Trata de niñas en Perú
12 de febrero de 2019Basándose en testimonios reales, las cineastas Bénédicte Liénard y Mary Jiménez, reconstruyeron la historia de una joven peruana que huye de su pueblo natal en bsca de un lugar en donde ha escuchado que hay hombres muy ricos, que rocían polvo de oro sobre las niñas que les gustan. La película, que tiene elementos de documental y de ficción, aborda la prostitución forzada de la que son víctimas miles de niñas y adolescentes, a quienes les prometen ingresos irreales, y acaban convirtiéndose en esclavas.
La producción belga-holandesa fue estrenada en la sección Generation 14Plus (para adolescentes), del Festival Internacional de Cine de Berlín. La cineasta de origen peruano Mary Jiménez habló con DW sobre la cinta.
Fiebre del oro en el Perú
"Estábamos haciendo otra película en Pucallpa, en la Amazonía, cuando nos dijeron que había mucho oro en el Perú, que la gente simplemente tenía que ir con un balde al río Negro y que sacaba oro". Las cineastas entrevistaron a un exminero originario de Cuzco. "Nos dijo que lo llevaron a trabajar a unas minas ubicadas en el río Huaypetue, en la zona de Madre de Dios. Tenía que trabajar noche y día, todo el tiempo en el agua, que no tenía derecho a nada. Nos contó que mucha gente desaparece y que él se enamoró de una chica que era prostituta y que trató de sacarla de ahí, pero la chica nunca quiso, y entonces él, entre la adicción al oro y la adicción a la chica, se sentía morir, y decidió irse".
Las cineastas buscaron información con organizaciones no gubernamentales, hasta que encontraron que alrededor de la minería ilegal se desarrollaba la trata de niñas para llevarlas a los campamentos mineros. El antropólogo Gabriel Arriarán las llevó a muchas de estas zonas y estuvieron en los burdeles, pero sin sacar una cámara.
Liénard y Jiménez estuvieron a punto de abandonar el proyecto por la dificultad de la filmación. No querían hacer una película sobre prostitución. "Hasta que encontramos a un policía que ha dedicado su vida a salvar a las chicas. Él nos dio una serie de interrogatorios que él había hecho a las niñas que había salvado. Leyendo estas declaraciones decidimos construir una historia", afirma Jiménez. Esas declaraciones hicieron comprender a las cineastas el modus operandi de los traficantes de niñas y el suplicio en el que viven las víctimas.
Les cortan el vínculo social
"Lo primero que hacen los traficantes es cortar el vínculo social de las chicas, quitarles el teléfono y llevarlas a lugares muy remotos desde donde no tendrán la posibilidad de regresar. Lo segundo que hacen es crearles una deuda. Es un sistema muy viejo y universal, les crean una deuda que se vuelve impagable. Entre más trabajan, más crece, y como no se puede pagar, entonces esa deuda se vende a otro, y en realidad lo que se está vendiendo es a un esclavo y es cómo ocurre en la realidad. Queríamos mostrar la sordidez de la vida de estas niñas", dice Jiménez.
La cineasta afirma que son unas 50 niñas al día, menores de edad, las que son llevadas a los miles de burdeles que hay en las zonas mineras peruanas. Y cita al libro del Nóbel de Literatura peruano, Mario Vargas Llosa, que escribió en su libro Pantaleón y las Visitadoras que las niñas de Iquitos son ardientes e irresistibles. "Eso se ha mitificado en el Perú y la gente viaja a Iquitos a buscar a chicas de 14 o 15 años con la idea de que son una mercancía más cara. Se las llevan a prostituír y es muy fácil, porque les ofrecen un empleo, que les van a pagar 2 mil soles al mes. Cuando llegan al lugar no es un trabajo de mesera, sino es un trabajo en el que hay que dar de beber y luego acostarse con el cliente".
Reflexiones de la protagonista
El espectador acompaña a Tania (Tanit Lidia Coquinche Cenepo) en su recorrido a través del Amazonas, y a través de zonas rurales en el norte del Perú. La cinta es narrada por las reflexiones de Tania y los diálogos de los personajes. Tanit, originaria de Iquitos, es una actriz no profesional que en vida propia sufrió una experiencia similar. La introvertida joven prefiere no dar más detalles. "Ha sido muy difícil para mí interpretar el personaje porque la historia me recuerda lo que me pasó y ha sido como revivirlo", dijo tras la proyección de la cinta.
En su recorrido la acompaña la joven transexual Chuya Chaki (Fiorella J. Aguila), que es la que se encarga de vender a las niñas que viajan con ellas. Fiorella reconoció que es muy atractivo para las chicas entrar en estas redes bajo la promesa de que van a ganar mucho dinero. Y lamenta que las jóvenes transexuales en el Perú como ella no tienen ni derechos, ni parecen existir, pues no hay un censo por parte de las autoridades.
Autora: Eva Usi (er)