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Bienestar, mucho más que tres letras

chp3 de enero de 2004

¿Es el PIB realmente un espejo confiable del bienestar que impera en un país? De ser así, podría pensarse que Alemania es una nación en deterioro. Los economistas demandan el desarrollo de un índice multidimensional.

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¿Tanto brillo refleja también bienestar?Imagen: AP

Si se creyera las aseveraciones de muchos políticos, economistas y periodistas, escuchadas a lo largo del 2003, podría llegarse a la conclusión de que Alemania está perdida. En la década de los 90, casi todos los naciones industrializadas registraron un crecimiento mayor de su Producto Interno Bruto (PIB) que Alemania. Los británicos, holandeses, austríacos e incluso los irlandeses, todos ellos registran mientras tanto un ingreso per capita mayor que el de los alemanes. Ya ni mencionar a noruegos o estadounidenses.

EL PIB mide el valor de todos los bienes y servicios producidos en el plazo de un año en un país, en relación a los sueldos y salarios pagados a trabajadores y empresarios. El cálculo de estos dos valores reducido a cada uno de los habitantes (PIB per cápita) permite sacar conclusiones sobre el promedio de ingresos registrados. Ningún índice influye el debate político-económico tan fuertemente como el desarrollo del PIB. ¿Realmente representa un incremento del PIB más bienestar para todos, una vida mejor en un país mejor?

¿Qué valor tiene el índice de ingresos per cápita?

Según un análisis publicado recientemente por el semanario alemán Die Zeit, este índice no describe ni lejanamente como se vive en cada país. Cita a Estados Unidos como ejemplo, en donde no es excepción que con la llegada del invierno de las nevadas se vea interrumpido el suministro de energía eléctrica por fallos diversos. A pesar del incremento constante del PIB estadounidense la calidad de su infraestructura no es mejor a la que existe en Alemania. Los autores del estudio, Marc Brost y Wolfgang Uchatius subrayan que el ingreso per cápita no demuestra en que invierten las personas sus ingresos, a caso para la construcción de hospitales, de carreteras o de máquinas expendedoras de cigarros? Otro de los grandes mancos de este índice es que no refleja el reparto de los ingresos dentro de la sociedad, lo que puede conducir a falsas conclusiones. En Brasil el 10 por ciento más adinerado de la población, posee 65 veces más, que el 10 por ciento más pobres.

Un creciente número de economistas busca indicadores alternativos para calificar el estado de un país. Se trata de responder específicamente dos preguntas: ¿Cómo se desarrollan los países más pobres y qué tan bien le va a las personas en los países ricos? La Organización de las Naciones Unidas publica el llamado índice del desarrollo humano (Human Development Index, HDI), que además del ingreso per cápita se basa en los índices de educación y las expectativas de vida. Un índice igual de insuficiente, según Brost y Uchatius quienes citan al economista británico Andrew Oswald de la Universidad de Warwick. Oswald sostiene que la validez del HDI se limita a las diferencias entre una país pobre y uno industrializado. Sin embargo no es capaz de reflejar las finas diferencias entre los naciones prósperas. De hecho el HDI refleja escasas diferencias entre las naciones industrializadas.

Una relación interesante

Brost y Uchatius también citan al economista suizo, Bruno Frey, quien en su búsqueda por un nuevo indicador ha descubierto que a pesar de que en las naciones industrializadas occidentales se registra un incremento constante del ingreso per cápita desde hace 50 años, la satisfacción personal de los ciudadanos se ha mantenido o incluso decaído. El sentir de los ciudadanos de un país depende de mucho más que el crecimiento económico.

En la vida diaria la calidad de vida se representa en un gran número de factores: en el estado de la ecología de cada país, en el reparto de los ingresos, en la adiposidad de las personas, en la tasa de suicidios y también en la de los desempleados a largo plazo. Este último es tal vez uno de los indicadores más importantes. El efecto negativo del desempleo es proporcionalmente mucho mayor que el positivo resultante de un incremento salarial, según el científico inglés David Halpern, también citado en el análisis. El miedo al desempleo puede paralizar a toda una sociedad, independientemente de la fortaleza con la que crezca su economía.

Comparación deficitaria

De todo esto Brost y Uchatius deducen que para poder analizar cómo le va a los alemanes en comparación con los estadounidenses, franceses o japoneses, se requiere de un indicador de bienestar multidimensional. Mientras que no se desarrolle este índice, la comparación seguirá basándose en una serie de factores independientes, que lo único que revelan es que la realidad es demasiado compleja para catalogar a los países industrializados a destajo como ganadores o perdedores.