaños regionales. Habrá un gran impulso para un nuevo referéndum independentista.
El gobierno tory se opondrá, por supuesto. Los sables acaban de desenvainarse, con la declaración de la primera ministra de Escocia, Nicola Sturgeon, en cuanto a que Johnson no tiene el mandato de sacar a su país de la UE.
¿Impulsarán los nacionalistas irlandeses, que ganaron más que los unionistas, una votación para separarse del Reino Unido?
El resultado de estas elecciones definirá el futuro rol del Reino Unido en el mundo. Y marca una gran transformación de la política británica, que resonará en todo el país en los años venideros.
(er/cp)
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