A los presidentes estadounidenses les gusta autoproclamarse los hombres -aún no ha habido ninguna mujer- más poderosos del mundo. Más allá de la cuestión de si Estados Unidos sigue siendo, comparado con China, realmente el país más influyente, el poder político de un presidente estadounidense está estrechamente delimitado. Para lograr un éxito político sostenible, el presidente debe encontrar la manera de negociar compromisos con la oposición en el sistema bipartidista: la única forma de conseguir que se aprueben leyes. De lo contrario, por muchos decretos que firme, su sucesor puede destruirlos de un plumazo, como ocurrió, por ejemplo, con el Acuerdo de París para el clima durante la presidencia de Donald Trump.
El primer mandato, una historia de éxito
En el contexto del destructivo ambiente político actual, desde el punto de vista interno, el primer mandato de Joe Biden es una historia de éxito. Aunque para el ala izquierda y progresista de su partido muchas de sus decisiones no fueron suficientemente radicales, Biden ha impulsado importantes proyectos de infraestructuras que beneficiarán al país durante décadas. Bajo el epígrafe de la lucha contra la inflación, ha impulsado un estímulo económico de rasgos proteccionistas, en gran parte no muy alejados de la doctrina "America First" de la era Trump. También los medicamentos se están convirtiendo en un bien asequible para millones de estadounidenses.
Biden también ha conseguido aplicar su línea de política exterior: El masivo apoyo financiero a Ucrania con cargo al presupuesto estadounidense es mérito suyo. Desde el comienzo de la guerra, EE. UU. ha invertido 71 mil millones de dólares en la lucha contra la invasión rusa. Joe Biden, como demuestra su convincente compromiso con Ucrania y la OTAN, es uno de los últimos grandes transatlánticos. Su reelección sería, por tanto, una buena noticia para Alemania, Europa y toda la alianza occidental, especialmente en tiempos de guerra en suelo europeo.
Kamala Harris: una suplente que no está a la altura
Pero, ¿logrará el octogenario, que ya es el presidente de más edad de la historia reciente, repetir el mandato? Sobre todo con Kamala Harris como vicepresidenta a su lado. En el peor de los casos, la no muy popular demócrata tendría que suplir al presidente. Por lo tanto, estas elecciones también decidirán sobre ella como posible presidenta sustituta.
Si se cree lo que pronostican las encuestas actuales, Biden, en realidad, sólo tendría una oportunidad real si Donald Trump ganase las primarias republicanas y se presentara contra él en noviembre de 2024. Como en elecciones pasadas, por su fiabilidad y experiencia, Biden es simplemente el mal menor para muchos estadounidenses.
Pero aunque Trump lidera muchas encuestas en el campo republicano en este momento, su nominación no está nada asegurada. En su contra juegan las demandas en curso y los posibles juicios por fraude, evasión fiscal e incitación al pueblo contra él. A esto se suma, sobre todo en el entorno económico, la poca disposición a confiar en un hombre que ha llevado al país al borde de un golpe político como ningún otro presidente estadounidense antes.
Hay otros candidatos republicanos calentando motores: La exembajadora ante la ONU Nikki Haley ya ha anunciado su candidatura. También está el gobernador archiconservador de Florida, Ron DeSantis. Y está Tim Scott, el senador de Carolina del Sur, al que auguro, al menos por ahora, buenas posibilidades. Es más que cuestionable que el viejo y "gastado" Biden pueda mantenerse frente a esta nueva generación en una campaña agotadora y en formatos de debate desafiantes.
El peligro de contar con Trump
Por tanto, desde el punto de vista de los demócratas, es una apuesta peligrosa contar con Donald Trump como adversario. Es muy posible que el partido pierda esta vez la Casa Blanca por sobrevalorar a Donald Trump.
No cabe duda de que Joe Biden ha prestado un gran servicio a Estados Unidos. No sólo porque fue capaz de evitar otro mandato de Donald Trump, sino precisamente porque, gracias a su experiencia, fue capaz de poner en marcha proyectos que realmente harán avanzar a su país. Especialmente con sus paquetes de inversión, Biden ha logrado más cambios de los que incluso sus propias filas le daban crédito.
Pero la política no es justa. Y Biden no sería en absoluto el primero cuyos sucesores se beneficiaran políticamente de sus éxitos. El hecho de que los demócratas cuenten también con Biden para evitar a toda costa a Trump demuestra cuánto le temen. Desde una perspectiva internacional, se trata casi de un gesto noble.
(ies/cp)