Biotecnología alemana en el centro de la atención mundial
23 de noviembre de 2020La biotecnología alemana es foco de interés en el mundo. La compañía BioNtech, de Maguncia, junto con su socia estadounidense, Pfizer, está a punto de recibir la autorización para su vacuna contra COVID-19. Y Curevac, de Tubinga, prevé que en los próximos meses estará lista "no la más rápida, pero la mejor” vacuna contra el coronavirus. Lo que hace que estos pioneros alemanes en la lucha contra el SARS-CoV-2 sean tan exitosos es que detrás de ellos hay multimillonarios como los hermanos Strüngmann, y como Dietmar Hopp, que han logrado hacer tanto dinero que no dependen de los réditos a corto plazo. Hopp invirtió cientos de millones de euros en Curevac en los últimos 20 años, sin que hasta ahora se haya autorizado ni un solo medicamento o vacuna basados en la tecnología mRNA (Ácido Ribonucleico Mensajero). Lo mismo sucede con la alemana BioNTech y la estadounidense Moderna, que también utilizan el método mRNA.
Mucho dinero y mucha paciencia
Los mellizos Andreas y Thomas Strüngmann se volvieron multimillonarios cuando vendieron su empresa farmacéutica Hexal al gigante suizo Novartis. En ese momento, no eran justamente apreciados en el sector porque Hexal producía medicamentos genéricos, es decir, imitaciones de medicamentos cuyas patentes habían vencido. Desde entonces, apuestan a la innovación, con la visión de desarrollar sustancias totalmente nuevas que financian generosamente. Desde la fundación de BioNTech, hace doce años, Andreas, el médico, y Thomas Strüngmann, el administrador de empresas, invirtieron, además de su experiencia, cientos de millones de euros en esa compañía.
"Los hermanos Strüngmann y Dietmar Hopp hicieron algo totalmente inusual: invirtieron mucho dinero desde el principio, a pesar de que en ese momento la tecnología mRNA todavía estaba en un nivel de mucho riesgo”, dijo a DW Siegfried Bialojan, experto en la asesora Erns & Young (EY). "Se arriesgaron cuando ningún otro inversor lo habría hecho. Nunca se les podrá reconocer lo suficiente el mérito que eso tiene”, agrega.
En Estados Unidos los que financian a empresas innovadoras son los fondos de capital de riesgo (Venture Capital Fondos o VC), también en el rubro biotecnológico. En el caso de Moderna, que surgió de la investigación en la Universidad de Harvard, también participa el fondo de riesgo especializado en el sector sanitario Flagship Pioneering, liderado por el bioquímico Noubar Afeyan. Este armenio-estadounidense nacido en el Líbano, egresado del Instituto Tecnológico de Massachussets (MIT), hace girar la rueda gigante de la biotecnología en EE. UU. Sus fondos, de unos 34.000 millones de dólares, están invertidos en unas 40 empresas de biotecnología, según dice.
Capital de riesgo para la biotecnología
Las empresas de Alemania, y de toda Europa, apenas pueden soñar con esas sumas astronómicas. Si bien también en Alemania se dispone, año tras año, de cada vez más dinero en forma de capitales de riesgo, la mayor parte no está destinada al sector biotecnológico, explica Bialojan. "En EY realizamos un estudio a comienzos de este año sobre los fondos de riesgo para las empresas emergentes o startups. Lo sorprendente es que no se trata de que no haya capital de riesgo, sino de a qué empresas se los asigna. De los 6.200 millones de euros para empresas emergentes en Alemania, solo cerca de un 1,5 por ciento está destinado a la biotecnología”, señala. Eso corresponde a solo unos 90 millones de euros para las startups de biotecnología en toda Alemania. En comparación con los cerca de 30.000 millones de euros que invierte en biotecnología un solo fondo de riesgo como Flagship Pioneering en Estados Unidos, la inversión en Alemania es mínima, indica.
