Benedicto XVI: fe, razón y diálogo
14 de septiembre de 2006Quien conozca al teólogo Joseph Ratzinger, sabrá que su Pontificado no manifestará ímpetus reformistas. Con él no habrá acercamientos al Protestantismo, como lo esperarían los que lo profesan. La eucaristía común está todavía muy lejana. También con respecto a lo que atañe al celibato y al papel de la mujer en la Iglesia, este Papa no se moverá ni un milímetro de la doctrina tradicional. Eso significa: los problemas de la Iglesia Católica se quedarán sin resolver.
Lo que sabe hacer con maestría este alemán que se sienta en el sillón de San Pedro son agudos análisis. En este viaje lo demostró una vez más. En sus sermones y en la conferencia que dio en la Universidad manifestó posturas claras frente a los problemas de la post modernidad.
Razón y fe
El tema general, que siempre supo variar, fue la relación entre la fe y la razón. Usar la razón y creer en Dios no son, para Benedicto XVI, opuestos inconciliables. La fe, para él, es algo profundamente razonable. Explicaciones meramente científicas del mundo, según las cuales el hombre es un producto casual de la evolución, no le son válidas. Debido a que la razón y la religión no son separables, el Papa Benedicto XVI atacó a Occidente. Las sociedades seculares, así su crítica, se comportan de manera arrogante y poco sensible hacia las culturas de corte religioso. Eso las vuelve incapaces para el diálogo. Con tales análisis hacía referencia a la "lucha de las culturas" y a la confrontación de Occidente con el mundo del Islam.
Relación con el Islam
Sobre el Islam se manifestó también concretamente. En su conversación con el presidente alemán, Horst Köhler, exigió una intensificación del diálogo con los musulmanes en Alemania y una mejor integración. Al mismo tiempo exhortó al Islam y a las otras religiones a un diálogo de la razón. Condenó la violencia como medio de la propagación de la fe y descalificó cualquier tipo de violencia en nombre de Dios. En la opinión del Santo Padre, no debe haber una guerra santa, una yihad, precisamente porque la fe tiene que rendir cuentas a la razón. Eso significa también estar abierto hacia el diálogo con los que profesan otras religiones y con el mundo secularizado.
Las divergentes concepciones de Dios que tienen el Islam y el Cristianismo parecen ser, en su opinión, el principal obstáculo para el diálogo entre las religiones. El mensaje de estas jornadas podría, entonces, ser: en el diálogo con el Islam están los acentos nuevos. El punto central de tal debate debe ser la concepción de Dios en ambas creencias, cada una de las cuales pretende poseer la verdad.
Un viaje por su tierra
Por lo demás, el viaje del Papa a su país natal puede ser considerado un juego en casa. Baviera es el Estado federado más católico de Alemania. El sentimiento de comunidad que llevó al diario Bild hace año y medio, cuando Joseph Ratzinger fue elegido Papa, a titular "Somos Papa", sigue vigente entre la población bávara. No en vano, Benedicto había dicho que si bien desde su función le pertenecía al mundo entero, su corazón seguiría siendo bávaro.
Los católicos de Baviera le agradecieron esa unión con sus raíces. Donde quiera que fue, lo recibieron no efusivamente pero sí con calidez; algo que disfrutó cada vez más. Si en un primer momento pareció más bien tímido, con el paso de las horas pareció florecer. Las multitudes -en cada una de las dos misas hubo 250.000 personas- lo vitorearon. Dio la mano, besó niños y sonrió mucho.
En resumen, en Alemania, Benedicto XVI llegó a la gente; algo que sucede desde el comienzo de su Pontificado, a pesar de que se muestra más bien modesto. Además, contrariamente a lo que hacía su antecesor, renuncia a moralizar. Esto último es, no sólo para los católicos, un alivio.