A pesar de que 2019 fue el segundo año más fuerte en inversiones de todos los tiempos en cuanto al capital de riesgo para biotecnología en Alemania, más del 60 por ciento de esas inversiones fueron a parar a la cuenta de una sola ronda de financiación de BioNTech.
¿Más impulso para la biotecnología en Alemania?
Siegfried Bialojan tiene la esperanza de que, gracias al éxito de BioNTech y Curevac, en Alemania no solo se resalten los riesgos de las inversiones en biotecnología en el futuro, sino también las oportunidades que estas representan, ya que solo pocos países en el mundo disponen de un panorama tan amplio de investigación como Alemania. Y el problema tampoco es el fomento estatal a la investigación científica, resalta Bialojan. "Hay un inmenso potencial en la investigación y en el área académica, al cual se da gran impulso. Pero no puede ser que el resultado sea tan mínimo al final solo porque no tenemos un "ecosistema biotecnológico” funcional”, critica el experto, quien dirige el Centro Life Science de EY en Mannheim.
También en ese aspecto se puede aprender mucho del ejemplo de Curevac y BioNTech, opina Bialojan. "La cuestión es en qué momento participa un inversionista. Y qué puede hacer, justamente en la fase temprana, para dar impulso a una emergente como esa”, plantea. Sobre todo, añade, se trata de la "traducción” de una idea de investigación, como la del biólogo y fundador de Curevac, Dietmar Hoerr, en la Universidad de Tubinga. O del trabajo de los dos fundadores de BioNTech, la pareja de médicos Ugur Sahin y Özlem Türeci, en la Universidad de Maguncia. "Alemania tiene que mejorar esa traducción”, dice Bialojan. "Desde el desarrollo de un proyecto de investigación hasta la creación de una empresa existe justamente ese punto crítico: ¿cómo puedo traducir una gran idea del mundo académico lo más profesionalmente posible en un desarrollo a comercializar? Y ahí esta claro que esas personas tienen un papel preponderante.”
Las "incubadoras” de startups
Para ayudar a startups de biotecnología que no cuentan con respaldo de multimillonarios, han surgido varias iniciativas. En Dortmund está el Lead Discovery Center (LDC), creada por la Sociedad Max Planck. En Maguncia, se creó TRON, o Instituto de Oncología Traslacional, un instituto de investigación biofarmacéutica de la Universidad Johannes Gutenberg, que también está relacionado al fundador de BioNTech, Ugur Sahin, explica Bialojan. "Las dos asociaciones trabajan exhaustivamente en la maduración de proyectos para su desarrollo comercial”, añade.
En Estados Unidos hay varias de esas iniciativas, también en el paraíso biotecnológico de Boston. Allí, el médico Johannes Frühauf, de origen alemán, fundó Biolabs, una "incubadora” para empresas emergentes del área de Ciencias Biológicas. La oferta se extiende desde la preparación de laboratorios listos para su uso, hasta el asesoramiento a través de expertos en la industria y experimentados empresarios emergentes que proveen el contacto con expertos en asuntos de licencias y tomadores de decisiones en grandes empresas. La primera filial europea se está construyendo en este momento en Heidelberg, la ciudad natal de Johannes Frühauf.
"Biolabs busca las mejores startups y aumenta al máximo su eficiencia, lo cual es muy atractivo para los inversores y para los socios de la rama farmacéutica. Son modelos que funcionan impecablemente en EE. UU., y que ahora tratamos de traer a Alemania”, resume Bialojan. El fondo para fundadores de empresas de alta tecnología (High-Tech Gründerfonds), con sede en Bonn, respaldado por el Estado y por capitales privados, es muy prometedor, ya que apoya a jóvenes empresarios del sector médico.
Podría decirse que el tema del desarrollo biotecnológico ha recibido un impulso gracias a la búsqueda de una vacuna contra el COVID-19. Pero lo más importante es que a "un amplio sector de la población” le ha quedado en claro el gran potencial de la biotecnología. Y eso es lo principal, porque la ciudadanía es la que influye, en definitiva, en las decisiones políticas.
(cp/ers)